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Desde horas de la mañana ya había extensas filas en las afueras del Roberto Meléndez. Todo se disponía para un gran espectáculo futbolero, para una fiesta rojiblanca, para un día memorable.
Y así fue. Armando Pérez, árbitro de aquel encuentro entre Atlético Júnior e Independiente Santa Fe, no podía creer, desde su perspectiva en el centro del campo, lo que se palpitaba en las tribunas del ‘Metro’.
No cabía uno más y ese 6 de diciembre de 1987 solo puede ser comparado con un día de mayo de 1986, cuando se inauguró el emblemático estadio ante la Uruguay de Enzo Francescoli y compañía.
La diferencia es que esa fecha de 1987 todos los presentes en el Metropolitano voltearon a mirar un mismo punto, una ojeada común al objeto que literalmente era como caído del cielo, el helicóptero donde venía el especial Édgar Perea.
‘El Campeón’ venía de ser sancionado por el Ministerio de Comunicaciones a raíz de sus palabras desmedidas y de grueso calibre en el programa La Polémica, de Caracol. Soñaba con una reaparición apoteósica y lo cumplió.
Se bajó del aparato volador y besó el césped. Pañuelos blancos fueron ondeados en su honor, y los aplausos y la algarabía, y la sorpresa y el impacto, eran sus logros.
Naturalmente saludó a sus fervientes y, así como lo realizó durante gran parte de su singular existencia, se dedicó a observar, sufrir y reír por “Júnior tu papá”.