Jerónimo Berrío, un novato a alta velocidad
El joven piloto bogotano, de 16 años, es el primer colombiano en ganar una carrera en la Fórmula 4 Francesa. Además, terminó la temporada 2022 como el mejor debutante.
Daniel Bello
La vida de un piloto amerita tomar decisiones rápido, pero no solo eso, también implica hacerlo en el momento preciso. Así fue para Jerónimo Berrío, quien tuvo que dejar una niñez normal para irse a vivir solo en Francia y convertirse en lo que sueña, un piloto de clase mundial que corra en la Fórmula Uno.
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La vida de un piloto amerita tomar decisiones rápido, pero no solo eso, también implica hacerlo en el momento preciso. Así fue para Jerónimo Berrío, quien tuvo que dejar una niñez normal para irse a vivir solo en Francia y convertirse en lo que sueña, un piloto de clase mundial que corra en la Fórmula Uno.
Su vida dio un volantazo a finales del año pasado. Llegó a la Fórmula 4 francesa, una competición de jóvenes promesas en la que compiten pilotos de todo el mundo y tienen la oportunidad de crecer para algún día llegar a la élite del automovilismo. Un poco antes de eso se había coronado como campeón suramericano de karts en la categoría DD2, en el Rotax Max Challenger South America 2021.
Berrío empezó en el mundo de la velocidad desde muy niño, gracias a su padre, quien también practicaba este deporte y ha sido su principal apoyo para tener fortaleza mental y afrontar los retos que ha presentado en su joven carrera.
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Cuando llegó con solo 15 años a Francia, donde el automovilismo está profesionalizado y cuenta con una infraestructura envidiable, Jero, como le dicen sus amigos, experimentó el cambio más grande de su vida, pues venía del kartismo colombiano. Al principio tuvo dificultades por no tener dominio en el idioma. Por fortuna los integrantes de su equipo hablaban inglés y su ingeniero era español, por lo que la barrera lingüística no fue un problema deportivo.
En su adaptación ayudó la presencia de otro piloto latinoamericano, el ecuatoriano Mateo Villagómez, a quien conocía del kartismo. Con el tiempo se acostumbró y, aunque hay algunos ajustes en materia idiomática, se siente más cómodo.
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Berrío está en una categoría en la que el aprendizaje es el concepto por excelencia. La F4 francesa también es una academia. Al ser carros similares, el que verdaderamente se destaca no es el motor, sino el piloto.
Esta temporada hubo momentos difíciles, donde por motivos de reglamento le fueron retirados algunos puntos. Uno de los que lo marcó fue el episodio de SPA, en Bélgica, en el que iba segundo y perdió su lugar en el podio por no ver una bandera. Allí sintió la frustración de perder lo que iba a ser su primer podio, pero a la vez usó ese sentimiento para lograr un buen desempeño y meterse entre los tres mejores en la carrera siguiente.
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En la pista, Jero sabe que no tiene amigos. Por fuera se la lleva muy bien, pero cuando entra en el carro lo único que importa es él. Destaca el Fair Play de sus rivales. Este año le dejó las bases y la experiencia de competir a bordo de un monoplaza, un escalón más cerca de su ruta hacia su sueño de alcanzar la máxima división de la FIA.
Para encarar el circuito Paul Ricard, el escenario de su primera victoria y la recompensa de sus sacrificios, se sentía tranquilo. Venía de un buen desempeño en Valencia (España), donde había alcanzado un segundo lugar. Las ganas y el hambre por la victoria le permitieron controlar la carrera, en la que supo manejar la presión y cuidar la primera posición.
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Jero prefiere defender una posición que atacar. Estar en el primer lugar implica tener una visión de 360°, por lo que hay más presión encima. Sin embargo, el joven piloto considera que así tiene más control.
“Increíble, poder subir a lo más alto del podio en una pista como Paul Ricard es algo que ni en sueños imaginé. Fue perfecto”, comentó. En ese momento no tenía palabras. Recordó todo lo que pasó para llegar hasta allá. En su futuro cercano espera subir a la Fórmula 3 Regional Europea, donde compiten los colombianos Sebastián Montoya y Nicolás Baptiste.
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Aunque SPA, una pista de F1, extensa y rápida, era su circuito preferido, Paul Ricard se ganó un lugar en su corazón. A lo largo de la temporada, Berrío mostró un crecimiento constante. Llegó con la expectativa de comerse el mundo, pero antes tuvo que pasar por un proceso de adaptación. Con el transcurso de las jornadas se sintió más cómodo y, aunque su categoría no entrega un premio particular a los novatos, concretó el año como el mejor debutante.
En un deporte donde no todo depende del deportista, pues parte de la posibilidad de competir descansa en los patrocinadores que lo hacen posible, Berrío se siente agradecido de tener el privilegio de representar a Colombia y de hacer sonar Oh Gloria Inmarcesible en el podio.
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