Fabiola Zuluaga y su regreso al tenis

La cucuteña, capitana del equipo colombiano de la Copa Confederaciones, tendrá su primer desafío en la Zona 1 Americana, que se disputará del 5 al 8 de febrero de 2020, en Chile. El objetivo: obtener un cupo a los “playoffs” del Grupo Mundial.

Camilo Amaya - @CamiloGAmaya
12 de diciembre de 2019 - 02:00 a. m.
Fabiola Zuluaga será la capitana del equipo colombiano en la Copa Confederaciones, ante Chile. / Cortesía
Fabiola Zuluaga será la capitana del equipo colombiano en la Copa Confederaciones, ante Chile. / Cortesía

Seis meses después de su retiro, Fabiola Zuluaga volvió a jugar tenis. Y lo hizo porque la invitaron a una exhibición en Bucaramanga. Ella, implacable consigo misma, tomó la determinación de no regresar, de alejarse del deporte, de viajar a ver a sus papás sin afanes y sin la presión de pensar en la competencia del día siguiente.

La rutina la absorbió tanto, que llegó el momento en el que se dio cuenta de que no había razones para estar en el circuito femenino. Además, llegaron los movimientos involuntarios durante los partidos para proteger el hombro derecho, bastante maltrecho tras dos cirugías. Y luego los dolores, que en la espalda, que en el otro hombro... Y Fabiola, siempre combativa, no aceptó tener que convivir con las molestias, y no estuvo de acuerdo con quienes le dijeron que el calor de la adrenalina mermaba las dolencias. Sumado a eso hubo un detonante: se le acabó la confianza.

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Zuluaga, acostumbrada a pegar dos pelotas cruzadas para después hacer daño con el revés paralelo, ya no pudo hacerlo. Y por más que contuviera los brazos para cambiar la dirección de la bola, el tiro salía para el lado contrario. En otras palabras, perdió el control de su juego y, por ende, la cabeza. Y fueron meses sin ganar, días de caer con rivales a las que antes superaba con comodidad y una actitud nueva frente a la vida, una actitud de piedra. Y como era de esperarse, buscó respuestas en viejos conocidos. “Jorge (Toledo), mírame la derecha a ver qué tengo, qué se puede hacer, es que ya no sale profunda, con peso”, le dijo al entrenador al que le tenía más confianza en un diálogo casi en secreto, pues ya no trabajaban juntos. “No la pasé bien. Y me cansé de sufrir. Y por eso dije no más cuando tenía 26 años”. La tenista que fue 16 del mundo en enero de 2005 (el mejor escalafón para una colombiana en toda la historia) se esfumó en unos meses, se aburrió del deporte mismo y buscó resguardo en otras cosas, como las clases esporádicas de cocina, algo que antes no le llamaba la atención.

“Empecé a valorar los pequeños detalles, el poder estar un Día de la Madre completo sin pensar en coger un vuelo para Bogotá, porque a la mañana siguiente tocaba practicar. Eso es quitarse un peso muy grande ”. Aunque en su momento los expertos aseguraron que no era una decisión inteligente, Zuluaga creyó -hoy lo sigue haciendo- que fue sensata, clara, más bien sabia. De los años en el profesionalismo quedó una que otra amiga, pues Fabiola, la colombiana introvertida, no salía mucho de los hoteles de concentración y prefería comer en el mismo sitio en el que se hospedaba para evitar el desgaste.

“Un día la argentina Paola Suárez me invitó a comer y desde entonces formamos una amistad que fue una hermandad a cuanto torneo íbamos. Con ella me solté bastante, algo que siempre me ha costado cuando conozco a alguien, al punto de que jugamos un par de veces juntas”. Con la misma clarividencia para rememorar el comienzo de una relación que todavía perdura, Zuluaga también se refiere a otra jugadora con la que no compaginó. “María Sharapova era muy rara. Cuando iba con Mauricio Hadad sí saludaba, era gentil, pero cuando caminaba sola no se percataba de nada. Entonces era algo maluco. De todas maneras eso no me afectaba, porque procuraba estar encerrada en lo mío, concentrada en mi trabajo”.

En los últimos años Fabiola trabajó con la Liga de Bogotá impulsando nuevos talentos y haciendo de su experiencia la motivación de otros. También fue parte de un grupo de entrenamiento funcional que tenía como referentes a exatletas de alto rendimiento. “Fue duro, pero chévere. Reconozco que los primeros tres días no me podía ni mover, porque uno hacía lo mismo que los alumnos, los acompañaba en cada sesión”. Ahora, gracias a las puertas que se abrieron por su trayectoria, la cucuteña tendrá un nuevo desafío, esta vez como capitana del equipo colombiano para la Copa Confederaciones, el evento por países más importante del tenis femenino. “Estaba cocinando cuando David Samudio me llamó para ofrecerme el cargo. Pensé que Alejandro Falla iba a estar al mando, pero cuando me contaron la idea me pareció interesante y dije que sí. Ahora espero reunirme con las jugadoras a mitad de diciembre para conocerlas porque, la verdad, solo he interactuado con María Camila Osorio. Y la idea es empezar a crear lazos, a impulsar la confianza, porque con seguridad en lo que se está haciendo los resultados van llegando”, concluye Fabiola, la mujer que como tenista creyó que más allá de la fuerza física, la más importante es la anímica.

Por Camilo Amaya - @CamiloGAmaya

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