El alma del fútbol: Uruguay ya está en octavos de final de Rusia 2018

Con un gol de Luis Suárez, los uruguayos sellaron su paso a la segunda ronda del torneo tras vencer a Arabia Saudita, en Rostov. Con esta victoria, los rusos también avanzaron a octavos.

David Carranza Muñoz / @Carranzamunoz30
20 de junio de 2018 - 10:31 p. m.
Luis Suárez es el único uruguayo en marcar en tres mundiales. Lo hizo en Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y ahora en Rusia 2018. / AP
Luis Suárez es el único uruguayo en marcar en tres mundiales. Lo hizo en Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y ahora en Rusia 2018. / AP
Foto: AP - Andrew Medichini

En la noche del 16 de julio de 1950 Obdulio Varela no celebró. Horas antes, la selección de Uruguay, de la que era capitán, había ganado el mundial en Brasil. Él y sus compañeros parieron un fantasma que rondará siempre en el país de los pentacampeones del mundo: “El Maracanazo”. Sin embargo, la tristeza de esos 200.000 brasileros que salieron del monumental estadio de Río de Janeiro, una estructura construida para que Brasil diera el paso a la modernidad, le impidió festejar. Cuando cayó la noche, huyó del hotel sin que sus compañeros se dieran cuenta y fue a los pocos bares que estaban abiertos a encontrarse con los vencidos. Los abrazó y se fundió con ellos en una de las noches más tristes que ha vivido Brasil. Nadie lo reconoció. “¿Cómo pude hacerles esto a gente tan buena?”, se preguntó Varela, al ver a aquel pueblo de sueños frustrados. (Puede ver: Uruguay venció a Arabia Saudita y se clasificó a octavos en Rusia 2018)

Cuando volvieron a Uruguay, miles de personas los esperaban. Obdulio buscó la forma para volver a escapar de los festejos. Después de eso solo volvió a jugar en partidos benéficos y se mantuvo al margen del reconocimiento público. “Nunca conocí a nadie que coma puchero de fama”, concluyó Varela con la consistencia ideológica que parece germinar en los uruguayos cuando alcanzan la vejez.

Sesenta años después del Maracanazo, Luis Suárez, un jugador de origen humilde como el de Varela, paró con la mano un balón para salvar a su selección de la eliminación en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010. “Somos rebeldes de nacimiento”, diría el capitán del equipo mítico del 50, en una entrevista que le hicieron cuando ya era mayor e intentaba explicar el carácter de sus paisanos. Era el minuto 120 de un partido que Uruguay jugó contra Ghana y que se fue al alargue. Un tiro libre cobrado desde la banda izquierda cayó dentro del área, en un enredo de esos propiciados por los nervios, el balón quedó flotando y Muslera, el arquero de la celeste, en el piso. Los africanos remataron dos veces al arco. La primera, Suárez la tapó con sus pies; la segunda, con la mano. El portugués Olegario Benquerenca, árbitro del partido, lo expulsó y marcó penalti. Tras ese cúmulo de decisiones, el fútbol ganó uno de los desenlaces más recordados en los mundiales. (Le puede interesar: Reaparece en público Joseph Blatter: estuvo en el partido Portugal-Marruecos)

Asamoah Gyan pateó. El balón pegó en el travesaño y se fue al cielo. La tanda de penaltis definió al ganador. En el primer cobro de Uruguay, el delantero Sebastián El Loco Abreu le preguntó a Fucile, defensa central del equipo, “¿Fuci, el arquero se está jugando antes?”. Al segundo tiro Abreu le hizo la misma pregunta. Para el tercer cobro llevó a su compañero al límite. Fucile le contestó: “¡Sí, Loco. Pícala y no me rompás las bolas!”. En el quinto turno, el marcador iba 3-3. Muslera se lanzó hacia su mano izquierda y detuvo el tiro de Dominic Adiyiah. Abreu era el encargado del penal decisivo. Como si fuera un juego de niños, picó la pelota y Uruguay clasificó a las semifinales de ese campeonato.

José María Giménez, el defensa central uruguayo de 23 años, que le hizo el gol a Egipto en el primer partido de su selección en Rusia 2018, tiene tatuado en el brazo izquierdo la fecha de su debut con la celeste. Fue el 10 de septiembre de 2013, en un partido contra Colombia, en Montevideo, pero lo que se lee en el antebrazo es “10 de setiembre”, forma que es de uso común en ese país. Uruguay ganó dos a cero y él fue una de las revelaciones de esa fecha. Cuando acabó el partido, evocó la humildad de Varela y salió caminando con su familia, como cualquiera de esas 30.000 personas que fueron a verlo a él y a sus compañeros. (Lea: Polémica en el Mundial por las conmociones cerebrales)

La humildad es el alma. Es reconocerse vulnerable, pero capaz. Es sacar de adentro las ganas que le ganan al talento y convertirlo en fuerza. Es el grito reprimido de Óscar Washington Tabárez, técnico de la selección uruguaya que, a pesar de padecer el síndrome Guillain-Barré, una enfermedad neurológica que impide que los nervios envíen señales a los músculos, salte del banco con el gol de Giménez, o el de Suárez este miércoles ante Marruecos, levante los brazos y grite con fuerza “¡Uruguay no más!”. Eso es lo que hace el alma, dar vida. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)

Por David Carranza Muñoz / @Carranzamunoz30

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