Jannik Sinner es el número uno del mundo y lo demostró en Estados Unidos, con un torneo perfecto que lo llevó a ganar el US Open. El italiano fue un campeón brillante y sus números son evidencia irrefutable; en los siete partidos que disputó solo cedió dos sets, en el primer juego contra Mackenzie McDonald y en los cuartos de final contra Daniil Medvédev. El italiano culminó una temporada soñada, cabeza a cabeza con Carlos Alcaraz en la lucha por ser el monarca de la nueva generación del tenis; Sinner ganó en las pistas duras, en Australia y Estados Unidos, mientras que el español reinó en Roland Garros y Wimbledon, y perdió la final en París 2024 contra el legendario Novak Djokovic.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
En ese cara a cara, el año del italiano, que hasta este 2024 no había ganado ni un grande, no tuvo comparación. No solo fueron los dos grand slams. Al ganar el Australia, se convirtió en el primer tenista de Italia que se llevó ese título. Después, sumó coronas importantes como el ATP 500 de Rotterdam, el Masters 1000 de Miami, el ATP 500 de Halle y el Masters 1000 de Cincinnati. En junio, alcanzó otro hito histórico, al convertirse en el primer tenista italiano en ser número uno del mundo. No estuvo en los Juegos Olímpicos de París, por una amigdalitis, pero acumuló un impresionante récord de 55-5 en todo el año, aunque todavía falta calendario, con una efectividad del 91.7%, consolidando su posición como el mejor tenista de la temporada.
Su año maravilloso debió concluir con el éxtasis de este último triunfo. Con el trofeo de plata del US Open en sus manos, la felicidad debía desbordarlo. No obstante, la frialdad de su mirada ante el lente de las cámaras reveló su sufrimiento de las últimas semanas. Lo vimos en el beso callado a las orejas de la copa. Los ojos cerrados, la abstracción ante silencio hiriente. ¿Ya había pasado lo peor? Tal vez, en medio de la tormenta de los días recientes, ni el mismo se imaginó con esa copa en sus manos. Ante los comentarios del resto, el linchamiento del mundo, Sinner se dedicó a jugar su mejor tenis. ¿Sobre la pista, el juez de cemento, quién podía discutir su triunfo? ¡Si fue una aplanadora! No obstante, fuera de ella, su sombra le hizo perder el brillo.
El caso de dopaje de Jannik Sinner
Días antes de que empezara el US Open se hizo pública una investigación de la que nadie tenía conocimiento y que la Agencia Internacional de Integridad de Tenis (ITIA) venía adelantando desde hace meses. En el documento, se reveló que Jannik Sinner estuvo bajo la lupa tras dar positivo a un control antidopaje en el torneo de Indian Wells. Aunque al italiano le encontraron en su cuerpo Clostebol, sustancia prohibida al ser un esteroide que mejora el rendimiento de los deportistas y que es muy difícil de detectar, el tenista salió indemne.
Al parecer, se revelaría al explicar las causas de su inocencia, la sustancia entró en el cuerpo de Sinner de manera involuntaria, luego de un masaje que le hizo su fisioterapeuta con un producto que contenía el elemento prohibido. En principio, el tenista fue suspendido, aunque esta determinación se ocultó al público, pero después, ante la apelación y colaboración del deportista —que comprobó su inocencia en el análisis del caso—, la Agencia levantaría el castigo al tenista de forma exprés al entender su versión como verdadera. Fue entonces cuando se comunicó lo sucedido. Se anunció que Sinner perdería todos los puntos y los premios económicos que acumuló en ese periodo, pero que se salvaba de una sentencia mayor, que habría involucrado una pena de hasta cuatro años sin poder volver a jugar al tenis en los circuitos profesionales.
El mundo contra Jannik Sinner
La noticia caló hondo en el mundo del tenis. Pesos pesados, como Novak Djokovic, se mostraron contrariados por la diligencia con la que se había tratado el caso Sinner. Nick Kyrgios, por ejemplo, pegó el grito en el cielo y se fue lanza en ristre contra el italiano, alegando que mientras a otros, por situaciones similares, los habían sacado sin miramientos del circuito, con la joven estrella se había tenido un trato diferencial.
“Comprendo los sentimientos de muchos jugadores que se preguntan si se les trata igual que a los demás. Muchos jugadores tuvieron casos similares y no obtuvieron el mismo resultado”, dijo Djokovic en la previa del US Open, que terminaría ganando Sinner este domingo.
Otros, como Carlos Alcaraz, su gran rival generacional, no fueron tan certeros a la hora de juzgar al italiano. “Hay algo detrás de todo esto que mucha gente no sabe seguramente, incluso yo. Él dio positivo, pero habrá alguna razón por la que le habrán dejado seguir jugando que nosotros desconocemos. Tampoco puedo hablar mucho más del tema. Es un momento muy difícil para él, eso seguro”, explicó, antes de encarar el nuevo torneo, el campeón de Roland Garros y Wimbledon en 2024.
Rafael Nadal, en cambio, se mostró más compresivo y dijo que si Sinner había demostrado que su episodio fue incidental, no había razones para no creerle. “Tengo un defecto, o una virtud, y es que al final siempre creo en la buena fe de las personas. Conozco a Sinner y no creo que haya querido doparse. No creo que solo debamos sentirnos a gusto cuando las cosas se resuelven a nuestro favor. Al final, la justicia es la justicia y yo creo en ella. Si no ha sido sancionado, es porque aquellos que juzgaron el caso vieron de forma clara que no debían imponer una sanción. No pienso que Sinner no haya sido sancionado porque es él o que de haber sido alguien más habría sido penalizado”.
Las sombra en la futura grandeza de Jannik Sinner
Inocente o no, la vida sigue con las decisiones que ya fueron tomadas. Si algo demostró la victoria del italiano en suelo norteamericano, es que la fortaleza mental de Jannik Sinner puede resistir a la tempestad misma.
Pudimos percibirlo, obviamente, por el demoledor nivel que demostró en la cancha, pero también por un momento, después de las semifinales, en el que al italiano se le quebró la voz al agradecer el apoyo del público. Cuando tal vez se imaginó que iba a encontrar una caldera, el tenista halló el abrasador cariño de los aficionados, que supieron reconocer el talento que veían ante sus ojos. Fue un momento casi imperceptible, pues sólido, como el tronco que soporta estoico el aluvión, Sinner se mostró impávido, cortando todo drama, toda duda y ocultando el peso del dolor.
Nunca, hasta ahora, pudimos ver a un Sinner demasiado sensible. Más bien parco, o sereno, según el juez, en los pocos gestos del talentoso tenista leímos a un hombre de carácter determinado, dispuesto a ser el mejor del mundo.
Sin embargo, en esa tarde en Flushing Meadows, en Queens, Nueva York, mientras el sol se ocultaba y pequeño hilo de viento apenas le movía el cabello al nuevo campeón, no vimos solo un rostro sosegado. Todo lo contrario. Había dolor en tanta calma. Lo escuchamos en sus palabras suaves y lo vimos en su sonrisa triste, tímida y temerosa. Jannik Sinner sabía que todos veían al nuevo campeón del US Open, pero también veían un culpable. Sentía las críticas de aquellos que ya ponen en duda su legado. Nada volverá a ser como antes. El italiano lo supo antes de esa tarde, cuando ganó su segundo grande, el primero en una carrera que seguramente será brillante, pero que será opacada, de ahora en adelante, por la sombra de ese caso de dopaje.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador