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Con Argentina, ni favoritos ni suplentes

El fútbol es una caja de sorpresas. Y cada partido es solo eso, un encuentro más. No vale el pasado ni la camiseta. Lecciones de un deporte donde suelen fallar los vaticinios.

Redacción Deportes
17 de noviembre de 2015 - 05:52 p. m.
James Rodríguez durante un entrenamiento de Colombia previo al partido contra Argentina. Foto: AFP
James Rodríguez durante un entrenamiento de Colombia previo al partido contra Argentina. Foto: AFP

A diferencia del tenis, el automovilismo u otros deportes, donde habitualmente ganan los mismos y los relevos son generacionales, en el fútbol no hay nada escrito. Los favoritismos se derrumban como castillos de naipes. Una vez en la cancha son once contra once, sin importar que sean suplentes o titulares. Por eso para quienes suelen evaluar el fútbol por triunfalismos, nacionalismos o haciendo cálculos de absurdas obviedades, cabe recordar que la historia del fútbol está repleta de sorpresas.

En el mundial de 1970, además de Brasil, los expertos daban como seguro finalista al campeón vigente Inglaterra. Lo sacó Alemania en un insólito 4 a 2. Entonces se dijo que Alemania iba a ser el rival de Brasil. Lo eliminó Italia 4 a 3, después de que el equipo de los exponentes del Calcio había hecho un recorrido agónico para clasificar en la serie de grupos. En la final se impuso Brasil que no tuvo rivales pero que en la primera serie se vio en aprietos para vencer a Rumania e Inglaterra. El 4 a 1 sobre Italia coronó al favorito.

Cuatro años después, la sorpresa del torneo fue la “Naranja mecánica” de Holanda. El inolvidable equipo de Cruyff, Krol, Rensenbrink o Neeskens. Empató con Suecia pero le pasó por encima a Uruguay y Bulgaria. Después arrasó a Argentina 4 a 0 y a la República Democrática de Alemania 2 a 0. Llegó a la final con Alemania Federal, que no convencía del todo a pesar de sus notables figuras. Pero pesó la condición de local y cuando todos esperaban la victoria de Cruyff y los suyos, el vencedor fue Alemania 2 a 1.

En el mundial de 1978 pasó de todo. El local Argentina perdió en la serie de grupos con Italia y apretadamente le ganó a Hungría y Francia. Los ocho clasificados se dividieron en dos grupos y vino el extraño partido del local contra Perú, que tenía una de las mejores defensas. Argentina necesitaba ganar por cuatro goles y lo hizo por 6 a 0. Eso le dio la opción de disputar la final con Holanda que había sacado a Italia y Alemania. Era el favorito de todos, pero ganó el local Argentina por 3 a 1.

De ahí en adelante, el cuento de los favoritos se hizo trizas. En el mundial de 1982, nadie daba por derrotado a Brasil, que tenía una de las mejores selecciones de todos los tiempos. Toninho Cerezo, Junior, Sócrates, Falcao, Eder, Zico, Paulo Isidoro. Contra todos los pronósticos lo sacó Italia 3 a 2 en la segunda fase, en un desconcertante partido en el que Paolo Rossi les anotó tres goles. Ese mismo equipo italiano que no ganó un partido en la serie de grupos terminó siendo el campeón derrotando 3 a 1 a Alemania.

En 1986 se repitió la película. Nadie daba por perdido a Brasil que en la serie de grupos derrotó a España, Irlanda y Argelia. Después le pasó por encima a Polonia por 4 a 0. Pero sucedió lo increíble, contra todos los pronósticos, empató con Francia, se fueron a penales y lo eliminaron. Lo demás fue el momento estelar de Diego Armando Maradona con Argentina. No la tuvo fácil. Pero después de la fase de grupos, dejó en el camino a Uruguay, Inglaterra y Bélgica, y logró el campeonato contra Alemania 3 a 2.

Cuatro años después, en 1990, de nuevo los especialistas fallaron. Argentina pasó de agache la serie de grupos porque perdió con Camerún y empató con Rumania. Pasó de tercero porque derrotó a Rusia. Luego el héroe fue su arquero Sergio Goicoechea, que a punta de tapar penales, sacó a Italia que era el local y favorito de todos y llevó al equipo a la final con Alemania. El único penal que no pudo tapar fue el que selló la final que le dio el título a Alemania, que le ganó a todos menos a Colombia.

Y a propósito de Colombia, con una selección de lujo llegó como favorito al mundial de 1994. Después de haber derrotado en Buenos Aires 5 a 0 a Argentina en la eliminatoria, meses antes, el país se llenó de un triunfalismo excesivo. Los comentaristas le daban como mínimo tercero o cuarto. Perdió en su debut con Rumania 3 a 1 y luego cayó con el local Estados Unidos 2 a 1. Aunque después derrotó a Suiza 2 a 0, ya estaba eliminado. Fue la primera selección en salir del mundial por la puerta trasera.

En ese mundial tampoco acertaron los expertos. Rumania que hizo un excelente torneo terminó perdiendo con Suecia en los cuartos de final. Alemania, favorito de siempre perdió con Bulgaria. Holanda que volvía a tener un equipazo histórico cedió el poder a Brasil e Italia, como siempre a regañadientes, se metió en la final. En lo que se volvió costumbre desde entonces, el mundial no se definió en los 90 minutos sino a penales. En esa lotería, la suerte fue para los brasileros y el mejor de todos, Roberto Baggio erró el penal definitivo.

En 1998 se impuso Francia con sobrados merecimientos. Para Colombia fue el último mundial de la generación de “El Pibe” Valderrama, Freddy Rincón y otros. Volvió a perder con Rumania, salió derrotado con Inglaterra y apenas venció sobre Túnez. Cuando el equipo volvió a Colombia le dieron hasta con la tapa de la olla. De “El Pibe” Valderrama hablaron que ya estaba acabado, de los técnicos que habían asistido a tres mundiales se dijo de todo. Del triunfalismo exacerbado se pasó al linchamiento colectivo.

Desde entonces Colombia se volvió ausente en los mundiales, pero el cuentazo de los favoritos siguió a bordo. En 2002 quedó campeón Brasil que había realizado una eliminatoria irregular, pero el primer eliminado fue el favorito. El equipo argentino de Marcelo Bielsa estaba diseñado para ganar el torneo. Pero sorpresivamente perdió con Inglaterra y empató con Suecia. La generación de Samuel, Sorín, Zanetti, Ortega, Simeone, Verón, Aymar, Gallardo o Crespo, se quedó afuera en medio de la incredulidad del mundo.

El mundial de 2006 estaba diseñado para que lo ganara el equipo local Alemania, repitiera Brasil o se reivindicara Argentina. Los tres se quedaron en el camino. El título se lo llevó Italia que no estaba en muchos pronósticos. En 2010 se impuso España sin atenuantes y en 2014 lo hizo Alemania en iguales condiciones. Entonces volvió Colombia y cuando los escépticos protagonizaban, desarrolló un torneo inolvidable que puso a la selección en los ojos del mundo. El equipo de James, Cuadrado, Ospina o Yepes fue la sorpresa.

El problema es que regresaron los triunfalistas, el nacionalismo volvió a ponerse de moda y ahora, de clasificarse a Rusia, si Colombia no es campeón ya no sirve. Y eso empieza con las actuales eliminatorias. Se ganó a Perú y los aplausos fueron totales, se perdió con Uruguay y empezaron a pedir la cabeza del técnico Pékerman. Se empató con Chile y otra vez el equipo es buenísimo. Ahora el reto es Argentina y abundan los expertos diciendo que como no vienen Messi o Agüero o Tévez, es obligatorio ganarle a un equipo menor.

Sin embargo, en el fútbol no hay nada escrito y cuando le toca a los segundos se crecen. ¿O qué decir de Muriel, o de Jackson? Los favoritismos son inventos. Y en la historia del fútbol rentado nacional sí que hay ejemplos. En el torneo finalización 2004, Nacional vencía 5 por 1 a Junior en el Atanasio, en los minutos finales hizo gol Junior, se fueron a penales y los barranquilleros se llevaron el título. En 2007 nadie creía a Chico campeón sobre América y así fue. Cada partido es uno más, lo demás son las revanchas que llegan.

Colombia y Argentina es un partido aparte. Ninguno de los jugadores del equipo visitante es un aparecido en el fútbol. El local también está hecho de ganadores en el mundo. Pero cuando el árbitro termine el encuentro, no dejará de ser un momento más. Ni será el mejor equipo de todos ni el peor de la eliminatoria. Ojalá que pase lo que pase, no solo en esta fecha sino a futuro, la afición y los dueños de los micrófonos dejen que el ciclo se desarrolle en paz. Los clasificados al mundial de 2018 apenas se conocerán en dos años.

Por Redacción Deportes

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