Mundial 2030, ¿opción real o cortina de humo?

Como hace 40 años, el país no tiene la infraestructura para realizar una Copa Mundo de mayores, pero asumir la responsabilidad podría generar desarrollo. Colombia presentará candidatura con Ecuador y Perú.

Redacción deportes
22 de septiembre de 2019 - 02:27 p. m.
La Copa Mundo de la FIFA.  / AFP
La Copa Mundo de la FIFA. / AFP

Organizar un Mundial de Fútbol en la actualidad puede costar alrededor de US$15 mil millones, algo así como $52 billones, equivalentes a una quinta parte del presupuesto nacional para 2020.

Y aunque esa es muchísima plata, conseguirla parece ser un obstáculo menor para Colombia, en caso de que definitivamente presente una candidatura conjunta con Ecuador y Perú para realizar el Mundial de 2030.

Más allá de que las Federaciones de estos tres países cumplan con el primer requisito que exige la FIFA para postularse, que es garantizar el apoyo incondicional de las autoridades gubernamentales en todos los niveles (local, regional y estatal), lo que implica, por ejemplo, la firma de garantías y la prestación de asistencia operativa, fiscal y administrativa, ahora mismo no cuentan con la infraestructura para este tipo de eventos y es poco probable que la implementen en 12 años.

Empecemos por los estadios. Se necesitan al menos 12, cuatro por país. La construcción, remodelación o adecuación de los de Rusia 2018 costó US$350 millones en promedio, US$150 millones menos que los de Catar, que son más lujosos.

Los únicos escenarios en Colombia que se acercan a la capacidad mínima requerida, pero igual tendrían que ser ampliados y acondicionados, son los de Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali. En caso de que Colombia quisiera acoger la inauguración o la final, necesitaría un estadio con capacidad para 80 mil personas y 60 mil para hacer una semifinal, es decir, construir uno nuevo.

Después habría que solucionar aspectos como hospedajes y lugares de entrenamiento para las 48 selecciones, pues a partir de 2026 ese será el número de participantes, además de transporte y desplazamientos, telecomunicaciones y lugares para albergar a los FIFA Fan Fests.

Están también los aspectos comerciales. Un presupuesto de gastos, con estimación de ingresos procedentes de la venta de entradas y paquetes de servicios preferentes, así como la comercialización de los derechos de marketing y audiovisuales a nivel local.

Ya hay apoyo presidencial

La semana pasada, el presidente Iván Duque anunció que acogía la propuesta de su homólogo ecuatoriano, Lenín Moreno, para postularse para ser sede del Mundial 2030. “Le he dado la instrucción al doctor Ernesto Lucena para que formalicemos esa solicitud”. Sin embargo, por ahora, esa iniciativa no ha tenido impacto en los sectores productivos ni en la opinión pública, incrédulos todavía con respecto a que sea una opción real.

Lucena, al respecto, explica que “no es una tarea fácil, como cualquier actividad cuando se sueña tan grande. Tenemos que hacer un proyecto disruptivo, muy creativo, en el que vinculemos todas las áreas del país. Hoy Colombia puede que no cumpla con muchos de esos estándares, pero tendremos que dejar un plan para lograrlo. No se hace por demagogia ni por echar globos, sino con la intención de unir al país. Y si no se logra el objetivo, por lo menos habremos construido un proyecto para poder seguir buscando un Mundial en el futuro”.

El dirigente Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano, asegura que “es una aspiración entendible. El país está en pleno desarrollo deportivo y quiere darle muestras de eso al mundo, pero todos sabemos las exigencias que tiene la FIFA, un poco alejadas de la realidad para países sin tanto poder económico como el nuestro”.

El técnico Luis Fernando Suárez, mundialista con las selecciones de Ecuador y Honduras, advierte que “veo lejano hacerlo, por muchas circunstancias. Cuando comenzó este gobierno hasta se habló de recortarle el presupuesto a todo, incluso al deporte. Además, no es sencillo organizar un evento así con dos países más, pues aunque culturalmente tenemos algunas afinidades, seguro habrá diferencias, sobre todo en lo económico. Si se va a gastar algún dinero, que sea en todos los deportes. El fútbol colombiano necesita otro tipo de progreso, mayor desarrollo a nivel de futbolistas y de su Liga local, no en una situación de hacer un Mundial”.

Mal antecedente

En mayo de 1974, Alfonso Senior Quevedo, el legendario dirigente del fútbol, consiguió que la FIFA le diera a Colombia la sede del Mundial de 1986. A punta de lobby convenció a sus compañeros del comité ejecutivo de la rectora del balompié, en una época en la que no había un proceso de selección tan riguroso como ahora.

Fue por eso precisamente que años después fue “traicionado” por el Estado, que le había prometido apoyo. El 25 de octubre de 1982, un mes antes de la fecha límite, el presidente Belisario Betancur renunció a la sede argumentando que su gobierno no podría cumplir con los requerimientos de la FIFA, realmente un poco exagerados para ese momento, especialmente en un país del tercer mundo.

El mandatario aseguró que esos recursos serían destinados a la salud y educación del país. “Anuncio a mis compatriotas que no se cumplió la regla de oro consistente en que el Mundial debía servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Tenemos otras cosas que hacer y no hay tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios”, dijo. Senior, defraudado y dolido, respondió: “Colombia es un país enano al que no le quedan bien las cosas grandes”.

En un contexto económico y social similar al de hace 37 años, pues todavía hay déficit de hospitales, vías e infraestructura en general, la idea de un Mundial a muchos les parece cortina de humo y botadera de corriente. Para la FIFA “toda nación con aspiraciones de convertirse en anfitrión debe tener una economía y una sociedad estables”.

“No sean ingenuos. Eso va a servir para distraer a la opinión pública y que nos olvidemos de nuestros problemas: ciudades destruidas, la guerrilla activa, un proceso de paz inexistente, inseguridad galopante, invasión venezolana, pobreza y desigualdad. El que diga que sí lo podemos hacer es porque nunca ha ido a un Mundial”, asegura el prestigioso periodista deportivo Carlos Antonio Vélez.

Y si a eso se les suma la tradición de las candidaturas rivales, las opciones de éxito disminuyen. Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile anunciaron que buscarán la sede para conmemorar el centenario de la primera Copa Mundo en tierra charrúa, en 1930.

Marruecos intentará, por sexta oportunidad, hacer su Mundial. Y España y Portugal también hicieron oficial su deseo de acoger el torneo.

El hecho de que Colombia haya organizado el Mundial sub 20 en 2011 no parece tan relevante. A ninguno de los países que hicieron recientemente ese torneo (Polonia, Corea, Nueva Zelanda, Turquía, Colombia, Egipto, Canadá, Holanda y Emiratos Árabes, los últimos), les sirvió como trampolín para ir por el de mayores.

Aun así todo parece indicar que la Federación Colombiana iniciará el proceso de la candidatura, en noviembre próximo, cuando la FIFA publique la “Guía sobre la organización de la Copa Mundial 2030”, un documento en el que además hay que explicar detalladamente los planes de seguridad, sostenibilidad, voluntariado, derechos humanos, servicios médicos y protección medioambiental, temas que preocupan a la rectora del balompié.

Si se cumple con el proceso, la sede del Mundial de 2030 se conocerá en la asamblea previa a la inauguración de Catar 2022. Sabremos entonces si valió la pena apostarle a la candidatura y si tendremos que ponernos a construir grandes estadios o, como en el 82, “destinamos” esos recursos para salud y educación.

Por Redacción deportes

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