Alfredo Morelos, el goleador europeo de Cereté

El calor en Cereté al mediodía puede llegar a marcar 40 grados centígrados en la sombra. La cercanía al río Sinú hace que se sienta bastante humedad. Por momentos cuesta respirar y la solución para estar cómodo es una buena hidratación. Alfredo Morelos llegaba día a día al centro del municipio arrastrando una pequeña carretilla con frutas frescas. Las vendía mientras su esposa, Martha Inés Avilés, cuidaba en la casa del barrio Botaven a su pequeño hijo, Alfredo. Cuando volvía, era casi una obligación salir a patear balones a la calle. Así fue como se forjó el amor hacia el fútbol por parte de los Morelos.(Lea también: Alfredo Morelos fue figura con el Rangers, otra vez)

Con cinco años, Alfredo llegó a entrenar en la escuela Fumigadores de Cereté. Aunque no había recursos para pagar una mensualidad, el entrenador Vicente Chente Fernández se sorprendió por el talento del pequeño y por eso lo becó y se puso a la tarea de formarlo. En el primer partido que jugó, en una polvorienta cancha con arcos oxidados y mallas rotas, no hizo goles. Su posición fue volante de marca. Sin embargo, mostró ser mejor que los demás.

Al poco tiempo pasó a ser delantero. Su velocidad, buen dominio de la pelota y pegada convencieron a Chente de ubicarlo unos metros adelante. Se acostumbró a celebrar goles, así no tuviera guayos de calidad ni los implementos necesarios para actuar. “Su familia era muy humilde y en ocasiones no tenían cómo pagar para jugar los torneos o comprarle la ropa para jugar. Alfredo era tan bueno y teníamos tanta fe en que iba a llegar al profesionalismo que asumimos el costo de sus guayos, canilleras y uniformes”, recuerda su formador. 

Aunque fuera de la cancha era callado y se limitaba a aceptar las indicaciones con escuetos movimientos de cabeza, cuando jugaba se transformaba y con su talento contagiaba a los demás. “Un líder innato”, destaca Misael Ávila, su entrenador en la selección de Córdoba, quien recuerda que la mejor manera de motivarlo era poniéndole presión. “En los partidos más complicados siempre aparecía. Le decíamos que él era el mejor y que dependíamos de sus goles. No nos decepcionaba”, dice. La hiperactividad le jugaba malas pasadas. Siempre quería estar haciendo algo y le desesperaba sentir que perdía el tiempo. Si se descuidaban, corría a perseguir reses de ganado en los potreros cercanos a las canchas en las que jugaban.

Cuando tenía 14 años lo suspendieron de la selección porque fue a hacer pruebas al Independiente Medellín sin autorización del cuerpo técnico. Le hizo tanta falta a su equipo por esos días que los mismos jugadores fueron a hablar con el presidente de la Liga de Córdoba para que convenciera a Misael de que le volviera a abrir las puertas de la selección. “Finalmente, en ese momento no se dio lo del Medellín y siguió haciendo goles con nosotros. Nos acostumbramos a ganar. Vencíamos a Atlántico, Bolívar, Magdalena y todos los rivales que enfrentábamos, gracias a Morelos”, recuerda Misael.

Antes de cumplir 16 años, gracias a la gestión del empresario Heiler Mateus y su formador, Vicente Fernández, se dio su paso al Independiente Medellín. Se probó y sorprendió a Hernán Darío Bolillo Gómez. Allí jugó 25 partidos y marcó seis goles, antes de partir al fútbol de Finlandia. También hizo parte del proceso de selecciones de Colombia sub-17 y sub-20.

En el HJK Helsinki estuvo de 2016 a 2017, marcó 46 goles en 62 partidos y por eso llegó esta temporada al Rangers de Escocia, uno de los clubes más grandes de ese país. No le costó acoplarse y rápidamente se ganó un puesto en la titular gracias a sus goles. Vive en Glasgow, una ciudad con muchos castillos y construcciones antiguas. Cuando no está entrenando o jugando, aprovecha para conocer estos mágicos lugares junto con su esposa. Es bastante sociable, aunque no toma whisky ni vino, como la mayoría de la gente en Escocia. No ha perdido la alegría típica de los cordobeses y cada vez que tiene la oportunidad invita a sus padres para que lo acompañen.

Ha marcado 16 goles en 31 partidos. Con 21 años, tiene un gran futuro por delante y parece estar centrado, pues ni siquiera una millonaria oferta del fútbol de China lo hizo perder de vista su sueño de llegar a la selección colombiana de mayores y a una liga más competitiva. Ha celebrado 62 goles en el Viejo Continente, entrando al top 10 histórico de artilleros criollos en Europa.

El calor en Cereté al mediodía puede llegar a marcar 40 grados centígrados en la sombra. La cercanía al río Sinú hace que se sienta bastante humedad. Por momentos cuesta respirar y la solución para estar cómodo es una buena hidratación. Alfredo Morelos llegaba día a día al centro del municipio arrastrando una pequeña carretilla con frutas frescas. Las vendía mientras su esposa, Martha Inés Avilés, cuidaba en la casa del barrio Botaven a su pequeño hijo, Alfredo. Cuando volvía, era casi una obligación salir a patear balones a la calle. Así fue como se forjó el amor hacia el fútbol por parte de los Morelos.(Lea también: Alfredo Morelos fue figura con el Rangers, otra vez)

Con cinco años, Alfredo llegó a entrenar en la escuela Fumigadores de Cereté. Aunque no había recursos para pagar una mensualidad, el entrenador Vicente Chente Fernández se sorprendió por el talento del pequeño y por eso lo becó y se puso a la tarea de formarlo. En el primer partido que jugó, en una polvorienta cancha con arcos oxidados y mallas rotas, no hizo goles. Su posición fue volante de marca. Sin embargo, mostró ser mejor que los demás.

Al poco tiempo pasó a ser delantero. Su velocidad, buen dominio de la pelota y pegada convencieron a Chente de ubicarlo unos metros adelante. Se acostumbró a celebrar goles, así no tuviera guayos de calidad ni los implementos necesarios para actuar. “Su familia era muy humilde y en ocasiones no tenían cómo pagar para jugar los torneos o comprarle la ropa para jugar. Alfredo era tan bueno y teníamos tanta fe en que iba a llegar al profesionalismo que asumimos el costo de sus guayos, canilleras y uniformes”, recuerda su formador. 

Aunque fuera de la cancha era callado y se limitaba a aceptar las indicaciones con escuetos movimientos de cabeza, cuando jugaba se transformaba y con su talento contagiaba a los demás. “Un líder innato”, destaca Misael Ávila, su entrenador en la selección de Córdoba, quien recuerda que la mejor manera de motivarlo era poniéndole presión. “En los partidos más complicados siempre aparecía. Le decíamos que él era el mejor y que dependíamos de sus goles. No nos decepcionaba”, dice. La hiperactividad le jugaba malas pasadas. Siempre quería estar haciendo algo y le desesperaba sentir que perdía el tiempo. Si se descuidaban, corría a perseguir reses de ganado en los potreros cercanos a las canchas en las que jugaban.

Cuando tenía 14 años lo suspendieron de la selección porque fue a hacer pruebas al Independiente Medellín sin autorización del cuerpo técnico. Le hizo tanta falta a su equipo por esos días que los mismos jugadores fueron a hablar con el presidente de la Liga de Córdoba para que convenciera a Misael de que le volviera a abrir las puertas de la selección. “Finalmente, en ese momento no se dio lo del Medellín y siguió haciendo goles con nosotros. Nos acostumbramos a ganar. Vencíamos a Atlántico, Bolívar, Magdalena y todos los rivales que enfrentábamos, gracias a Morelos”, recuerda Misael.

Antes de cumplir 16 años, gracias a la gestión del empresario Heiler Mateus y su formador, Vicente Fernández, se dio su paso al Independiente Medellín. Se probó y sorprendió a Hernán Darío Bolillo Gómez. Allí jugó 25 partidos y marcó seis goles, antes de partir al fútbol de Finlandia. También hizo parte del proceso de selecciones de Colombia sub-17 y sub-20.

En el HJK Helsinki estuvo de 2016 a 2017, marcó 46 goles en 62 partidos y por eso llegó esta temporada al Rangers de Escocia, uno de los clubes más grandes de ese país. No le costó acoplarse y rápidamente se ganó un puesto en la titular gracias a sus goles. Vive en Glasgow, una ciudad con muchos castillos y construcciones antiguas. Cuando no está entrenando o jugando, aprovecha para conocer estos mágicos lugares junto con su esposa. Es bastante sociable, aunque no toma whisky ni vino, como la mayoría de la gente en Escocia. No ha perdido la alegría típica de los cordobeses y cada vez que tiene la oportunidad invita a sus padres para que lo acompañen.

Ha marcado 16 goles en 31 partidos. Con 21 años, tiene un gran futuro por delante y parece estar centrado, pues ni siquiera una millonaria oferta del fútbol de China lo hizo perder de vista su sueño de llegar a la selección colombiana de mayores y a una liga más competitiva. Ha celebrado 62 goles en el Viejo Continente, entrando al top 10 histórico de artilleros criollos en Europa.