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El teléfono de César Ardila sonó con un llamado desde Argentina. El jefe de prensa de Millonarios atendió y se produjo el siguiente diálogo:
—Hola, César. Disculpe el atrevimiento. Soy Ariel Holan.
—Hola, profesor, ¿cómo está?
—Mire, conseguí su teléfono porque quiero hacerle llegar a Miguel un abrazo muy grande. No lo conozco personalmente. Sólo nos saludamos cuando nos enfrentamos en un partido. Pero estoy admirado con su lucha. Hágale llegar mis respetos.
Ardila le transmitió a Miguel Ángel Russo el mensaje del entrenador de Independiente. Esta anécdota pinta de cuerpo entero al hombre que revolucionó la mitad roja de Avellaneda. Este miércoles, a las 7:30 p.m. (Fox Sports), Millonarios tendrá una dura visita al estadio Libertadores de América. En un banco estará Holan, de quien vale la pena conocer su historia. En el otro, Hugo Gottardi. Russo, que todavía se recupera de una bacteria hospitalaria, no estará en la cancha.
Ariel era un niño cuando Independiente empezaba a probarse la corona del rey de copas. Se vivían los tiempos de Pepé Santoro, Pipo Ferreiro, Raúl Bernao, Raúl Armando Savoy y Manuel Giúdice, entre otros grandes íconos de la historia roja. Tiene vagos recuerdos de aquella primera final continental de 1964, contra Nacional de Uruguay, la que se definió en Avellaneda con un gol de Mario Rodríguez. Pero Holan fue creciendo en simultánea con el mejor momento del club de sus pasiones. Por eso hoy, con 57 años, está cumpliendo el sueño de pibe, como reza el tango: dirigir al Diablo, ese equipo que alentaba desde la tribuna.
Holan recuperó la mística de Independiente, aquella que supo asimilar en las décadas doradas. Les transmitió el sentimiento de pertenencia a sus jugadores. Con un gesto que para muchos puede resultar inocuo, pero que encierra un pedazo de la centenaria historia del club: el saludo con los brazos en alto, como aquellos equipos que se abrazaron a la gloria. Y rescató el paladar exquisito. Sí, hoy el rojo es uno de los conjuntos que mejor juegan en la Argentina. Por su salida prolija, por sus transiciones rápidas, por su elaboración y, fundamentalmente, por su efectividad. Cómo será que apenas perdió uno de los últimos 14 partidos. La conquista de la Copa Sudamericana el año pasado, ante Flamengo en el mítico Maracaná, no es fruto de la casualidad. Hay un trabajo constante de este entrenador que parecía un sapo de otro pozo cuando llegó al fútbol.
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A fin de cuentas, el profesor jugaba al hockey en el Club Lomas. Y con apenas 16 años recibió una oferta que no podía rechazar: hacerse cargo de los equipos B de la institución bonaerense. Fue escalando en el deporte de la bocha y el palo hasta llegar como ayudante de Gustavo Paolucci a los seleccionados de Buenos Aires. Ganó una medalla con Uruguay en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003. Sí, Holan era un entrenador sólo vinculado al fútbol por su pasión por Independiente. Hasta que Alejandro Kohan, su expreparador físico, lo introdujo en un mundo distinto. Trabajó como colaborador de Matías Almeyda en River y en Banfield. Y le llegó su primera oportunidad como técnico principal en Defensa y Justicia hace apenas tres años. Eso sí, la consagración llegó con su querido rojo.
Seguramente, Holan recordó aquel tiempo en el que vendió su carro para comprar una computadora que le permitiera empezar a trabajar como entrenador. La tecnología es fundamental en su cuerpo técnico. A muchos les pareció un bicho raro cuando se hizo cargo del equipo. Pero tuvo éxito. Entonces, sólo recoge elogios. Así es el técnico de Independiente, duro adversario para el campeón colombiano. El que habla mano a mano con El Espectador.
¿Cómo ve a Millonarios?
Es un equipo dinámico. Tiene futbolistas que son rápidos y con una línea de juego bien clara. En condición de visitante, estoy seguro de que van a tratar de replegarse y apostar a la pelota parada. Tenemos que estar atentos para contrarrestarlos. Nosotros siempre buscamos ser protagonistas y no será la excepción este partido.
Después de la derrota ante Deportivo Lara, Independiente necesita ganar o ganar.
Sí, será un partido difícil porque tenemos la necesidad de ganar. Debemos tener paciencia para elaborar el juego y llegar con peligro al área rival. Y que no nos sorprendan con el contragolpe.
¿Ya enfrentó a Russo?
Sí, hace dos años y medio, cuando él dirigía Vélez y yo Defensa y Justicia. Me ganó 2 a 1. Espero que el resultado sea diferente en esta oportunidad.
Él está pasando por un delicado momento de salud. ¿Qué le genera?
Le quiero dar un abrazo y desearle lo mejor. Cuando uno tiene problemas de este tipo, son realmente trascendentes. La salud es lo único que no se puede comprar. Tengo confianza de que se pueda recuperar y que siga disfrutando del fútbol y su familia.