El fútbol sigue siendo una pasión popular, sin importar el país. Eso sí, cada quien vive el entusiasmo a su manera y con lo que tiene. Y cada quien lo juega como puede y, algunas veces, como debe. Y esa parte quizás es clave para visualizar un poco lo que se vivirá este viernes en Barranquilla entre Colombia y Uruguay.
De un lado un equipo local que ya demostró que en casa puede ser muy efectivo y con un caudal de ataque muy práctico, y del otro un visitante que con los años se ha acostumbrado a sufrir lo menos posible cuando no está en Montevideo. Y que si bien las mejores actuaciones se dan en el Centenario, por fuera llega uno que otro triunfo esporádico como en la eliminatoria pasada, cuando superó a Bolivia y Paraguay (perdió cuatro partidos y empató los otros tres).
Lo dijo Óscar Washington Tabárez, el entrenador de la Celeste en los últimos 14 años, el DT de las caminatas lentas (ahora más que nunca con el par de muletas que lo ayudan a moverse) y de las charlas largas: “No será fácil contrarrestar a Colombia con el calor y la humedad golpeando”.
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Pero así como reitera que el clima es inexorable, como lo es ir a La Paz a jugar en la altura, tampoco olvida que en el camino a Rusia estuvo cerca de ganar por primera vez en Barranquilla (Yerry Mina puso el 2-2 en el minuto 84), que hubo cuatro años de aprendizaje tras la goleada en las eliminatorias para Brasil 2014 (4-0) y que, aplicando el fútbol como metáfora de la vida, el hombre no cae en el mismo hueco dos veces. Y si lo hace procura que el golpe no sea tan fuerte como el primero.
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En este tema Carlos Queiroz fue un poco esquivo, y no porque la temperatura no sea importante (por algo cambió el horario luego de vencer a Venezuela después de las 6:00 p.m.), sino que para él hay cosas más relevantes para hacerle daño a uno de los rivales más fuertes de Suramérica, que durante una década (1990- 2000) tuvo que vivir con el mal de la melancolía, y que con Tabárez aprendió de nuevo la solidaridad necesaria en una cancha, el compartir entre amigos. Y eso, para nuestra fortuna, lo tiene Colombia desde hace años con un grupo que se conoce a fondo, que arropa al nuevo como si fuera uno más y que emana una verdadera fraternidad.
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Y Queiroz, que más que ver los comportamientos los vigila, quiere que el respaldo de unos con otros siga siendo la base para alcanzar, como antes, buenos resultados. Que si Johan Mojica es sobrepasado por la banda izquierda, de inmediato llegue Jeison Murillo a hacer el relevo. O que si James Rodríguez es asfixiado con una doble marca, Juan Guillermo Cuadrado y Jéfferson Lerma le den opciones de pase.
Mejor dicho: que todos corran, que todos ataquen, pero que todos defiendan sin contemplaciones y, por supuesto, sin el balón. Y entonces, como alguna vez dijo Eduardo Galeano (Montevideo, 1940), el peor ciego es el que solo ve la pelota.
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El DT de Colombia sabe (así lo dio a entender en la rueda de prensa previa) que Uruguay puede ser muy peligroso y a la vez muy endeble, como le sucedió en la pasada fecha con Ecuador en Quito, y que depende de él y de sus jugadores hacer que esa debilidad se haga más evidente con el paso de los minutos y en una época en la que, para él, el fútbol es más de casualidades y no de causalidades, del sentido de la oportunidad y de la suma de factores.
He ahí el valor de tocar la pelota, pasar y volver, y que con base en eso aparezcan Duván Zapata y su sagacidad en el área, James Rodríguez y la lucidez en la mitad, Luis Fernando Muriel y Juan Guillermo Cuadrado y el desequilibrio indispensable. En resumidas cuentas será, o se espera, por lo que los protagonistas hablaron antes, un partido de una Colombia libre, organizada y con un ritmo inmutable, y de una Uruguay que pretende blindar el mediocampo, amarrar y bloquear a James Rodríguez, y tonificar el ataque para que Luis Suárez o Édinson Cavani demuestren la virtud que tienen de anotar.
Claro está que el empuje telúrico debería venir del conjunto local, el que quiere seguir sin perder en estas eliminatorias y el que entiende, en la voz de su entrenador y de lo sucedido en el pasado, que el camino a Catar 2022 se construye con los pasos que se puedan dar en el Metropolitano de Barranquilla.
Por: Camilo Amaya