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Serie Mundial de las Grandes Ligas: Los Astros, ¡por fin, astros!

A los Filis de Filadelfia lentamente se les humedeció la pólvora. Una definición con alternativas y marcas. Jeremy Peña, un novato dominicano con proyección de inmensa grandeza. Dusty Baker y Justin Verlander, dos figuras camino a la inmortalidad.

Antonio Andraus Burgos
07 de noviembre de 2022 - 03:39 p. m.
Así celebraron los Astros de Houston Astros su campeonato en la Serie Mundial.
Así celebraron los Astros de Houston Astros su campeonato en la Serie Mundial.
Foto: EFE - ERIK S. LESSER

Cuando Kyle Tucker salió disparado hacia el borde de la zona de foul, por el bosque derecho para atrapar el elevado del cubano-americano, Nick Castellanos, los 42.958 espectadores que tomaron asiento en el Minute Maid Park, de Houston, en un acto de comunión espiritual, esperaban ansiosamente para que el último 27 del sexto juego de la Serie Mundial fuese un hecho.

La exclamación fue rotunda. El grito ensordecedor al unísono que se escuchó en el parque de pelota, que cubierto por su techo, fue más sonoro, daba por terminado uno de los Clásicos de Octubre de mayor expectativa de los últimos años en el béisbol de las Grandes Ligas, cuando los Astros —por fin astros— derrotaron cuatro carreras por una, a los inspirados Filis de Filadelfia, en el partido que daba por terminada la Cita de Octubre.

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Se conjugaron, en ese momento, variantes seguramente muy difíciles de repetir en el inmediato futuro, pero que dejan un buen sabor al Béisbol Organizado: se terminó jugando una vez más en noviembre, pero en esta ocasión, ese 5 de noviembre queda registrado como el día más avanzado del undécimo mes del año para el primer juego de una Serie Mundial; un novato dominicano, de 25 años, Jeremy Peña, alcanza todos los honores para pensar que tendrá una proyección inmensa de grandeza, si se mantiene en salud, si sigue trabajando con disciplina y con esfuerzos, y si conserva el entusiasmo por el juego; Dusty Baker, se convierte en el capataz de más avanzada edad, 73 años, en conseguir su primer y, hasta hoy, único título de Serie Mundial, después de más de casi tres décadas de estar actuando como estratega en las Grandes Ligas; y, finalmente, Justin Verlander, el derecho que tiene ruta hacia el Salón de la Fama, a sus 39 años, gana su primer juego en el Clásico de Otoño, después de nueve trepadas a la loma de lo sustos, sin conseguir una victoria en cinco Citas de Octubre.

¿Qué pasó en la Serie Mundial?

¿Qué les pasó a los Filis que, de un momento a otro, como un castillo de naipes, se quedaron sin ofensiva? La respuesta no es fácil. Para quienes gustan de la controversia, valdría la pena decir, por un lado, que el trabajo de los lanzadores de los Astros, tanto de los abridores como de los relevistas, en los tres últimos juegos fue tan dominante, que todo lo que se diga en contra es simple y llanamente una discusión bizantina; pero, para otros, a la ofensiva de los Filis se le humedeció la pólvora cuando más necesitaban que ese bache ofensivo no llegara.

En los últimos 27 entradas de juego — los partidos cuatro, cinco y seis —, los muchachos de Rob Thomson, apenas alcanzaron a conectar nueve indiscutibles, con promedio tres por juego; para fabricar tres carreras, dos de ellas con jonrones de Kyle Schwarber, con una en promedio por partido; sumaron 38 ponches, más de nueve por encuentro, y dejaron en circulación 19 hombres esperando remolque sobre las almohadillas, más de seis por compromiso.

En seis encuentros en el Citizens Bank Park de Filadelfia, los Filis estaban invictos en esta postemporada, pero cayeron en dos de los más importantes desafíos del año, el cuarto y el quinto; su ofensiva combinada colectivamente apenas llegó al raquítico promedio de 163; con Rhys Hoskins en 120 a la ofensiva; J.T. Realmuto, con 163; Nick Castellanos con 125; el dominicano Jean Segura, con 143 y Bryson Stott en 14 turnos, no despachó un indiscutible. Así, ¿quién puede ganar?

Cuando hay lanzadores

Para nadie es un secreto en el béisbol que cuando hay lanzadores de talento y calidad en la novena que estás enfrentando, ¡ah! difícil que es batear.

El histórico cuarto juego de esta Serie Mundial, que ya ingresó a los anales de las Grandes Ligas, como el segundo en 118 Series Mundiales en que una novena deja sin indiscutibles ni carreras a su rival, es una muestra de ello.

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El dominicano derecho, Cristian Javier lanzó seis espectaculares episodios, con nueve abanicados y dos bases por bolas, combinándose con sus compatriotas Bryan Abreu, en un acto, con tres ponches al hilo. Y Rafael Montero, en otro, con uno abanicado más. El estelar taponero, Ryan Pressly, colgando los tres últimos outs sin complicaciones, incluyendo otro ponche, para ganar el juego. No hubo opción alguna para la ofensiva rival.

Y después apareció Justin Verlander, para el quinto partido, con cinco episodios laborados, de cuatro imparables, una carrera, jonrón de Kyle Schwarber; cuatro bases por bolas y seis ponches. Aparecieron para preservar el juego, los dominicanos Héctor Neris, Bryan Abreu y Rafael Montero, a quien le fabricaron la segunda carrera, en un tercio de entrada labor y el puerto lo cerró el taponero Ryan Pressly, en un acto y un tercio, con dos ponches.

Para el sexto desafío fue al montículo nuevamente el zurdo dominicano, Framber Valdez, para seis episodios de dos imparables, incluyendo el tablazo de Kyle Schwarber en la sexta entrada; dos bases por bolas y siete ponches. Contó con el respaldo para preservar la victoria de los también dominicanos Héctor Neris, con dos abanicados en un acto y Bryan Abreu, con otro ponche en un episodio, y cerró Ryan Pressly, con dominio sobre los bateadores, hasta colgar el último out con un elevado en zona foul de Nick Castellanos, que engarzó Kyle Tucker sobre la valla del bosque derecho.

¿Se equivocó Rob?

Por costumbre y respeto, no estamos acostumbrados a criticar las decisiones que asumen los técnicos cuando definen sobre el campo de juego, lo que hay que hacer en determinado momento de un partido.

Sin embargo, las dudas a veces nos obligan a preguntar, sin adoptar la posición de críticos, por qué un estratega adopta tal o cual determinación en una circunstancia que, a todas luces, pudo ser diferente.

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¿Por qué Rob Thomson, el capataz de los Filis, decidió rescatar a Aaron Nola en el cuarto juego cuando las bases estaban llenas, sin outs en la pizarra, cuando el zurdo cubano Yordan Alvarez iba a consumir su turno al bate, para traer el zurdo venezolano José Alvarado, en la quinta entrada? ¡Acuérdense!

Alvarado golpeó a Yordan y fue el comienzo para fabricar el racimo de cinco carreras para que los Astros vencieran a los Filis 5-0; pero claro, se nos dirá ahora que con Cristian Javier y su corte, dominándolos por completo en el partido sin indiscutibles ni carreras, no había mucho que hacer; y que un lanzador zurdo siempre es un buen intento para detener las posibilidades ofensivas de un bateador zurdo.

¿Y por qué, nuevamente, en el sexto desafío, Thomson trajo a Alvarado para relevar al abridor Zack Wheeler, con apenas 70 lanzamientos en el sexto episodio, para enfrentar otra vez al cubano Yordan con dos en circulación y un out colgado en el tablero? ¿No hubiese sido prudente que Zack le lanzara a Yordan, a quien había dominado con par de elevados en los turnos anteriores, con el poco desgaste que había tenido con sus lanzamientos en el partido? ¿Lo recuerdan?

Nos dirán, seguramente, que “la fatiga muscular” en el brazo de lanzar de Wheeler podría estar asomándose cuando golpeó al boricua Martín Maldonado, sobre cuya acción tenemos duda razonable en la forma en que se produjo.

Yordan se la desapareció a Alvarado y los Astros despejaron el camino para ganar el partido, con tres carreras, que luego fueron cuatro, porque el boricua Christian Vásquez martilló imparable al dominicano Seranthony Domínguez, quien rescató al zurdo venezolano, cuando Alex Bregman estaba anclado en la segunda almohadilla por base por bolas y lanzamiento salvaje del propio Alvarado.

Las discusiones, en el béisbol, no concluyen cuando el partido termina. Esas se prolongan en el tiempo y en el espacio por muchos días, meses y años más. Y quedan esas dos inquietudes sobre el tapete.

El Más Valioso

Se nos ha preguntado por colegas, amigos y aficionados en general, si estamos de acuerdo con la elección del novato torpedero dominicano Jeremy Peña como el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial.

Y nos rematan diciendo, que si no fue más valiosa la tarea del zurdo dominicano Framber Valdez, en el Clásico de Otoño, al ser el ganador de los partidos segundo y sexto de la Cita de Octubre — que tal como van las cosas, ya no será de Octubre si no de Noviembre —, porque ganó dos de los cuatro partidos para los Astros que les otorgó el título de la Serie Mundial.

Hemos intentado en varias ocasiones explicar esa elección, pero como lo hemos advertido, las reglas no son tan claras y precisas para adoptar la decisión. Inclusive, en algunas ocasiones, el capataz ganador del título del clásico, hace venia sobre quién puede ser el pelotero más valioso de la gran final.

Acogemos la decisión sin objeción alguna del novato Jeremy Peña. Lo hizo muy bien. Su ofensiva fue oportuna. Su defensa a la altura. Tuvo atrapadas sensacionales. Y, sí, cometió un error, pero eso hace parte del juego.

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Hace muy poco, recordábamos con un distinguido colega, el caso de la Serie Mundial de 1960, cuando el segunda base de los Yanquis de Nueva York, Bobby Richardson, fue exaltado Jugador Más Valioso de esa final de infarto, cuando todos pedían que se le otorgara a Bill Mazeroski, el segunda base de los Piratas de Pittsburgh, quien minutos antes había despachado el cuadrangular frente a Ralph Terry, para derrotar a los ‘Mulos’ en el séptimo juego del clásico.

Esa distinción por lo regular, la obtiene un pelotero del equipo que gana la Serie Mundial. Pero, como ya hemos dicho, no hay una norma clara para decidir el premio. Y por eso, traemos a colación el caso de Bobby Richardson de los Yanquis.

Sobre Jeremy Peña, el novato dominicano sensación de los Astros; Justin Verlander, el veterano derecho que por fin ganó un juego de Serie Mundial y Dusty Baker, el capataz con todos los méritos dentro de la Gran Carpa, quien después de casi tres décadas de estar manejando los hilos de franquicias de las Grandes Ligas, hasta ahora consigue el primer título en Serie Mundial, escribiremos en una próxima oportunidad.

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Por Antonio Andraus Burgos

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