El fútbol llora a Roberto Cabañas

Murió uno de los grandes ídolos en la historia del América de Cali, con el que ganó dos ligas y quedó tres veces subcampeón de la Copa Libertadores.

Redacción deportiva
10 de enero de 2017 - 01:59 a. m.
El paraguayo Roberto Cabañas durante la celebración de la sexta estrella del América, en 1986. /Archivo El Espectador
El paraguayo Roberto Cabañas durante la celebración de la sexta estrella del América, en 1986. /Archivo El Espectador
Foto: EL ESPECTADOR

Víctima de un paro cardiorrespiratorio, falleció este lunes en Asunción el exfutbolista paraguayo Roberto Cabañas, ídolo del América de Cali a mediados de los 80.

Con la camiseta de los diablos rojos, Cabañas jugó 72 partidos y marcó 40 goles entre 1985 y 1987, ganó dos títulos locales y fue tres veces subcampeón de la Copa Libertadores. Después actuó para Medellín y Real Cartagena. Ya retirado, dirigió el América durante 12 partidos, en el primer semestre de 2007.

Su hermano Valerio explicó que Roberto, de 55 años, no tenía quebrantos de salud y que en la actualidad se dedicaba a comentar los partidos de la selección guaraní para una importante cadena de televisión. De hecho, se preparaba físicamente para integrar un equipo de showbol, un torneo de fútbol en espacio reducido en el que participan futbolistas retirados.

Una exitosa carrera

Cabañas debutó como profesional cuando apenas tenía 17 años, vistiendo los colores del Cerro Porteño. También joven llegó a la selección nacional, que en 1979 logró el título de la Copa América.

Pasó luego al Cosmos de Nueva York, en donde compartió con figuras de la talla de Pelé, Franz Beckenbauer, Giorgio Chinaglia y Johan Neeskens.

“Llegué al América en marzo del 85. Juan Manuel Battaglia me hizo el contacto con los directivos, fui a Cali y arreglé sin problema, porque tenía ganas de ir a Colombia, pues siempre he sido enfermo por su música, especialmente por el vallenato. Allá viví una época maravillosa, tengo tres hijos colombianos y muchísimos amigos”, señaló en una entrevista hace poco más de un mes, justo antes de que América lograra el ascenso a la primera división luego de cinco años en la B.

Era un jugador de físico privilegiado, rápido, habilidoso y muy astuto. Jugaba como volante creativo o delantero y usaba siempre una muñequera blanca. “Era un 10, pero me encantaba hacer goles. Me movía mucho por toda la zona de ataque”, explicaba.

Su facilidad para saltar le permitía realizar maniobras acrobáticas, la más famosa de ellas la “cabañuela”, una especial de chalaca, no de espaldas al piso, sino de lado. “No se quién la bautizó así, pero para mí fue un orgullo, porque se volvió un sello, así como mi celebración con volteretas”, decía Cabañas, quien jugó el Mundial de México 1986, en el que le marcó dos goles a Bélgica en la primera ronda.

Tras su partida del América, con el que sufrió la “inexplicable experiencia de perder tres finales de la Libertadores, la última faltando apenas ocho segundos para el final del alargue”, se fue a jugar al Brest de Francia, en el que también fue goleador.

Pasó luego por el Lyon y el Boca Juniors de Argentina, en el que fue figura a mediados de los 90.

“Mi paso por Boca fue magnífico, porque me identifiqué mucho con la gente, con esos colores. Siempre fui un jugador de dejar el alma en la cancha, de defender a muerte su camiseta, y eso allá es ley. Además le hice muchos goles a River y eso también fue clave”, recordaba Cabañas, quien estuvo después en el Libertad de su país y el Barcelona de Ecuador.

“Mi carrera me dejó muchas satisfacciones. Mi familia, con hijos y esposa colombianos; muchos amigos, títulos y haber jugado con los dos mejores de la historia, Pelé y Maradona, sin olvidarme de Willington Ortiz, que era un fenómeno”, decía.

Cabañas regresó a Cali en 2007 y dirigió el América durante siete partidos. “No nos fue bien. Pedí a Battaglia como asistente y me trajeron a Gerardo González Aquino, con quien veíamos el fútbol diferente, así que no hubo buena relación”, explicó después de irse del club escarlata.

La noticia de su muerte conmocionó a Paraguay, en donde es considerado uno de los mejores jugadores de la historia.

Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Pilar, su lugar de nacimiento, 300 kilómetros al sur de Asunción, en donde este martes será velado y enterrado, como era su voluntad.

Por Redacción deportiva

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