Amadeo Carrizo, un arquero moderno que jugó hace 60 años

El legendario ex guardameta de River Plate y Millonarios murió en Buenos Aires este viernes a los 93 años

Redacción deportes
21 de marzo de 2020 - 03:00 a. m.
Amadeo Raúl Carrizo falleció en Buenos Aires, a los 93 años.  / Getty Images
Amadeo Raúl Carrizo falleció en Buenos Aires, a los 93 años. / Getty Images

En una época en la que las noticias llegaban con varios días de retraso y las grandes hazañas deportivas se contaban en las crónicas de la prensa escrita, el nombre de Amadeo Raúl Carrizo era uno de los que más repetían los reporteros que cubrían el torneo del fútbol argentino.

Durante 24 años, este arquero de 1,88 metros de estatura fue uno de los principales referentes del River Plate, de Buenos Aires, y sus “locuras innovadoras” se conocieron en Colombia gracias a las portadas de la revista El Gráfico, que con frecuencia llevaban su foto volando de palo a palo o saliendo del área con el balón dominado con los pies.

Sí, porque, guardando las proporciones, Carrizo fue el René Higuita de las viejas generaciones. El hombre que sacó del anonimato a los porteros y los graduó como figuras. Fue él quien les hizo entender a los entrenadores que un buen equipo se construye desde el arco, sobre todo en una época en la que los sistemas y las estrategias estaban diseñados para favorecer el fútbol ofensivo.

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Don Amadeo falleció este viernes, a los 93 años luego de días internado en el hospital central de la capital argentina, pero su legado en el fútbol será eterno. Nació en la pequeña población de Rufino, en la provincia de Santa Fe, el 12 de junio de 1926. Llegó con su familia a Buenos Aires y no tuvo más juguete que un balón, de trapo, claro, porque en la década de los 30 en la capital argentina eran pocos los privilegiados que pateaban pelotas de cuero.

Debutó como profesional con apenas 19 años y durante 24 temporadas fue titular indiscutido en el equipo de la banda cruzada. Atajaba con guantes y rodilleras, de vez en cuando con gorra. Disputó 552 partidos, que lo convierten, de lejos, en el jugador con más presencias en el club de Núñez. Ganó las ligas argentinas de siete ligas: 1945, 1947, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957.

Era tal su prestigio internacional, que muchas veces fue invitado a jugar encuentros de exhibición. Y, al mejor estilo actual, los contratos de los juegos amistosos que disputaba River en el exterior exigían que Carrizo estuviera en la cancha. Eso lo convirtió en superestrella. Llegó a cobrar tanto o más que los grandes goleadores y figuras de la época, comandados por Ángel Labruna, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera y Bernabé Ferreyra.

Durante diez años con la selección, sin embargo, no tuvo un paso tan brillante. Participó en el Mundial de Suecia 1958, en el que la albiceleste tuvo una discreta presentación. En cambio, fue la figura de la Copa de las Naciones, un torneo que se jugó en Brasil en 1964 para conmemorar el éxito del scratch en la Copa Mundo de Chile, dos años antes. Allí, Carrizo mantuvo su valla invicta ante Portugal, Inglaterra y Brasil, comandado nada menos que por Pelé, a quien en ese encuentro le sacó de todo.

Figura de Millonarios

A los 42 años, cuando todo indicaba que anunciaría su retiro, Amadeo aceptó una oferta que le hizo Alfonso Senior para jugar en Millonarios, club del que tenía referencias por su amigo Adolfo Pedernera.

Su llegada a Bogotá generó mucha polémica, justamente por su edad, pero tener a una figura legendaria en El Campín les hizo recordar a los aficionados la época de El Dorado, cuando los mejores futbolistas del continente defendieron la camiseta del equipo embajador.

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En una entrevista que le concedió a este diario en 2009, Carrizo admitió que “la idea de atajar con guantes fue mía. En 1957 fui con la selección a jugar a Italia y allá los usaban mucho en el invierno. Me compré media docena e impuse esa moda en toda Sudamérica”.

De su paso por Colombia decía que “llegué con algo de presión, porque la gente esperaba al arquero imbatible que veía en las revistas. Me criticaron mucho, pero creo que no defraudé. Demostré que todavía tenía mucho para dar. Tuve muy buenas actuaciones y, sobre todo, creo que intimidé a muchos rivales. A veces bastaba con salir a achicarles y gritar para que se asustaran”.

En Millonarios jugó 60 partidos entre 1969 y 1970. “Recuerdo con especial cariño a la hinchada, que siempre me respetó, incluso cuando me comí algún gol. Y claro, a un tremendo jugador que teníamos, como era Alejandro Brand”.

Carrizo, quien admite la dificultad que siempre le representó ir a jugar a plazas como Barranquilla y Cúcuta, en donde sufría mucho por el calor, fue homenajeado en 2004, en un partido amistoso entre River y Millonarios en el estadio El Campín, al que asistieron cerca de cuarenta personas.

El juego terminó 2-2 y Marcelo Gallardo, entonces capitán y hoy exitoso técnico del equipo argentino, recibió una copa con el nombre del legendario guardameta. Ese galardón se exhibe ahora en la sala de trofeos del estadio Monumental. Se fue Tarzán, el responsable de que a los buenos porteros en cualquier barrio de Bogotá y de Colombia a comienzos de los años 70, les dijeran “Carrizo”, como hacen hoy con los niños que se destacan en las escuelas de fútbol y les dicen “James”, “Messi” o “Ronaldo”.

Por Redacción deportes

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