Ajax, la máquina del buen fútbol

El equipo Ámsterdam cumple este miércoles 120 años, tiempo en el que ha mostrado una nueva manera de jugar, entender y educar a los jugadores. Con sus colores, rojo y blanco, Johan Cruyff se hizo inmortal.

Camilo Amaya
18 de marzo de 2020 - 12:29 p. m.
Johan Cruyff, el mejor jugador que ha tenido el conjunto de Ámsterdam. / AP
Johan Cruyff, el mejor jugador que ha tenido el conjunto de Ámsterdam. / AP

Una reunión en el Café Oost-Indië de la calle Kalverstraat, en Ámsterdam, un diálogo prolongado para reinventarse a sí mismos y la desilusión de dos intentos fallidos. Primero el club Unión, después el Foot Ball Club Ajax, ambos equipos que no perduraron, que fracasaron en su propósito de consolidarse en la Holanda de finales del siglo XIX, con jugadores aficionados que se iban por mejores ofertas, para cumplir con sus trabajos o, simplemente, porque veían en el fútbol un futuro sombrío, poco exitoso. Por eso Han Dade, el hijo de un carpintero de barcos y dueño de una de las pocas pelotas de cuero real que había en la ciudad, quiso acabar con la decadencia hacia este deporte y le propuso a Carel Reeser, heredero de un telegrafista, y a Floris Stempel, un hombre siempre pulcro y muy ágil con los números, intentarlo una vez más.

Y así, luego de tres horas de una discusión profunda en el que fuera el lugar de concentración de los trabajadores de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, nació el Football Club Ajax, con la regla máxima del juego limpio y el entretenimiento saludable y agradable. La época convulsa, de personas indóciles, así lo requería. De ahí las multas altas por incumplir con la hora de los partidos amistosos en una cancha que cada día cambiaba de dimensiones, y la recolecta estricta de fondos para alquilar un lugar al norte de la capital donde poder jugar de locales. Stempel se convirtió en el presidente y, sabiendo del fracaso de años anteriores, organizó una pretemporada para foguear a su corta nómina.

El primer resultado fue un 6-1 en contra, doloroso. Sin embargo, seis meses después (29 de septiembre de 1900), Ajax venció 2-1 a un conjunto de Alemania, en lo que fue el hecho fundacional para que en 1902 la institución fuera admitida por la Asociación Holandesa de Fútbol. Esa misma temporada pasó de la tercera a la segunda división, y dejó de ser visto como un club aficionado que quería sumar más profesionales del deporte, y la gente comenzó a hacer donaciones para un equipo creciente que había entendido que el fútbol debía ser más clínico para ser competitivo.

El inglés que cambió al Ajax

En la película Ajax, allí se oye cantar a los ángeles, que solo se pudo ver en Ámsterdam, a causa de las amenazas de los hinchas de otras ciudades a los dueños de los cines que intentaron proyectar la historia del club en su primer centenario (año 2000), se habla de un personaje llamado Jack Reynolds, corpulento, de manos grandes, brazos y piernas largas y pelo canoso. Inglés y exjugador del Manchester City, Reynolds estuvo en Alemania con el propósito de entrenar a la selección de ese país para los Juegos Olímpicos de 1916, en Berlín, evento que fue cancelado por la Primera Guerra Mundial. “Teníamos todo listo, pero no les pareció que, en pleno conflicto, un británico fuera el que estuviera al mando del equipo y me dijeron que me marchara”, explicó Reynolds en su momento. Ajax se enteró de que Jack no volvería a casa (quería permanecer en un lugar neutral) y por medio de una carta, firmada por Stempel, le hizo saber que lo quería para dirigir su grupo porque, en el fondo, estaba enterado de la reputación del hombre al que no le hacía falta tener un plan porque él mismo era el plan.

Reynolds mezcló la vida, su vida, con el fútbol y se encargó de cambiar la mentalidad del jugador holandés. Ya lograba que fueran tan efectivos y rápidos como uno que otro club inglés, pero necesitaba crear el hábito de la disciplina en la cancha y de la preparación física fuera de esta. Gracias a él los juveniles empezaron a practicar de la misma manera que lo hacían los del plantel profesional. “Era muy didáctico. Tomaba la pelota y emulaba los movimientos con un cariño que generaba empatía en los niños. Por eso cuando los subía, ellos ya tenían en sus cabezas todos los conceptos y las ganas de jugar e ir al choque sin vacilaciones. Entraba a las ocho de la mañana y le daban las diez de la noche trabajando”, resalta el historiador Harke Groenevelt. De hecho, en el filme se hace alusión a que fue Reynolds el creador del concepto de fútbol total, que años más tarde perfeccionaría Rinus Michels con Johan Cruyff como principal figura.

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De su mano, Ajax ganó su primer título (Copa de los Países Bajos) en 1917 y fue campeón de la Liga de Holanda en 1918, a pesar de no contar en la final con Jan de Natris, la gran figura, que no llegó para el encuentro con el Illem Tilburg porque perdió el tren. Un año después ganaron de nuevo la Liga y lo hicieron de manera invicta (pasaría de nuevo en la temporada 1994-95 de la mano de Louis Van Gaal). Ajax se convirtió en la medicina para una población atrincherada que sufría de racionamiento de alimentos, por el conflicto bélico, y procuraba mermar el impacto de la guerra a través del deporte. El 9 de octubre de 1922 Reynolds y su Ajax disputaron el primer clásico de la historia frente a Feyenoord, se impusieron 3-2 en Róterdam, pero los locales apelaron a una reclamación aludiendo que el tercer tanto del rival no era legítimo (la pelota no había pasado del todo la raya de gol) y el duelo terminó con un 2-2 que originó una rivalidad que prevalece.

“Era innovador con la táctica y sus dirigidos tenían una gran capacidad técnica. Estilo, elegancia y letalidad. Eran muy superiores al resto”. Así lo definió Wim Schooevaart, periodista en ese entonces de la BBC de Londres. Pero el miedo de aceptar tanto éxito terminó quebrantando las relaciones de Reynolds y los directivos de Ajax y, en 1925, el inglés se marchó para firmar con el Blauw-Wit. En los siguientes tres años el equipo no pasaría de la segunda posición de torneo al mando de Harold Rose y Stanley Castle, también británicos, pero que dejaron de lado el rigor pactado de antes y no obtuvieron buenos resultados.

Reynolds, más por el amor a una afición que había crecido rápidamente, pidió regresar para la temporada 1928-1929. Su partida fue por un periodo tan breve, que las personas la olvidaron pronto, y Jack recuperó la entrega absoluta, la fortaleza y, sobre todo, la incondicionalidad. Tras un comienzo funesto, Ajax escaló varios puestos en la tabla, Reynolds modificó posiciones y al final de la temporada quedó cuatro puntos arriba del descenso. “Empezaron a jugar bien y sumaron los títulos de 1931, 1932 y 1934 con cifras impresionantes, como la de 75 goles en 18 partidos. Una máquina de anotar”, reconoció Harrie Dane, hijo de Han Dane, uno de los fundadores y quien jugó bajo las órdenes de Reynolds. En 1939, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el DT fue arrestado por los alemanes, trasladado a un campo de concentración en los Países Bajos y después a otro en Polonia; sin embargo, los nazis fueron respetuosos y benevolentes con Reynolds y le permitieron escribir una columna llamada “Consejos técnicos”, que se publicó cada semana en la revista del Ajax.

En 1944, tras el avance de los rusos en territorio polaco, Reynolds fue llevado a Francia, donde quedó en libertad luego de un intercambio de prisioneros entre las tropas alemanas y las inglesas. Y en 1947 volvió a Ámsterdam para comandar al club a una nueva corona antes de retirarse y dedicarse a atender una pequeña cigarrería en la capital holandesa, donde murió en 1962 a los 81 años, tras dejar el legado de que “el ataque es la mejor defensa”. Como homenaje, una de las salas VIP del Ámsterdam Arena lleva su nombre, para recordar al DT de inteligencia lúcida y voluntad fuerte que les enseñó lo que hacía falta para ganar.

Potenciando el fútbol total

En la década del 60, Ajax nombró como entrenador a Rinus Michels, exjugador del club y uno de los mejores delanteros que tuvo Reynolds en su tercera etapa como DT (269 partidos y 122 goles). Michels hizo todo el proceso de inferiores y apenas pudo debutar en 1946 luego de que terminara la Segunda Guerra Mundial. Su carrera como futbolista, que terminó en 1958 por una lesión crónica en la espalda, no sería tan exitosa como la que forjó como estratega, entendiendo que la mente era la principal fuente de energía en el juego. En 1965 se oficializó su llegada, suceso que coincidió con el ascenso al primer equipo de un joven magro, temperamental y tan talentoso que obligó a Ajax a que le pagara un sueldo digno (cinco veces más del que ganaba), pues su padre había fallecido unos años antes y no quería que su madre siguiera limpiando los vestuarios del club. Era Johan Cruyff.

El periodista Ezequiel Fernández cuenta que uno de los primeros contactos entre dos de las personas que cambiarían la historia de Ajax, y del fútbol mismo, fue en un pequeño bosque que bordeaba la sede deportiva, donde Michels descubrió a Cruyff fumando. El castigo fue citarlo a entrenar al otro día, mientras el resto de la plantilla tenía jornada libre. Johan, tan aplicado y obediente, llegó puntual, Rinus hizo lo mismo, bajó la ventana de su auto y en medio de un clima que calaba hasta los huesos se limitó a decir: “Qué frío, me voy a la cama, adiós”. Desde ahí nació una amistad que mutó en hermandad, le dio a Ajax sus años más importantes, con más títulos, y cambió la vida de un Cruyff que venía de la precariedad, y aprendió a existir y persistir en la abundancia.

Michels diseñó todo un esquema para que Ajax girara en torno a su estrella. Y con sus maneras de general logró que el club funcionara como un pequeño ejército. En su primer mes, el DT trotó todos los días alrededor de la cancha de entrenamiento y, en una libreta roja, anotó los aciertos, errores, tiempos y movimientos. “Les dijo a sus hombres que iban a organizar un estilo al que llamarían el fútbol de presión, en el que los delanteros tenían que defender y los defensores atacar. Acosar sin tregua ni respiro al adversario para recuperar la posesión del balón, y no ceder a ningún precio la iniciativa del ataque al contrincante, contando con dos requisitos básicos: un espíritu de lucha inquebrantable y una perfecta preparación física, sin los cuales el sistema se derrumba irremediablemente”, dice Marinus Jacobus Hendricus en su libro Team Building: The Road to Success, un texto que recopila decenas de anécdotas de Michels para fortalecer el trabajo en equipo.

En ese libro también se explica cómo el DT diseñó un plan de acondicionamiento físico para que Cruyff dejara de ser tan endeble y frágil, y soportara la rudeza del juego que él necesitaba. Así lo transformó, así le hizo entender que “tocaba muy bien, pero que necesitaba más para dirigir una orquesta, que su éxito radicaría en poner su calidad en función de los demás”. Y Johan, que siempre había jugado de nueve y que de cuando en cuando hacía las veces de arquero en las prácticas infantiles, potencializó sus momentos en el arco (cuando un portero se lesionaba él lo reemplazaba) y leyó los partidos como pocos, quizá como ninguno. Juntos ganaron cuatro Ligas de Holanda, tres Copas y la primera Champions League (1970-1971) luego de haber caído en la final con Milan (1968-1969). Cruyff levantó su primer Balón de Oro y Europa entera aclamó al mejor equipo del mundo. Curiosamente, estando en la cúspide, Michels se marchó para Barcelona y Ajax quedó en manos de Stefan Kovacs, un rumano que venía del Steaua de Bucarest y no cambió nada del funcionamiento. “¿Qué les podía decir a Cruyff y a Johan Neeskens? Pues nada. Simplemente los dejaba jugar”, son las palabras del DT que recuerda David Winner en su libro Brilliant Orange, la mejor crónica del fútbol holandés de la década de los 70.

En su primer año con Ajax, Kovacs ganó todo: la Liga, la Copa, la Champions, la Supercopa de Europa y la Intercontinental (venció a Independiente de Avellaneda en 1972). De hecho, su escuadra puso los cimientos de la selección de Holanda en el Mundial de 1974, equipo que dirigió Michels y que perdió 2-1 en la final con Alemania Federal (de los 22 jugadores, seis eran del conjunto de Ámsterdam, sin contar a Cruyff que ya vestía los colores del Barça), la llamada Naranja Mecánica que iba y venía, que subía y bajaba y en la que, como dijo el escritor Eduardo Galeano, “cada uno era 11”.

La salida de Johan, por US$1 millón en esa época, marcó la desintegración paulatina de una de las mejores escuadras de la historia. Kovacs se fue para la selección francesa, Neeskens a Barcelona, Arie Haan al Anderlecht, Gerrie Mühren al Betis y así sucesivamente. Las premisas de “la pelota es mía” y “pelota al piso” ya no fueron algo solo de Ajax, sino un principio del fútbol holandés y la mejor herencia que pudo dejar un onceno que siempre vio el juego a través de los ojos de Cruyff, del hombre que creyó en el fútbol como el camino para educar y crear.

Un estilo que perdura

Si bien en los años siguientes llegaron más triunfos, más títulos, otros jugadores emblemáticos como Marco van Basten (cuatro años seguidos goleador de la liga holandesa), el delantero que pateaba fuertemente con las dos piernas y el más letal de su generación (decían que cabeceaba con la precisión de un cirujano), seguido de Frank Rijkaard, Frank de Boer y Dennis Bergkamp, por nombrar algunos, lo importante del Ajax de los años 70 quedó en sus divisiones inferiores; una enseñanza que prevalece y que volvió a sonar en la temporada 2018-2019, cuando el club llegó a las semifinales de la Champions League con una nómina joven, prometedora y criada por el librito pequeño del fútbol total, el que cargan todos los estrategas de ese país alrededor del mundo.

El club más popular en Holanda (34 títulos de la liga local), que no se consagra en Europa hace 25 años (la ganó por última vez de la mano de Louis van Gaal), entiende que el camino recorrido es tan importante como el proceso venidero. Por eso la creación de la Escuela de Fútbol del Futuro, un proyecto que brinda clases sobre nutrición saludable, kinesiología (el estudio científico del movimiento humano), cursos en actitud y comportamiento, y finanzas y economía para ser futbolistas de la era moderna. El actual campus tiene capacidad para 220 jugadores, además de canchas de grama sintética, dos cubiertas para entrenar en el invierno, gimnasio y piscina, entre otras comodidades que lo hacen uno de los mejores complejos del mundo.

Entrenamiento del equipo sub 12 del Ajax/ Ajax

La academia se basa en el modelo conocido como TIPS, que reúne técnica, percepción, personalidad y velocidad. Puede que se estén formando nuevas estrellas, pero la mayoría migra rápidamente, dejando atrás un alto beneficio económico. En otras palabras, una fábrica de talentos en masa, que sigue a la espera de que aparezca alguien similar a Cruyff para que termine con las añoranzas de épocas mejores, para ver de nuevo, si es posible, a un “Pitágoras en botines”, como lo llamó Jorge Valdano. Apenas van 120 años y todavía queda tiempo por delante.

@CamiloGAmaya - icamaya@elespectador.com

Por Camilo Amaya

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