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Al minuto 78 de la definición entre Medellín y Santa Fe, cuando el Atanasio Girardot hervía y el empate parecía llevar el partido a los penaltis, ocurrió la escena más conmovedora del campeonato, y una de las más épicas de las finales en el fútbol colombiano.
Hugo Rodallega, cojeando y llorando desconsolado, había pedido el cambio. El dolor era evidente y parecía que no podía continuar. “Desde el calentamiento ya sentía algo. Le dije al doctor que no podía, que la idea era no jugar. Pero al final dije: no, no me salgo. Hasta el final. De aquí me sacan cuando yo diga”, reveló después del partido.
El goleador no salió y a los pocos segundos de esa escena, en la siguiente jugada, Edward López tomó la pelota por derecha, desbordó a pura velocidad y sacó un centro raso al corazón del área. Allí, solo, a la espalda de los defensores del DIM, apareció Rodallega, lesionado y cojeando. Letal, como siempre. El goleador definió de primera, a quemarropa, y desató el grito de gol que terminó dándole a Santa Fe la décima estrella.
Casi tres minutos que quedan para la eternidad 🌟
— Carolina ⭕️ (@MarquezCaroR) June 30, 2025
A Hugo Rodallega le tengo una pedida de disculpas aparte. Por ahora, su nombre queda escrito en letras doradas en la historia de Independiente Santa Fe 🦁🇮🇩 pic.twitter.com/tOgK4rzzLV
La jugada fue perfecta, el corazón y la garra de Rodallega escribieron una de las páginas más épicas en la historia cardenal.
Rodallega, el goleador que llevó a Santa Fe a la décima
“Yo soy un tipo que me esfuerzo mucho a diario, siempre quiero ganar y hoy se premia”, dijo tras el pitazo final. Después recibió la Bota de Oro como máximo anotador del torneo, con 16 goles.
“Esto es un honor, es un orgullo. Lo recibo con mucha humildad”, añadió. En medio de los abrazos y los cánticos, el delantero agradeció a sus compañeros: “Estos muchachos me han ayudado a triunfar. Aparte de mi voluntad y el esfuerzo que yo hago, es un grupo de jóvenes humildes”.
Mire más: Rodallega, el héroe de la décima de Santa Fe: “Este viejito se les va campeón”
Rodallega no solo fue el líder en ataque. Fue el símbolo de un equipo que, como él, resistió cuando dolía, peleó cuando parecía que no podía más, y respondió cuando más se necesitaba. Su gol no fue solo una jugada. Fue una declaración de principios, un acto de fe, un gesto de amor por el escudo y la historia. “Esto es guerra, son heridas de guerra”, dijo al revelar que jugó la final con una fractura en el tabique nasal sufrida en el clásico contra Millonarios. “No quisimos decir nada para poder jugar los dos partidos de la final”.
Así, en medio del dolor, Rodallega firmó su nombre en la eternidad de Santa Fe. Convirtió el sufrimiento en gloria y el sacrificio en legado. “Quizás era el momento de retirarme”, confesó, aunque admitió que su hijo y sus compañeros no se lo permitirán. “Vamos a ver qué pasa, por ahora, vamos a celebrar”.
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