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Hay quienes tienen un faro, un modelo a seguir. El de Radamel Falcao García, el delantero más importante en la historia del fútbol colombiano y goleador de la selección en todos los tiempos, con 32 tantos, fue su padre: Radamel García King, quien falleció este jueves a sus 61 años debido a un derrame cerebral.
La verdadera importancia de los faros no solo radica en los rayos luminosos que suscitan, también en la oscuridad, en esos intervalos negros de opacidad que avisan a los navegantes de la llegada a una costa.
La vida del Tigre ha estado marcada por varios momentos de tinieblas, historia repetida. En esos lapsos de ceguera, de intromisión, de estar perdido, estuvo García King, con su haz efímero de luz para iluminar el camino. Porque también se vale estar extraviado. Igual, la ruta siempre culminó en el mismo destino: Dios.
(Puede leer: La huella de Radamel García en su hijo Falcao).
“El momento clave y el más difícil para mí fue cuando Falca se montó en un avión a Buenos Aires. Antes de que se subiera yo le dije que tenía que estar seguro, que se iba lejos, que estaría a seis horas por aire y a quince por tierra, que si se regresaba quedaría en ridículo. Le hablé con severidad, pero con el alma arrugada. Él, sin dudarlo, aseguró: ‘Esto es lo que yo quiero’. Y yo me quedé, insomne durante tres años. Fue terrible dejarlo ir. Noche tras noche me despertaba a las dos de la mañana. Mirando al techo me preguntaba si todo andaría bien en Argentina, si Falcao estaría pasando trabajos o hambre. Porque él llegó a una casa de familia y no le pagaban un peso, así que eran inciertas las condiciones en las que se encontraba. Pero él nunca llamó a pedir auxilio, ni pensó en devolverse. Andaba como pez en el agua y esa experiencia le cambió la vida”, dijo en su momento Radamel García, quien jugó en Júnior, Santa Fe, Unión Magdalena, Tolima, Bucaramanga e Independiente Medellín.
El actual delantero del Mónaco fue su fiel compañía en los entrenamientos, en el vestuario, en los partidos. Y siguió sus pasos: a los 13 años y 112 días de vida debutó con Lanceros, club de la segunda división, hecho que lo convirtió en el jugador más joven en estrenarse en el fútbol profesional colombiano. El técnico era Hernán Pacheco, quien se convirtió en uno de los grandes amigos de su padre.
Lea también: (El camino de Falcao contado por su papá).
“Lo recordaré como un tipo alegre, que siempre salía con un chiste, con una costeñada. Fue el pilar de lo que hoy es Falcao. Todavía recuerdo cómo lo ponía a subir escaleras para que cogiera fuerza. En el cielo debe seguir con los pantalones torcidos (risas), bien arriba, con la cremallera a un costado. Nos hacía reír. Te nos adelantaste, viejo Rada”, apuntó Pacheco.
Económicamente, el fútbol de antes no era como ahora. A Radamel le tocó sacrificarse para darle una infancia digna a su hijo. Luego del retiro, cuando decidió comenzar a ser formador de jugadores y técnico de equipos, la plata no llegó fácil. Le tocó ser taxista para que nunca faltara el plato en la mesa.
Cuando el Tigre comenzó a figurar en River y su carrera despegó, la labor de su padre fue de asesoramiento. Su experiencia en el fútbol era clave para darle consejos a su hijo. Veía los partidos por TV y lo llamaba a decirle cómo mejorar. Eso ocurrió hasta el último día. Hasta en el Mundial de Rusia, donde la vida le dio revancha a Falcao, uno de los momentos más felices de la familia García Zárate.
“Si solo me quedara un consejo para darle, no escogería repetirle que deje de adelantarse al balón. Ni le diría que corra de otra forma. No, le recomendaría que nunca abandone su esencia, que no deje de ser la persona que ha sido, ni que aparente ser algo que no es. Yo le pediría que no olvide de dónde viene, que a pesar de la fama y el dinero mantenga su humildad y recuerde sus orígenes. Es gracias a su forma de ser que ha llegado lejos. Poco me importa que se demore en responder mis mensajes y que lo haga con pocas palabras. Me interesa que esté presente en nuestras vidas cuando es clave que esté. Me interesa que sea feliz, pero no solo por razones altruistas: su tranquilidad es la mía. Ser egoísta es uno de los vicios que me permito, esa es la ventaja de ser su papá, de quererlo tanto, de que se haya convertido en mi sueño hecho realidad”, fueron las palabras de Radamel en un texto escrito por él en la Revista Cromos.
Desde arriba seguirá apuntándole el camino con sus rayos de luz. No sin que antes lleguen esos segundos necesarios de oscuridad. Fuerza, Tigre.