Millonarios y Santa Fe: dos procesos con obligación de campeonato

El clásico capitalino abre el cuadrangular B de la Liga BetPlay. Dos realidades enfrentadas: un proyecto que lleva años y otro que está en construcción. El semestre de ambos refleja la irregularidad del torneo, que entra en fase de definiciones.

Fernando Camilo Garzón
06 de noviembre de 2022 - 02:00 p. m.
En el último clásico capitalino, Santa Fe superó a Millonarios en un vibrante partido por 3-2.  / Mauricio Alvarado
En el último clásico capitalino, Santa Fe superó a Millonarios en un vibrante partido por 3-2. / Mauricio Alvarado
Foto: Mauricio Alvarado / El... - Mauricio Alvarado

La inmediatez reina. En nuestros tiempos de modernidad líquida, como señaló Zygmunt Bauman —en los que impera el sentido individual y se olvidó la pertenencia social—, la realidad se escapa de las manos como agua entre los dedos. Los celulares reproducen videos de treinta segundos, escuchar canciones de más de tres minutos parece una pérdida de tiempo, y los éxitos e ídolos de un día caen y se olvidan al siguiente.

El fútbol no se escapa de lo inmediato. De alguna manera, siempre fue así porque el que manda es el resultado. Sin embargo, hoy los procesos son más escasos. Los proyectos son nulos y un técnico que se mantenga en su puesto, sin lograr títulos inmediatos, es un oasis en el desierto. Solo en este semestre, cinco de los veinte equipos en la primera división del fútbol colombiano descabezaron a sus técnicos, o sea el 25 % de los clubes. Y eso que fue un campeonato benévolo.

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En ese contexto, Millonarios es un caso raro. El trabajo de Alberto Gamero se ha mantenido por casi tres años. Permeable a la inmediatez, esa sentencia cruel del tiempo y los resultados, y sólido, a pesar de que apenas el miércoles logró su primer título en la Copa BetPlay, la relación del entrenador samario con el cuadro bogotano se ha mantenido en medio de tempestades. Decían que era director técnico de equipo pequeño y poco faltó para su salida en 2020, a pocos meses de su llegada, tras un mal arranque marcado por derrotas y muchas incógnitas alrededor de su figura.

El proceso, contra viento y marea, se consolidó con el tiempo —amén de la pandemia— y aguantar a Gamero en su cargo fue, en medio de sus constantes desaciertos en la confección de la nómina, una buena y valiente decisión de la dirigencia embajadora. Los azules formaron una identidad, un equipo que siempre intenta atacar sin importar las circunstancias y que en los últimos años ha sido el gran dominador del campeonato. La deuda eran los títulos y, por lo menos, ya la saldaron con una copa.

En la contracara capitalina, Alfredo Arias también llegó a Santa Fe con la idea de construir un proyecto, pues el uruguayo no es entrenador de una primavera, sino un estratega de largo aliento. Fuerte en su discurso, Arias le metió la mano al equipo, que llevaba años sin rumbo, y lo volvió competitivo. El efecto fue rápido, casi un lavado de cara.

Con herramientas reducidas, Santa Fe ha hecho un mundo. Alfredo Arias ya había demostrado sus capacidades en Deportivo Cali —de hecho, muchos le achacan el título de 2021— y en Bogotá ha vuelto a convencer por su capacidad de liderazgo. En su primera temporada, el estratega le devolvió al león la fortaleza entre sus líneas, consolidó una buena estructura y dejó al equipo, por más increíble que parezca, líder del todos contra todos en la última fecha.

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Independiente Santa Fe quiere darle continuidad a ese proyecto. El título se siente como una obligación para darle un espaldarazo al trabajo del entrenador, pero está la conciencia de que no es favorito en su zona. Sobre todo porque se enfrenta con Millonarios, el gran candidato y un equipo con mucho rodaje, que espera llegar a la final y vencer la mala racha de las útlimas ligas. Dos realidades que apuntan a un norte parecido, pero en tiempos diferentes. Tienen en común, además, la poca variedad de armas, dos estrategas tercos en sus ideas y un buen presente que proyecta el duelo más atractivo del cuadrangular A. Un partido de alto voltaje en las finales de la Liga BetPlay, que decantará el posible camino de cada uno hacia una nueva estrella.

Millonarios se quitó un peso de encima

En la final de la Copa contra Júnior, Millonarios cargaba mucha presión. Desde su llegada, a finales de 2019, Alberto Gamero no había conseguido ni un título. Tenían identidad: la intensidad, la presión y el manejo del balón. Un fútbol ofensivo y dominante, pero con resultados esquivos, sobre todo en las finales, momentos decisivos en los que el equipo se ha mostrado endeble.

Desde 2018, cuando alzó la Superliga, el albiazul no había vuelto a ganar ningún trofeo. En liga, su último título fue en 2017. Y en Copa no alzaba el título desde 2011. Ganarle la final a Júnior fue una descompresión necesaria y casi obligatoria.

“Es una alegría. Me da tranquilidad. Primero, porque tenía confianza en el club y el trabajo que hemos hecho. Quería esto, este título. Nos lo merecíamos y estoy feliz por todo. Se lo dedico a la hinchada azul, a los directivos y a mi familia”, dijo llorando Gamero en la celebración del campeonato el miércoles.

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Millonarios ha sido uno de los mejores equipos en los torneos más recientes. Dominante en liga, no salió del top tres en la tabla durante los últimos dos años. No obstante, este semestre fue la excepción. Parecía que, como ya era costumbre, el cuadro capitalino llegaría a las finales en la punta del campeonato, pero su pésimo cierre, con apenas dos victorias en diez partidos, terminó haciéndolo sufrir para clasificar de cuarto en la última fecha.

Una caída de rendimiento casi inexplicable, teniendo en cuenta que era un equipo que jugaba cómodo en la mitad de la temporada y tenía la clasificación a un par de victorias. En medio de la mala hora, Gamero había dicho hace un par de semanas: “El problema no es futbolístico, porque lo que hacen los muchachos en la cancha no es para perder; corren, luchan, intentan jugar bien. Nosotros intentamos jugar, a veces no nos dejan, pero intentamos siempre. En todos los partidos creamos opciones de gol”.

Al equipo le costó volver a su curso natural, aunque la última fecha de la fase regular dejó la sensación de que los fantasmas que bloqueaban al equipo se disiparon. A pesar de la irregularidad, el cuadro de Gamero, según la Dimayor, llega a las finales siendo el tercer equipo más goleador (29) de la fase regular, por detrás de Medellín (30) y Nacional (31), que se quedó afuera de los ocho a último momento. También es el tercer equipo que más remata y el segundo que más dispara al arco (317), solo por detrás de América de Cali (322). No obstante, la fortaleza del equipo de Gamero está en el movimiento de la pelota. Es el equipo que más pases hizo: 9.070 en lo que va del campeonato, y el segundo con más precisión (83 %), solo por debajo de Nacional (84 %).

Son buenos números, aunque, hay que decirlo, no los mejores de la era Gamero. El reto para Millonarios será aprovechar el envión anímico del título y fortalecer la cabeza del equipo en los momentos de duda. Domar los demonios que antes se han traducido en frustraciones.

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Santa Fe sorprendió

El panorama de Santa Fe era de no creer el domingo pasado, como pasó con casi todos los equipos que entraron a los ocho. Ganó y quedó líder, pero si hubiera perdido estaría por fuera de la fiesta. El péndulo de la fortuna. El equipo de Alfredo Arias es reflejo fidedigno de la irregularidad del torneo. El vaivén de la tabla, que tuvo varios líderes, pero ningún equipo dominante, demuestra la crisis actual del fútbol colombiano. Un campeonato nivelado por lo bajo, más allá de la competitividad de su formato.

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Eso sí, Santa Fe, dentro de sus carencias, fue uno de los mejores equipos del semestre. Por lo menos, dio de qué hablar. Protagonista, el cuadro cardenal fue de los más interesantes por su evolución y la influencia de su técnico.

Arias explicó desde que llegó que la idea era hacer un Santa Fe sólido. Un equipo consolidado desde atrás. Líneas compactas, proyectadas desde las ideas claras que bajaban desde la cabeza del equipo, que le permitieran ir al ataque con la garantía de una buena base. “Santa Fe, cuando me tocó enfrentarlo, era un equipo seguro. Queremos darle eso: seguridad, mi idea es siempre ir al frente, pero para eso hay que defender bien”, dijo el técnico al explicar su filosofía de juego.

Y aunque las intenciones del entrenador sí le cambiaron la cara al equipo, también habría que decir que Santa Fe no fue el más destacado desde la estadística. Todavía hay mucho camino por andar. Comparado, por ejemplo, con su rival inmediato, Millonarios, tuvo menos vallas invictas (cinco frente a ocho), concedió más goles (26 frente a 19) y tuvo peor porcentaje de duelos individuales ganados (50,8 % para los azules y 50 % para los rojos).

Santa Fe tuvo altibajos en todo el semestre. La idea de Arias se demoró en cuajar. Más allá de que en las primeras fechas el equipo quedó entre los primeros del campeonato, en el meridiano del torneo, el expreso rojo se cayó y estuvo tambaleando para entrar a los ocho. No habría sorprendido a nadie que se quedara afuera, pero en la certera balanza de lo inmediato, cruz de todo proceso, habría sido un sonoro fracaso.

“El objetivo nuestro —lo dije desde el primer día y lo repito— era clasificar entre los ocho, tratar de estar en competencia por una copa internacional, que es lo que nos habíamos planteado. Ahora, estamos en otro campeonato, que tiene otras connotaciones. No digo que los equipos juegan distinto, pero sí digo que hay que tener en cuenta otras variables, que cada técnico de cada equipo las tendrá”, aseguró, ya clasificado.

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Sin embargo, a los cuadrangulares Santa Fe llega bien. Obviando el liderato mentiroso, en los últimos diez partidos el albirrojo sumó siete triunfos, buena racha que incluye una victoria contra Millonarios, su clásico rival con el que abrirá las finales este domingo.

“Todo clásico es diferente. Este campeonato, al repetir los clásicos, es especial y diferente a todas las ligas del mundo. El único equipo que jugó contra el mejor en quince días fuimos nosotros: dos veces. El único que ganó puntos ante el mejor fuimos nosotros. Ahora nos enfrentamos dos veces más. Cuando chocamos era el mejor momento de ellos y ahora se repite ese panorama. Nos estamos preparando para ganar”, advirtió el estratega uruguayo.

Tanto Santa Fe como Millonarios saben que juegan un partido complejo. Arias tiene razón: los azules llegan como favoritos por la coyuntura y el trabajo que Gamero ha construido durante años. No obstante, ese contexto le gusta al cardenal, que con sus armas buscará cerrarse contra los embajadores y repetir el último triunfo, que fue por 3-2.

El camino empezará a aclararse para los dos equipos una vez concluya el primer clásico de las finales. El segundo cerrará el cuadrangular el 23 de noviembre. Dos equipos con realidades dispares, pero con objetivos similares. Santa Fe mantiene la incógnita de cuánto podrá durar sin resultados inmediatos, si tendrá el mismo cuero que su clásico rival. Ambos, seguro, necesitan la estrella de diciembre para respaldar sus procesos, que en estos tiempos son efímeros y, cuando están sustentados por buenas ideas, es menester defenderlos.

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