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Algunas selecciones nacionales luchan contra la escasez y otras contra el exceso de talento. Gareth Southgate estaba tratando de prolongar la dolorosa decisión hasta el último momento, pero las filtraciones en los medios le hicieron actuar con rapidez y obstinación. Mandar a alguien a casa nunca es fácil; despedirlo del grupo, ahuyentarlo, apartarlo e incluso darle el más benévolo abrazo de despedida siempre genera dolor y resentimientos.
El entrenador debe tomar decisiones odiosas y descorazonadas, algunas incluso inadmisibles; pues solo 26 hombres pueden ir a la Eurocopa, solo 26 deben ser los escogidos para portar el escudo de Inglaterra en el pecho inflado y orgulloso. El seleccionador debe cargar con el peso de su conciencia, guiado solo por su instinto y tozudez, y debe ignorar las dudas del mundo exterior.
Han pasado 58 años desde que la selección de Inglaterra ganó la Copa del Mundo de 1966, jugada en su propia casa. Han sido 58 años de desidia y abandono, de sueños rotos y partidos y tandas de penaltis desperdiciadas; de tarjetas rojas y llanto. La imagen de David Beckham saliendo del campo tras recibir una tarjeta roja por haber lanzado una patada frustrada a Diego ‘El Cholo’ Simeone, la cara frustrada de Wayne Rooney y el llanto de Paul Gascoigne acuden a las mentes de los ingleses desolados cada vez que un nuevo torneo incia. Los elegidos para esta nueva aventura ya se están preparando, ya han sido elegidos de entre la multitud de postulados. Ya toda la nación dejó en sus manos el destino incierto y el pasado pesado.
La Eurocopa 2020 tuvo que aplazarse porque el mundo sufría ataques y convulsiones. Fue hasta 2021 que se pudo jugar y el seleccionado inglés llegó a la final. Alcanzó la que es hasta ahora su mejor marca en la competencia, pero sus ambiciones se quedaron cortas. Allí, en el partido definitivo, se encontró a una aguerrida y violenta selección de Italia, preparada para un combate sin tregua, ni perdón, ni reglas.
Las caras de los fanáticos ingleses se llenaron una vez más de frustración luego de la derrota, pasados los noventa minutos, y luego de tres fallos consecutivos, de Bukayo Saka, Jadon Sancho y Marcus Rashford. Después de eso ya nada sirvió como consolación.
Gareth Southgate estuvo cerca de lograr la gloria pero se quedó agazapado detrás de la puerta final. Este torneo servirá para sacarse la espina que le atraviesa la garganta y que no lo dejó gritar victoria frente a los italianos; pero para lograrlo ha tenido que desprenderse de muchos nombres conocidos.
En aquella final dejó a Jadon Sancho, que pese a su buena campaña con el Borussia Dortmund y a sus buenos regates contra el Paris Saint Germain, no fue convocado. Dejó a Marcus Rashford, que aunque ganó la FA Cup con el Manchester United no ha alcanzado su máximo nivel y se ha ido desinflando con el pasar de los partidos.
Dejó también a Harry Maguire, que por una lesión en la pantorrilla no ha podido jugar desde abril. Se desprendió de Raheem Sterling y Mason Mount, ambos olvidados y relegados en sus clubes la última temporada, y descartó a Jack Grealish, pues aunque el Manchester City ganó la Premier, el inglés ha jugado poco, se ha tambaleado en un sin fin de lesiones y su estado de forma no es el mejor. Los otros titulares de aquella batalla sí fueron convocados.
Porteros
Jordan Pickford (Everton)
Aaron Ramsdale (Arsenal)
Dean Henderson (Crystal Palace)
Defensas
Kyle Walker (Manchester City)
John Stones (Manchester City)
Kieran Trippier (Newcastle)
Lewis Dunk (Brighton)
Joe Gomez (Liverpool)
Ezri Konsa (Aston Villa)
Luke Shaw (Manchester United)
Marc Guéhi (Crystal Palace)
Centrocampistas
Trent Alexander-Arnold (Liverpool)
Conor Gallagher (Chelsea)
Kobbie Mainoo (Manchester United)
Declan Rice (Arsenal)
Adam Wharton (Crystal Palace)
Jude Bellingham (Real Madrid)
Delanteros
Jarrod Bowen (West Ham)
Eberechi Eze (Crystal Palace)
Phil Foden (Manchester City)
Anthony Gordon (Newcastle)
Harry Kane (Bayern Múnich)
Cole Palmer (Chelsea)
Bukayo Saka (Arsenal)
Ivan Toney (Brentford)
Ollie Watkins (Aston Villa)
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