El Mundial de Clubes no vale la pena

¿Qué podemos esperar del Mundial de Clubes que comienza mañana en Doha? No mucho: el Liverpool está a años luz de cualquier equipo sudamericano y, aunque las sorpresas existen, lo más seguro es que no se vean partidos interesantes.

Manuel Rodríguez Lloreda / Especial para El Espectador
10 de diciembre de 2019 - 03:02 p. m.
En el estadio Khalifa de Doha se jugará el 21 de diciembre la final del Mundial de Clubes. Flamengo y Liverpool están sembrados para llegar a esa final, pero incluso así, la posibilidad de un partido competido es poca. / Karim Jaafar / AFP
En el estadio Khalifa de Doha se jugará el 21 de diciembre la final del Mundial de Clubes. Flamengo y Liverpool están sembrados para llegar a esa final, pero incluso así, la posibilidad de un partido competido es poca. / Karim Jaafar / AFP

Se viene el Mundial de Clubes. Se jugará en Doha, Qatar, entre el 11 y el 21 de diciembre. Competirán por el título, entre otros, los Rayados de Monterrey --con Dorlan Pabón, Avilés Hurtado y Stefan Medina--, representando a la CONCACAF, el Al-Sadd de Qatar, equipo local, que tiene como entrenador a Xavi Hernández, y, por supuesto, el Flamengo y el Liverpool. O, bueno, “competirán por el título” es un decir. “Estarán presentes” podríamos decir mejor.

Más allá de alguna semifinal interesante que podríamos ver entre el Flamengo y el Monterrey, si no hay sorpresas la final debe ser Liverpool-Flamengo. Y últimamente las ha habido, como bien recordarán los hinchas de Nacional hace tres años, o los hinchas de River tan solo el año pasado, pero es muy improbable que una catástrofe de ese tipo se repita. 

Entonces, si todo ocurre con normalidad, veremos enfrentados al Liverpool europeo contra el Liverpool sudamericano. Así po7+demos llamar al Flamengo. Uno arrasa en la Premier, y el otro arrasó en el campeonato brasilero. Uno es el equipo más dinámico y más rápido de Europa, y el otro, lo propio en Sudamérica. 

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 El Flamengo es una máquina de ganar desde la llegada del entrenador Jorge Jesus en junio. El portugués es un director técnico totalmente europeo: nunca había dirigido fuera de Portugal salvo una temporada en Qatar el año pasado. Tomó las riendas de un Flamengo desesperado por una sequía larguísima de títulos y que, precisamente por esto, fue ultra-reforzado. El equipo titular cuenta con siete jugadores que pasaron por Europa. Y esto no quiere decir que sean jugadores ya veteranos, de salida, que vinieron a Brasil --como es común ver-- para retirarse.

Incluso, todo lo contrario: Bruno Henrique, quien jugó en Alemania, tiene 28 años y está en el mejor momento de su carrera; anotó 21 goles en el campeonato brasilero esta temporada. Gabriel Jesus, la actual sensación del fútbol sudamericano, tiene apenas 23 años --está empezando a explotar como futbolista. Y Gerson, el motor del mediocampo del ‘mengao’, ya jugó en la Roma y en Fiorentina, pero el pasado mayo cumplió apenas 22.

Y la lista sigue. Lo que el Flamengo hizo fue fichar jugadores que no eran titulares en Europa, pero con el nivel adecuado para jugar en el fútbol europeo, y con una edad que les permitiera seguir desarrollando su potencial. Brillante. Ni hablar de Rafinha y Filipe Luis, que llegaron directamente de dos de los mejores equipos del mundo: el Bayern y el Atlético. 

Es una mezcla perfecta de experiencia y mucho talento. Y a cargo de la plantilla está un entrenador que ganó 12 títulos en Portugal y llegó a dos finales de Europa League con el Benfica. El resultado es la aplanadora que es hoy el Flamengo. Campeón de Brasil por 16 puntos (¡dieciséis!) y nada menos que 86 goles a favor. Antes del pasado domingo, cuando perdió frente al Santos, llevaba 29 partidos invicto (la última derrota había sido el 4 de agosto). Y fue campeón de la Copa Libertadores. Son números de locura. El único equipo que lo hizo sufrir, que fue mejor, que lo hizo ver mal, fue River, en Lima, porque Gallardo es un genio. Y aun así, no le ganó. 

En fin, todo parecería pintar muy bien, porque mientras de un lado tenemos al Flamengo y del Liverpool no hay que hablar mucho. Klopp ha armado un equipo auténticamente imbatible. En la Premier no ha perdido esta temporada, y la última vez que sufrió una derrota por liga fue en enero. 

¿Partidazo? No necesariamente. Aquí viene el problema, que no es un problema nuevo, pero que sí se ha agravado y será más evidente que nunca para esta edición del torneo: el Liverpool está a miles de kilómetros, o, más bien, a años luz, de cualquier equipo sudamericano. Incluso del Flamengo. 

Estamos lejos de la época en que el Inter de Portoalegre podía ganarle al Barcelona, como ocurrió en el 2006, o en que Boca podía mirar a los ojos al Milan y regalarnos un partidazo competido, como el del 2007. La brecha hoy es enorme.

Y tal vez el problema no está en el nivel sudamericano, pues el River de Gallardo y este Flamengo son de lo mejor que hemos tenido en el continente en la última década. El problema está más bien en el nivel de este Liverpool, que es inalcanzable para cualquiera.

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Los de Klopp están por encima de todos en Inglaterra, y por encima de todos en Europa. Tal vez el rival más competitivo que tienen, el que más se les acerca en términos de nivel, es el City. Y cuando se enfrentaron el mes pasado, el Liverpool le ganó 3-1 con contundencia. Nadie lo para (ni lo va a parar) en La Premier. Los ‘Reds’ son líderes por 8 puntos. 

Y bueno, digamos las cosas como son. Se ha elogiado mucho al Flamengo --y con buena razón– y se le seguirá elogiando, pero, a la hora de la verdad, ningún futbolista de los que hoy dirige Jorge Jesus sería titular en la Premier. Mucho menos en el Liverpool. La distancia entre los dos clubes es demasiado grande.

Bienvenido, sí, el discurso de siempre, que en el fútbol no está nada escrito, que puede pasar cualquier cosa… Pero en esta situación, cuando la diferencia es tan amplia, el discurso no aplica. Si en Inglaterra, la mejor liga del mundo, todos rezan por sacarle un empate a los de Klopp, para luego comerse una goleada, ¿el Flamengo va a ganarle? Si los dirigidos por Jorge Jesus hacen el mejor partido de su vida, evitan una goleada. Pero nada más. 

No es por irrespetar al club brasileño, ni mucho menos. Es admirable lo que ha logrado esta temporada y lo que ha crecido en un solo semestre. No es común un doble título en Sudamérica y, en el caso del Flamengo, habla de un proceso bien hecho, de una inversión grande, de un plan bien pensado y bien armado. Pero para el Mundial de Clubes la historia es otra. Que le den el título al Liverpool, de una vez. Así el resto se ahorra el viaje, que es bastante largo.

Por Manuel Rodríguez Lloreda / Especial para El Espectador

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