La garra de Juan Pablo Segovia

El defensor argentino de 29 años de edad, uno de los mejores refuerzos extranjeros que llegaron este semestre al país, ha sido fundamental en el buen comienzo del América en el torneo.

Jesús Miguel De La Hoz
25 de febrero de 2019 - 11:25 a. m.
Juan Pablo Segovia jugó en Atlanta y Los Andes en Argentina, y en Deportivo Cuenca e Independiente del Valle en Ecuador. / Gustavo Torrijos
Juan Pablo Segovia jugó en Atlanta y Los Andes en Argentina, y en Deportivo Cuenca e Independiente del Valle en Ecuador. / Gustavo Torrijos

Corriendo por potreros sin demarcaciones, con grandes desniveles que hacían que el balón cambiara fácilmente de dirección, creció el argentino Juan Pablo Segovia. Jugando fútbol contra niños cuatro años mayores que él, intentando emular las gambetas, el cambio de ritmo y la pegada de su ídolo de siempre, el uruguayo Enzo Francescoli. Y fue su jugador favorito porque en su familia siempre le inculcaron seguir a River Plate y en los primeros años de los 90 el Príncipe volaba y hacía volar a los hinchas millonarios en los estadios. (Así va la Liga Águila)

Siguiendo los pasos del uruguayo, cuando Segovia tenía el balón en sus pies solo pensaba en una cosa: hacer goles. Los pases eran más una obligación que una ayuda. En su mente siempre se visualizó gambeteando a los rivales y dejando sin cintura a dos o tres defensores. Pero el tiempo pasó, fue creciendo, entendiendo más el juego y también sus habilidades dentro de la cancha. El gol siguió siendo importante, pero ya no era él contra el mundo, sino que jugaba en equipo. Lo retrasaron unos metros y aprendió a asistir a sus compañeros.

Esas destrezas dentro del terreno de juego las aprendió en el baby fútbol, una categoría para los más jóvenes en Argentina. En el colegio, su profesor de educación física le había recomendado entrar a una escuelita de fútbol cinco en Corrientes, ciudad en la que nació el 21 de marzo de 1989. Allí fue donde lo potencializaron y gracias a esto llegó al equipo Huracán Corrientes, su primera escuadra, en la que deslumbró a los más entendidos. “En ese momento no jugaba de nueve, pero siempre buscaba el arco”, dice Segovia.

Fue a los 13 años que se cruzó en su camino el entrenador Edgardo Lebrizas. Fue claro con él: “Vos tenés todas las características para jugar de central, ¿por qué no lo intentás?”, le dijo mientras señalaba la posición en la que tenía que pararse. “En la actualidad no hay muchos defensores centrales que jueguen por zona izquierda. Podría irte bien en ese sector”, añadió el estratega, quien empezó a trabajar con Juan Pablo Segovia para hacerlo certero en esa zona. El jugador no se demoró en absorber los conceptos y desempeñarlos dentro de la cancha.

Como defensor abrió los ojos de más personas, entre ellas el representante de jugadores Juan Carlos Pridcoko. Lo hizo en una prueba en la que se presentaron más de 100 niños: fortaleza, agilidad, capacidad para saltar y ductilidad con el esférico fueron las cualidades que más destacó el agente y gracias a las cuales lo llevó a Buenos Aires para que se probara en algunos grandes equipos del fútbol argentino. Racing y San Lorenzo le cerraron las puertas, Lanús lo recibió. “Apenas me vieron, me dijeron que me quedara”, recuerda.

Fue un momento difícil en su vida. Dejó todo en Corrientes para terminar de formarse como persona y crecer como jugador en la gigante Buenos Aires. Pasó de una pequeña ciudad a las orillas del río Paraná, en la que conocía a casi todos sus habitantes, a una metrópoli como la capital, en la que se reúne Argentina y gente de todo el mundo. “Fueron momentos difíciles porque la pensión no es lo que es ahora, el club ha crecido mucho en los últimos años. En ese momento las instalaciones parecían abandonadas, eran frías”.

Pero era un sacrificio para lograr su sueño de convertirse en futbolista. Sí, la adaptación fue difícil y muchas veces le costó lágrimas, pero era algo insignificante para cumplir su gran objetivo. En 2007 le llegó la ansiada oportunidad y fue llamado al primer equipo de Lanús, pero nunca debutó. Estuvo en un plantel que será recordado por siempre por los hinchas granates: el que logró el primer título en el fútbol argentino para la institución en su historia. Celebró, tocó la copa, pero no vio ni un minuto en la primera división de ese país. (Santa Fe sigue sin ganar en la Liga: empató con Júnior en El Campín)

Posteriormente, en busca de más minutos, fue prestado a Atlanta, equipo de la segunda categoría. Ahí jugó su primer partido como profesional, contra Estudiantes de Buenos Aires, pero su equipo cayó 1-0. Un primer juego con un sinfín de emociones, que marcó el inicio de su carrera. “Fue una experiencia inolvidable: gané confianza, crecí como persona y como jugador”, afirma Segovia. También estuvo en Los Andes, que era un equipo de tercera, y la presencia del defensor fue importante para que lograra ascender a segunda.

“Son categorías difíciles porque no se juega tanto, son canchas complicadas, pero sirven para que uno vaya agarrando un roce importante. Fue bastante complejo, pero con el tiempo me acostumbré a jugar en campos en los que el balón brincaba constantemente y eso me ayudó para seguir creciendo como profesional”. Era un defensor fuerte, tanto de carácter como de físico. Pasarlo era una tarea que para muchos delanteros se convirtió en una misión imposible. Fue ganando nombre y desde el exterior se interesaron en sus servicios. (Medellín rescató un punto en el final ante Deportivo Cali)

Llegó a Deportivo Cuenca gracias a Gabriel Cosenza. Pasó por Independiente del Valle y, después de tres años en el fútbol de Ecuador, se le abrió la oportunidad de venir a Colombia. “Una vez terminé el contrato, recibí ofertas importantes, unas que me dejaban con mayores ingresos, pero al final decidí venirme para América. Nunca había tenido la oportunidad de jugar en un equipo tan grande, entonces era muy importante para mí en lo personal”, destaca el argentino, quien en sus primeros partidos vestido de rojo ha dejado una grata impresión gracias a su entrega, fortaleza y empuje, que lo han llevado a ganarse, de a poco, el corazón de la hinchada americana.

@J_Delahoz

jdelahoz@elespectador.com

Por Jesús Miguel De La Hoz

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar