Pochettino vs. Klopp: dos mentes maravillosas que persiguen la gloria

En el banquillo de Tottenham y Liverpool están los dos principales artífices de las grandes campañas que han realizado esos equipos ingleses, que este sábado, desde las 2:00 p.m., por Espn y Fox, disputan la final de la Champions League.

David Ruiz de la Torre / Especial para El Espectador / Madrid
31 de mayo de 2019 - 11:53 p. m.
El argentino Mauricio Pochettino (izq.) y alemán Jurgen Klopp (der.). / AFP y EFE
El argentino Mauricio Pochettino (izq.) y alemán Jurgen Klopp (der.). / AFP y EFE

Ambos son ingeniosos y sumamente convincentes en las distancias cortas. Su envolvente dialéctica delante de un micrófono, ya sea en entrevistas personalizadas o en ruedas de prensa, cautiva al interlocutor por el peculiar modo que tienen sendos técnicos de desdramatizar con sus discursos un deporte que hace tiempo dejó de ser un espectáculo festivo para transformarse en algo a vida o muerte. En ganar o perder.

Empero, Mauricio Pochettino y Jürgen Klopp, tanto monta, han sabido trasladar sus respectivas filosofías de la vida al terreno de juego hasta convertir a Tottenham y Liverpool en las dos escuadras más refrescantes y divertidas, con permiso del City de Guardiola, de la Premier League, la competición más poderosa del planeta fútbol, como refleja la presencia de cuatro clubes ingleses en las dos grandes citas del año en el balompié continental.

Resulta paradójico que los dos técnicos que han convertido el fútbol-presión y las transiciones a ritmo de vértigo en los nuevos mantras del fútbol sajón crucen esta noche sus caminos en Madrid, con el título de la Champions League como inmejorable reclamo. Cierto es que la finalísima de la mejor competición de clubes del mundo tendrá al novísimo feudo del Atlético como escenario del duelo definitivo. Pero eso no quita para que en la acera de enfrente, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, enfoque su catalejo desde el Bernabéu hacia el barrio de Las Musas para escudriñar a las dos últimas tentaciones que se le han resistido para convertirse en entrenadores del todavía vigente campeón.

Pochettino encabezó la lista de técnicos de Pérez para suceder a Zidane el pasado verano, pero su reciente ampliación con los Spurs y la negativa a negociar del presidente del Tottenham, Daniel Levy, forzaron al Real Madrid a cambiar de objetivo e ir a por Julen Lopetegui. Klopp, por su parte, era el predilecto de Pérez para suplir a Carlo Ancelotti en 2015, pero el preparador de Stuttgart declinó amablemente la oferta blanca para tomarse un año sabático que, curiosamente, se redujo a sólo cuatro meses por culpa de la llamada de auxilio del Liverpool, que en este caso atendió sin dudar.

UN SOÑADOR CON VOCACIÓN DE HOMBRE-ORQUESTA 

A golpe de sueño. Así interpreta Mauricio Pochettino cada mañana esa refrescante sinfonía que comenzó a componer cinco años atrás en los campos de Enfield, la espectacular ciudad deportiva del Tottenham. Espanyol y Southampton disfrutaron de las primeras escalas y de los arpegios de este hombre-orquesta empeñado en hacer ahora del Tottenham el nuevo Mesías del fútbol europeo rodeado de una pléyade de jóvenes y brillantes solistas dispuestos a seguir la batuta de su ‘maestro’ hasta el palco de autoridades del Wanda Metropolitano. “Yo soy un soñador. Esperar, uno siempre espera tener resultados. Pero luego uno tiene que trabajar y creo sinceramente que hemos hecho una buena labor, con una buena filosofía. Uno trata de darle su impronta y construir un equipo a partir de los valores que siente. El fútbol siempre es un todo. No podemos obviar ciertos aspectos en el juego, en el fútbol, en el club, en los proyectos… Un poco todo nos hace sentir orgullosos de lo que estamos logrando, de la respuesta de los jóvenes o de cómo funciona el equipo”, reconocía con su habitual humildad el preparador natural de Murphy a El Espectador.

Poco amigo de sacar pecho por haber colocado nuevamente a los Spurs en el mapamundi de la pelota y sí de invertir horas y horas, ya sea en el despacho o a pie de campo, buscando la fórmula que le permita obtener un mayor rendimiento a sus efectivos, el técnico hispano-argentino se ha ganado con el paso de los años el respeto de medios de comunicación y analistas ingleses, demostrando que una filosofía de trabajo basada en exprimir hasta el tuétano tu propia academia puede competir de igual a igual con las grandes fortunas de la Premier y del Viejo Continente. E incluso llegar a superarlas. “Gente joven hay en todos los lados, sólo hay que darles la posibilidad de que muestren todo eso que llevan dentro y creer en ellos. Hoy contamos con un grupo fuerte que cree en lo que hacemos”, nos recuerda Poche buscando con la mirada la complicidad de su fiel ‘guardia pretoriana’ (léase Jesús Pérez, Miguel D’Agostino y Toni Jiménez).

Creer. Buena parte de ese sueño al que ha dado forma Pochettino en este irredento Tottenham se asienta sobre ese pilar, el del convencimiento. Y en ese punto se funden en una comunión perfecta veteranos y noveles: un vestuario donde nadie es mejor que nadie mientras no lo demuestre sobre el césped en las sesiones preparatorias. “A mí no me gusta distinguir entre jóvenes y veteranos. Prefiero hablar de calidad, no de edades o de nombres”, repite y repite hasta la saciedad.

La cercanía y buen ambiente que ha generado en el vestuario del Tottenham no implican la más mínima relajación cuando están en plena faena. Ahí el sudor y el esfuerzo son innegociables. “En pretemporada no lo pasamos nada bien. El míster nos sometió a dobles sesiones durísimas en las que nos hacía llegar al límite de nuestras fuerzas. Pero ese sufrimiento buscaba unos objetivos, que ahora empiezan a verse”, reconoce Harry Kane, junto con Dele Alli, el coreano Son y el danés Eriksen las estrellas más rutilantes en el universo de Los Espuelas.

A esa fortaleza física hay que unir una disciplina casi espartana. Los Spurs se mueven sobre el manto verde a ritmo de 1-4-2-3-1 con la simetría de un acordeón, todos a una, sin fisuras tácticas, presionando sin descanso al rival desde la cabeza de su propia área, con permanentes ayudas defensivas de los hombres de ataque (no resulta extraño ver a Kane o a Son recuperando balones en los dominios de Lloris) e incorporaciones en avalancha por las alas de Trippier, Aurier, Davies, Rose o el ex ajacied Jan Vertonghen, sus atrevidos carrileros. 

UNA ESTRELLA DE ROCK EN LOS BANQUILLOS 

“No hay otra alternativa más allá del fútbol ofensivo. De lo contrario, estarás en el área esperando ganar la lotería. Yo prefiero el heavy metal. Yo quiero fútbol de lucha, lo que en Alemania llamamos fútbol inglés”. Tal vez dicha declaración de intenciones fuera el motivo de que Jürgen Klopp diera el sí quiero al Liverpool con la temporada ya comenzada y se convirtiera desde su primer día de trabajo en Melwood en ‘The Normal One’, un auto apodo que desde luego dista mucho de la exuberante, explosiva e histriónica personalidad que el preparador suavo irradia por sus cuatro costados.

Jürgen es mucho más que un entrenador de fútbol. Es un fenómeno cultural, una estrella de rock que da rienda suelta a su creatividad musical sentado en un banquillo donde ha encajado como anillo al dedo. No resulta extraño que a los pocos meses de arribar a orillas del Mersey los moradores de la célebre ‘The Kop’ le rindieran ya pleitesía con aquello de “All you need is Klopp”, felices de ver cómo los ‘Reds’ habían ganado en consistencia y fiabilidad en menos que canta un gallo.

Su filosofía de juego gira en torno al ‘Gegenpressing’ (presión alta): un estilo agresivo, de alta intensidad y presión interminable, con transiciones de balón muy rápidas y verticales. “He visto muchos partidos en mi vida y ha habido algunos que han sido muy aburridos, hasta el punto que me he quedado dormido. Han sido tan aburridos que me pregunto por qué se enfrentan y hacen eso frente a 60 u 80.000 personas. Eso no está bien. Por eso lo que nosotros queremos es disfrutar de nuestro propio juego”.

Con estos mismos ingredientes y su imbatible sonrisa de porcelana revolucionó al Borussia Dortmund y ahora ha logrado cambiar el triste rumbo de un insípido Liverpool, al que poco a poco ha ido transformando hasta convertirlo en un clon del cuadro amarillo de Westfalia con el que dio el salto a la fama. El aterrizaje paulatino de los Firmino, Wijnaldum, Mo Salah, Mané, Van Dijk, Keita, Fabinho, Matip, Alisson, Shaqiri o Robertson, amén de la apuesta por jóvenes canteranos como Joe Gomez o Alexander-Arnold, han contribuido decididamente a que la actual versión de los ‘Reds’ sea la de un once extremadamente competitivo, que piensa en grande y no se arredra ante ninguna dificultad, por imposible que parezca. El 4-0 al Barça es, qué duda cabe, su mejor tarjeta de visita.

En cualquier caso, el verdadero desafío al que Klopp se enfrentará este sábado en Madrid es su fama de ‘gafe’ en las finales continentales. Tres ha disputado hasta la fecha (una con el Borussia y dos con el ‘Pool’) y de momento ha pinchado en hueso en todas ellas. Bayern, en 2013; Sevilla, en 2016; y Real Madrid, en 2018, impidieron a este licenciado en Ciencias Deportivas por la Universidad de Frankfurt estrenar su palmarés en Europa. De lo que no hay duda es que quien salga vencedor de los dos estrategas hoy en el Metropolitano, pondrá una pica más en Valdebebas… 

Por David Ruiz de la Torre / Especial para El Espectador / Madrid

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