Hoy todos se acuerdan de Jamie Vardy, el ídolo de Leicester

El jugador, que alguna vez trabajó en una fábrica de carbón, se dio cuenta de que su futuro no estaba en la fabricación de férulas; su destino era el fútbol.

Juan Diego Forero Vélez
12 de enero de 2024 - 01:30 a. m.
Jaime Vardy fue una figura clave para que Leicester levantara el trofeo de la Premier League en la temporada 2015-2016.
Jaime Vardy fue una figura clave para que Leicester levantara el trofeo de la Premier League en la temporada 2015-2016.
Foto: Getty Images - Shaun Botterill

Jamie Vardy nació en Sheffield, Inglaterra; un lugar helado, donde siempre llueve. Nació el 11 de enero de 1987, castigado por un clima inclemente y voraz. Y con los años ha conseguido que su nombre sea recordado con suma facilidad; las personas lo recuerdan por haber sido elegido para jugar con la selección de Inglaterra y por haber sido uno de los encargados de llevar al Leicester City a conquistar su primer y único trofeo de Premier League.

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Pero este éxito tuvo que esperar unos años, porque Vardy no siempre gozó con la confianza de las instituciones o con la gloria recatada y selectiva del fútbol. No siempre ostentó una buena imagen o reconocimiento; antes de eso tuvo que sortear barreras, tuvo que correr a través del campo de fútbol lastimado, con las gradas vacías, y con nadie, absolutamente nadie, coreando su nombre ignoto.

“He estado viendo a muchos jugadores. Tomemos de ejemplo ganarle la espalda a los defensas centrales cuando el número 10 tiene el balón. Ustedes tienen probablemente al mejor del mundo en eso, Jamie Vardy. Lo he visto muchas veces haciendo eso” dijo un joven Erling Haaland a Sky Sports, cuando aún jugaba para el Borussia Dortmund, con un titubeo y un brillo ladino en los ojos.

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Asegurando, además, que cada vez que va a jugar se sienta y ve por horas a los mejores jugadores del mundo, justo antes del partido; que suele hacerlo como un ritual. Jamie Vardy despierta eso en los jóvenes talentos, en los fanáticos no burocráticos y puristas del buen fútbol. Aunque también genera odio en sus rivales más sensibles. Sería lúdico recordar aquel fútil y grotesco griterío que se formó a su alrededor el 23 de septiembre de 2023, en un partido que jugó contra el Bristol City.

“Jamie Vardy, your wife is a grass” vociferaba el público enardecido, acordándose del juicio que Rebekah perdió contra la esposa de Wayne Rooney, Coleen, por supuestamente divulgar información privada. El partido terminó 1-0 a favor de los Foxes y Jamie fue protagonista anotando el único tanto desde los once pasos.

Los fanáticos del Bristol estaban atribulados, confundiendo el odio y la mofa. Jamie salió disparado hacia el costado, donde la mayor masa de fanáticos rivales se concentraba; trotando con sátira y holgazanería; lo hizo, irónico, hasta que pudo encarar a sus detractores, a sus bullies, luego se detuvo, se dio media vuelta y tiró de su hombro con furia para demostrar que no les tenía miedo ni respeto.

Vardy empezó su carrera con el desprecio y la humillación. Cuando tenía 16 años, el Sheffield Wednesday lo liberó porque lo consideraban demasiado bajo y frágil; así que tuvo que jugar con Stocksbridge Park Steels, equipo que participaba en la octava división de Inglaterra, donde ganaba solamente 30 libras semanales. Jugaba por pasión, por compromiso interno, por fidelidad a sus sueños; y, por supuesto, tenía que trabajar en una fábrica de férulas en su tiempo libre, porque el dinero, escaso y escurridizo, no le alcanzaba para vivir.

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Fueron tres años de extenuante y silenciosa lucha, hasta que, trabajosamente, Vardy fue fichado por el FC Halifax en 2010, equipo de la sexta división, donde logró marcar 25 goles en 37 partidos. Tantas sonrisas y tantas ironías terminaron enviándolo una división más arriba, en 2011 defendió los colores de un equipo austero, el Fleetwood Town, que al final de la temporada terminó ascendiendo de categoría gracias al fausto aporte goleador del joven e ignorado Jamie, cada vez más comprometido e implicado.

Cuanta más confianza ganaba, más valor relucía en sus botines. En 2012, el Leicester City, en segunda división, se fijó en él. El traspaso se hizo efectivo por 1 millón de euros y se convirtió en el jugador más caro proveniente de una categoría inferior a la Football League hasta la fecha (cuarta división e inferiores).

El inicio fue trémulo, opaco y poco revelador. Los fanáticos de los Foxes lo criticaron mucho por su falta de gol y su aparente estado de forma precario; las críticas fueron desalentadoras y constantes, pero Jaime, ya maduro, no pensó ni un momento en retroceder. Se ganó la confianza de Nigel Pearson y logró, junto al equipo, subir a primera división, aportando 17 goles en 36 encuentros.

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Todo parecía un sueño, pero su primera temporada en la Premier League estuvo lejos de ser utópica, jugó mucho y anotó poco, aunque sus cinco goles fueron todos determinantes para salvar al equipo del inminente descenso. La temporada siguiente fue absolutamente indescriptible. Vardy logró arrebatarle el récord a Ruud van Nistelrooy, de mayor número de encuentros consecutivos, marcando 11, y además lideró al equipo, ahora entrenado por Claudio Ranieri, hacia su primera Premier League.

Fue algo histórico, los fanáticos lloraban, y los medios no dejaban de ensalzar el papel épico y mítico de todo el plantel. Todos los jugadores se juntaron para celebrar, en lo que fue llamado la “Vardy Party”. Saltaron, se abrazaron y gritaron enloquecidos sin parar “Championes, Championes. Olé, olé, olé” mezclando el español y el inglés.

Han pasado algunos años desde aquella victoria irreal. El ahora maduro Jamie Vardy ya no es tan rápido ni sagaz como antes. El Leicester City está jugando en segunda división y él aún espera poder ayudar al equipo a recuperar la máxima categoría; aunque la liga de Arabia Saudita lo haya tentado con aquellas sumas ingentes de dinero, con esos contratos masivos.

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Vardy se quedó con el equipo que confió en él, que lo guió, que lo llevó a jugar con Inglaterra, que lo impulsó a alcanzar la semifinal de la Copa del Mundo 2018, y que lo homenajea como su tercer mayor anotador, con 177 goles.

Aquel jugador ignorado y despreciado ocupa la plaza número 15 como máximo anotador de la historia de la Premier League, y con 10 puntos de ventaja, seguramente logrará subir a primera con el Leicester una vez más.

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Por Juan Diego Forero Vélez

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