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Miguel Ángel Russo se enfureció. Mucho. Se sintió tan mal que hubo un momento en el que dejó de contestar el teléfono. Lo apagó y decidió quedarse sólo unos días. En ese desierto su cabeza dio una pelea sin cuartel. Sus pensamientos eran ambiguos y contradictorios. “¿Cómo carajos pude superar un cáncer y no voy a poder contra una bacteria?”, se preguntaba a sí mismo.
Claro que a pesar de todo nunca dudó, siempre estuvo con la actitud de ganar una segunda batalla que la vida le puso al frente. Se rodeó de médicos idóneos, de su familia y del que considera la cura fundamental: el amor. ¿Sintió miedo? Lógico. Todos lo sienten, es un síntoma de cordura. Claro que, como en cualquier circunstancia adversa, para superarla es necesario vencer el miedo y no que sea del modo contrario. Ahí entra a jugar un papel fundamental el entorno, el positivismo. El creer que hay futuro y que los pensamientos pesimistas pierdan valor.
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Así fue como Miguel Ángel superó el cáncer de vejiga y la “maldita bacteria”, como el mismo le dice. “Ahora viene lo mejor de mi carrera, que seguramente no es mucho tiempo, porque en algún momento debo dejar el fútbol antes de que el fútbol me deje a mí. Porque después de todo este quilombo, uno enfrenta lo que viene de otra manera, con otras formas”, le dijo el técnico argentino de 62 años a un medio de su país antes de viajar a Bogotá.
En el fútbol, la fortaleza mental es determinante. Se debe construir un método para afrontar constantemente los imprevistos. Los técnicos y líderes de grupos no deben preocuparse por los inconvenientes, más bien deben ocuparse en encontrar cómo solucionar los problemas. Esta metodología futbolera jugó un papel fundamental en el proceso de Russo. Haber pasado por varios momentos de tensión le dio una experiencia importante que a la hora de aplicar eso mismo en su vida le hizo llevar toda la crisis de una manera menos dura.
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Hoy estará llegando a la capital de Colombia, al lugar en el que batalló unos meses contra su enfermedad, en el que es amado no sólo por los hinchas de Millonarios, sino del fútbol en general. Vuelve a un entorno que lo rodeó en todo momento y de alguna manera lo motivó en los días en los que no se veía futuro y el panorama era oscuro. “Llego a Millos, mi equipo, mi presente”, destacó con emoción el técnico campeón de Colombia, quien espera aportar su experiencia para revertir el mal momento deportivo que vive el club bogotano.
Su llegada será un impulso anímico para los jugadores. Él ya ganó el partido más importante y duro de su vida y esa experiencia que adquirió será vital para transmitirles un nuevo mensaje. El equipo embajador visitará a Leones en el estadio Metropolitano de Itagüí (8:00 p.m., por Win Sports), con la necesidad de sumar para acercarse en la clasificación a los ocho finalistas. Este juego lo verá Miguel Ángel por televisión, sin embargo, desde el lunes regresará a los entrenamientos, a dirigir a sus muchachos, y el martes, en Copa Libertadores, ante el Deportivo Lara de Venezuela, se volverá a parar en la raya a dirigir, su pasión. Algo que lleva haciendo por 29 años y que lo ha hecho un hombre feliz.