Eleider Álvarez, el campeón de boxeo que quería ser cantante

Al boxeo llegó por su mamá, Aída Elisa, una mujer estricta, que decidió ponerlo a hacer deporte para que no se pasara los ratos libres en la calle. Ahora lleva 24 peleas, todas ganadas, once por nocaut.

Redacción Gente
06 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
Eleider Álvarez se enfrentó este sábado al ruso Sergey Kovalev en el ring del casino Hard Rock Cafe, en Atlantic City.  / AP
Eleider Álvarez se enfrentó este sábado al ruso Sergey Kovalev en el ring del casino Hard Rock Cafe, en Atlantic City. / AP
Foto: AP - Mel Evans

Cuando Eleider Álvarez emprendió su carrera como boxeador profesional, quiso apodarse El Atarván, pero al pensar lo difícil que iba ser explicar lo que eso significaba en otros idiomas, buscó otro apodo mucho más fácil pero igual de implacable, decidió ponerse Storm (La Tormenta), y desde entonces ha sido imparable: lleva 24 peleas, todas ganadas, 11 por nocaut, y la noche del sábado se quedó con el título mundial de los semipesados de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

Eleider Álvarez no quería ser boxeador, quería ser cantante. Al boxeo llegó por su mamá, Aída Elisa, mujer estricta de recio carácter, que decidió ponerlo a hacer deporte para que no se pasara los ratos libres en la calle. La decisión de que fuera boxeo y no otra cosa fue más por practicidad, pues el entrenador vivía en frente de su casa en Turbo.

La primera vez que se puso los guantes ganó, el rival era un viejo conocido, ya se habían enfrentado una vez, en la calle, a mano limpia. “Peleábamos por bobadas. Una vez discutimos frente a mi casa y en eso me llamó mi mamá, entonces yo le hice con la mano la seña como diciendo ‘vas a ver, espérate’. Como dos semanas después pasé por la casa de él y apenas me vio me agarró y me dijo: ‘Te acordás el día ese… vamos a hacerlo de una vez aquí’. Él era más acuerpado que yo, incluso todavía. El Tito le dicen. Y nos enganchamos, pero él no me daba golpes, como era más grande me tiró a una zanja y como yo estaba de blanco me echaba el pantano encima. Salí negrito y llegué a la casa y mi mamá me remató”, recuerda Álvarez.

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La revancha llegó con los guantes puestos. Fue el mismo Tito el que lo vio y le dijo: ‘Ah, estás practicando boxeo; yo me los quiero poner contigo’. La mamá de Eleider Álvarez, que estaba sentada al frente, en su casa, peinando a su hermana menor, no le dijo nada, solo lo miró. “No me quedó más que ponerme los guantes y le di una muñequera tal, que le hice quitar los guantes a él”, cuenta el campeón.

Tito no siguió entrenando boxeo, pero Álvarez y él se hicieron grandes amigos. Y esa, al final de cuentas, resultó siendo la única pelea que lo vio disputar su mamá, que murió antes de que él se fuera a vivir a Apartadó, al Centro de Desarrollo Deportivo, donde empezó a prepararse para ser boxeador.

“A mí siempre me ha gustado el vallenato, pero uno nunca sabe para qué va a ser bueno. Yo quisiera que mi mamá estuviera viva para que viera en lo que me he convertido, de tanto que me regañaba y me peleaba”, dice.

En su familia nadie ha sido deportista, ni siquiera son fanáticos de ningún deporte en especial, pero a todos si les gusta la música, el vallento, especialmente. Su hermana Vilma es cantante, su cuñado acordionero y su papá, Isaac, alcanzó a tener una colección que superaba los tres mil elepés. Por eso, Eleider Álvarez soñaba con ser cantante.

Cuando su familia se fue de Puerto Girón a vivir a Turbo, él, con apenas nueve años, formó con amigos su primer conjunto: Infancia Vallenata. Con ellos recorría las calles de Turbo los fines de semana y se acercaban a cantarle a los viejos que se sentaban a tomar y a conversar en las puertas de las casas. “Ahí nos daban monedas, $100, $200... Y con eso nosotros después nos íbamos a mecatear”.

Pero ese anhelo de ser cantante se frustró cuando, invitados a cantar en un festival musical en Turbo, a Álvarez, en Tarima, se le olvidó la canción. Hoy lo recuerda con risas. “Hay una canción de Diomedes (Díaz) que se llama ‘Duerme conmigo esta noche’, que me la sé toda, pero ese día se me olvidó la segunda estrofa, entonces seguí con el coro: ‘duerme’... Como dos minutos con el coro: ‘duerme conmigo está noche’. Cuando terminábamos nos daban como un premio de consolación por la participación y un amigo me dijo: ‘Eleider, vamos a esperar el premio’. Y yo le dije: ‘Yo no voy a esperar nada, me voy para mi casa’. Ahí lo decidí: no canto más”.

A partir de entonces se dedicó al boxeo. La muerte de su mamá, cuando apenas tenía 14 años, resultó ser la motivación suficiente para seguir entrenando. Como boxeador amateur ganó medalla de oro en los Juegos Suramericanos de 2006 en Buenos Aires, repitió oro en los Juegos Panamericanos en 2007 en Río de Janeiro y participó en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, pero perdió la medalla por decisión de los jueces. Desde 2009 se radicó en Montreal (Canadá), para empezar su etapa como boxeador profesional en la categoría de los semipesados, en la que sigue invicto y con un primer cinturón de campeón, el de plata, del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Pasados 20 años de la muerte de su mamá, Eleider álvarez, a sus 34 años, tuvo por primera vez la oportunidad de pelear por un título mundial. Ese sábado al frente suyo, en el ring del casino Hard Rock Cafe, en Atlantic City, estaba el ruso Sergey Kovalev, The Krusher (El Triturador), considerado hasta entonces el mejor boxeador de los semipesados.

Para Álvarez los sueños han sido esquivos. Soñaba con ser campeón del mundo amateur, pero se hizo profesional dos meses antes del mundial. Soñaba también con una medalla olímpica, pero la perdió por decisión. El único sueño que le quedaba por intentar cumplir dentro del ring era ser campeón mundial. Así que la tercera fue la vencida.

“Yo tuve que dar todo de mí, demostrar que podía, porque estuve un año entero en la selección sin que me pagaran. Le pagaban a otros que eran los prospectos. Pero aquí estoy yo, demostrando que sí. Esta pelea para mí significa todo. Ahora estoy a un paso de cumplir la que soñé”, dijo momento previos al encuentro boxístico.

Eleider Álvarez se convirtió así en el primer campeón colombiano en la categoría de los pesos semipesados y queda para siempre en la historia del boxeo de Colombia al lado del boxeador que más admira: Antonio Cervantes Kid Pambelé.

Esta es la historia del campeón que un día quiso ser cantante.

Por Redacción Gente

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