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Quince días antes del debut como profesional de Yerry Mina, un joven de Puerto Tejada (Cauca), con 1,85 metros de altura, jugó los últimos cuatro minutos de un intrascendente empate entre Deportivo Pasto y Águilas Doradas. Ese día Fabián González Lasso se estrenó en primera división. Ambos se hicieron compañía, sus caminos cambiaron de rumbo, pero esa amistad con el hoy central del Everton inglés fue la que en el momento más difícil y más complicado sacó adelante al hombre que ha sido la revelación de Millonarios en esta Liga Águila.
Juntos hicieron amistad. Lasso y Mina son de la misma región. Uno nació en Guachené, un municipio al norte del Cauca y el otro a 11 kilómetros, en Puerto Tejada. Esa fue una de las razones por las que entre ambos hubo simpatía y química.
Además del lugar de nacimiento, tuvieron otras cosas en común, como la pasión por el fútbol y con el tiempo desarrollaron una gran habilidad para el juego aéreo.
“Entre ellos apostaban con dos jugadores uruguayos que había en ese Pasto, para ver quién era el que más marcaba goles de cabeza en los entrenamientos. Tanto Fabián como Yerry siempre lo hacían mejor”, recuerda John Lozano, quien desde el comienzo es el representante del delantero que ya lleva siete goles en este 2019 con la camiseta del club embajador.
Las cosas cambiaron para Lasso cuando Flabio Torres abandonó la dirección del equipo nariñense. La directiva decidió contratar a Jorge Luis Bernal, pero la falta de dinero en el club hizo que se fueran varios jugadores y que las condiciones se modificaran. (Millonarios comenzó los cuadrangulares con triunfo en Cali ante América)
De no ser por Bernal, Lasso se hubiese ido del club con el que llegó a jugar 12 partidos. Pasó a tener un contrato de auxilio en el que solamente le pagaban los transportes. Ahí fue cuando Mina, que ya se iba consolidando en el equipo y comenzó a tener mejores actuaciones, se encargó del mantenimiento del apartamento que compartían en la capital de Nariño.
La llegada de Wilson Gutiérrez al cuadro del Galeras fue definitiva para su salida. Luego pasó a jugar en Equidad, en el que tan solo anotó un gol, precisamente ante Millonarios. La falta de minutos volvió a ser una constante y decidió buscar su futuro por fuera.
El Sport Ancash, de la segunda división de Perú, fue donde comenzó a tener regularidad. En un año jugó 20 partidos por Liga y marcó nueve goles. (Felipe Jaramillo, el jugador de Millonarios que escapó de las balas)
Eso le dio el salto a la primera división del balompié inca. Primero jugó en Ayacucho, en el que de los 11 juegos que disputó, en ninguno fue titular. La regularidad la obtuvo en el Academia de Cantolao, en el que estuvo dos años, pero en la última temporada jugó 39 partidos y anotó 21 goles.
Cada una de esas anotaciones las veía Jorge Luis Pinto. ¿Cómo? Por Whatsapp.
Lozano, su representante, conocía al entrenador santandereano y se encargaba de enviarle uno a uno los goles que Lasso hacía en Perú. “Tiene un biotipo que sirve para cualquier club del mundo. Hay que hacerle trabajos de definición. Que mejore sus pinceladas finales. Él es interesante”. Esa fue una de las tantas respuestas que le dio Pinto a Lasso durante 2018.
Cuando el entrenador santandereano firmó como nuevo entrenador con Millonarios, ya tenía claro a quién quería traer.
Lasso le ha respondido ante la ausencia del paraguayo Roberto Ovelar. Su movilidad y versatilidad para adecuarse a los esquemas tácticos han hecho que se gane un lugar en el equipo líder del fútbol colombiano.