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Por allá a mediados de los años 80, cuando al legendario técnico Gabriel Ochoa Uribe le decían que de camiseta nadie ganaba, él asentía. Explicaba, sin embargo, que de jerarquía sí, para justificar cómo su América siempre salía avante de situaciones comprometedoras. Tenía, claro, a varios de los mejores jugadores del continente, curtidos en finales y muchas veces campeones.
Eso mismo es lo que le pasa al Atlético Nacional este semestre. No es el equipo arrasador de otras épocas, tampoco exquisito, pero ha conseguido ser confiable y, sin jugar bonito, pero sí bien, está instalado en la gran final de la Liga Águila.
Y buena parte de su éxito radica en la seguridad defensiva que ha conseguido, especialmente en el estadio Atanasio Girardot. En 11 partidos como local, no ha recibido goles. Con el cero garantizado en su arco, el equipo ha tenido tranquilidad para buscar sin apuros el arco rival e incluso la paciencia y la seguridad para no desesperarse cuando falla en la definición.
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Así sucedió en los cuartos de final frente al Deportivo Cali. Apenas en tiempo de adición logró desequilibrar la serie. Y ante el Huila ocurrió algo similar. Dominó todo el partido, generó muchas opciones de gol, pero no logró marcar. Necesitó irse a la definición por penaltis para conseguir su tiquete a la final, a todas luces justo, por su campaña y por lo visto durante los 180 minutos en Bogotá y Medellín.
Huila, con sus armas, mucho más limitadas, plantó cara y fue un dignísimo rival, especialmente en El Campín, en donde actuó como local porque el Guillermo Plazas Alcid de Neiva está en obra. Los opitas en esta serie jugaron dos partidos como visitantes, una ventaja que a un club como Nacional no se le puede dar.
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Aun así, los verdes tuvieron dificultades para hacer valer su superioridad (ambos duelos quedaron 0-0), sobre todo porque se encontraron con un arquero inspirado como Geovanny Banguera, un nariñense de 22 años que va a dar mucho de qué hablar en el futuro.
Ya en la definición por penaltis, la tranquilidad de los verdolagas se impuso (4-2), como tantas otras veces en esa misma instancia durante los últimos años. Los penaltis y el drama en el Atanasio son rutina y tanto jugadores como aficionados ya los saben asumir.
“Estoy muy satisfecho con el rendimiento de todo el equipo. Nos encontramos con un rival que se paró bien atrás, que vino a defenderse y lo hizo muy bien. Creo que dominamos y generamos muchas oportunidades de gol, no tuvimos sobresaltos atrás, no sufrimos. Siempre impusimos nuestro estilo, más allá de que no lo hayamos reflejado en el marcador. Considero que clasificamos con justicia y tenemos muchas ilusiones de salir campeones”, señaló el técnico Jorge Almirón al final del duelo.
El argentino, que llegó a comienzos de año, destacó “la categoría” de sus jugadores para asumir los cobros y “el respaldo de la afición en toda la definición”, pues “en ese momento la presión de la hinchada cuesta mucho”.
En 22 partidos de Liga este semestre, en el que además jugó tres en casa por Copa Libertadores y uno de Superliga ante Millonarios, Nacional suma 46 puntos, producto de 13 victorias, siete empates y solamente dos derrotas. Sus delanteros han marcado 25 goles y sus defensas han permitido apenas 14. Su máximo anotador es Dayro Moreno, con ocho tantos.
No es un equipo muy goleador. De hecho, se acostumbró a ganar con lo justo, casi siempre por un gol de ventaja, así en el trámite de los partidos sea mucho más que sus rivales.
Nacional cerrará como local la final de la Liga este sábado 9 de junio, y si mantiene su arco en cero, como ya es costumbre en el Atanasio, estará muy cerca de su título 17.