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Magnus Carlsen le ganó a Hikaru Nakamura en la final del Speed Chess Mastership

El Gran Maestro de ajedrez noruego acumula 159 meses como número 1 del ránking de la Federación Internacional de Ajedrez.

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Juan Diego Forero Vélez
23 de septiembre de 2023 - 02:52 a. m.
Sven Magnus Øen Carlsen es un Gran Maestro de ajedrez noruego, coronado como el decimosexto Campeón Mundial de Ajedrez. Se proclamó campeón mundial el 28 de noviembre de 2013, a los 22 años, 11 meses y 23 días, ​ con lo que fue el segundo campeón más joven de la historia después de Garry Kaspárov.
Sven Magnus Øen Carlsen es un Gran Maestro de ajedrez noruego, coronado como el decimosexto Campeón Mundial de Ajedrez. Se proclamó campeón mundial el 28 de noviembre de 2013, a los 22 años, 11 meses y 23 días, ​ con lo que fue el segundo campeón más joven de la historia después de Garry Kaspárov.
Foto: EFE - ALI HAIDER
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Magnus Carlsen, con 13 años, voltea la cabeza inocentemente para mirar por encima de su hombro la partida de al lado, mientras Garry Kasparov está sumergido en las piezas desordenadas, pensando su movimiento.

El ruso lo mira, despreocupado, con una mirada fugaz que luego deja caer en el tablero de forma gélida y taciturna. Carlsen se levanta de su silla, distraído, con las manos pegadas a los bolsillos, estiradas, buscando entretenerse, hasta que el pequeño golpe de Garry en el reloj lo despierta del trance.

Hoy, 19 años después, Magnus acumula 159 meses como número 1 del ránking FIDE; solo el Ogro de Bakú lo supera, con la impresionante suma de 243 meses, toda una vida, un montón de miradas gélidas.

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Ahora el sonido del reloj es inapreciable, digital. El ajedrez ha cambiado con los años, se ha vuelto fugaz, intrépido e inmediato; ya no hay límites y las distracciones se han tornado banales. Magnus Carlsen enfrenta a Hikaru Nakamura en el Speed Chess Mastership, buscando acabar con su gobierno tiránico.

Naka, obstinado, aceptaba el reto, sin salida. Ambos llegan a la final con el semblante tranquilo y con exceso de confianza. El estadounidense lleva 5 títulos consecutivos; la última vez que alguien diferente a él lo ganó fue precisamente Magnus, por partida doble, en 2016 y 2017, venciéndolo. Es difícil predecir el resultado, la balanza de apuestas es una cábala, ambos jugadores son excesivamente calculadores y veloces. Magnus es el jugador que ha alcanzado mayor porcentaje de ELO en la historia del ajedrez, 2882; pero Nakamura es persistente y obstinado.

La final se juega a tres rondas. Los jugadores están en sus casas; el fondo del estadounidense tiene un aspecto playero, hay una piña que alumbra justo encima de su hombro derecho. Tiene una camisa negra con frutas y palmeras, el pelo raso y la sonrisa estridente y blanquecina. Magnus está en una habitación oscura, algo desordenada.

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Se sienta alejado, lo que permite ver su torso contraído, separado de la pantalla; tiene el cabello desordenado y desprolijo. Empieza la primera ronda, los jugadores tendrán partidas de 5 min y 1 segundo de incremento por jugada, en un lapso de 90 minutos. Para muchos, la fase donde el noruego debe sacar ventaja, para Magnus, el principio de la batalla, para Hikaru, un lastre, una obligación. Se siente superior cuando hay menos tiempo, se sabe vencedor en las dos rondas que siguen.

Como se esperaba, Carlsen saca una pequeña ventaja. La última partida es algo confusa, parece que el noruego se la lleva, que se pondrá 2 puntos por encima, que dejará a Naka con un sentimiento de derrota irremediable, pero el estadounidense termina ganando la partida. 1 puntos de ventaja no parece suficiente, Magnus tuerce la boca, hace una mueca de dolor y se levanta de la silla, apurado.

Se vienen unos minutos de descanso y poco a poco empiezan a entrar en el terreno ladino de Nakamura. En la segunda ronda se juegan partidas a 3 minutos con 1 segundo de incremento por jugada, por un rango de 60 minutos. Hikaru se levanta de su silla mientras suelta una mirada confusamente orgullosa, y vuelve justo antes de que el receso termine, con un pocillo negro del que da pequeños sorbos y un reducido pastel que devora con diminutos mordiscos de ratón.

Ahora es el estadounidense el que saca ventaja; gana las primeras dos partidas y se pone por delante en el marcador. No puede evitarlo, está ganado, aprieta los ojos, frunce el ceño y agita su puño cerrado mientras asiente con la cabeza. Magnus está desesperado, se acerca un poco a la pantalla, lanza expresiones de reproche hacia sí mismo y juguetea un poco con su cabello largo. Ya no reposa la cabeza en el hombro, su expresión no es de aburrimiento, y su espalda está erguida; se le escapa el trofeo. Hikaru Nakamura lo nota en su pantalla gigante, reconoce la expresión de fastidio de su rival y sonríe socarronamente. Su risa es irónica y engreída, se levanta de la silla, una vez más. La segunda ronda termina, está 1 punto por encima del noruego y se viene la definición, 30 minutos de partidas de 1 minuto con 1 segundo de incremento por jugada. Todo depende de sí mismo. Está inspirado.

Empieza la tercera ronda. Ambos jugadores llegan con unos segundos de anticipación. Parece que Carlsen se ha mirado al espejo, pues llega con el cabello ligeramente mojado, revuelto y con una camiseta diferente. Su mirada se clava en la pantalla, su cuerpo está más cerca y su actitud es depredadora. Nakamura está listo para ganar, y empieza de forma genuina a perseguir el trofeo. Apenas si deja respirar a Magnus, se lleva la primera partida con acostumbrada rapidez, poniéndose 2 puntos por encima, las estadísticas dictan que tiene un 77% de probabilidades de ganar.

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No deja de mover su cabeza en señal de autoaprobación. Faltan 15 minutos, todo fue demasiado rápido, no hay tiempo para comentar, ambos cometen errores. Magnus logra empatar el marcador total, aunque Nikaru insistiera en perder tiempo de forma deliberada. Ahora es él quien tiene apuros de tiempo. Faltan 13 minutos, Carlsen se adelanta, los segundos desperdiciados le pesan al estadounidense. Última partida, el noruego está encima por 1 punto, quedan 2 minutos. Si Nikaru gana fuerza el Armageddon.

Su rostro está desesperado, sin rastro de orgullo. Acorrala al rey de Magnus en el ala de dama, quiere ganar, huele sangre, y se agarra a su ventaja posicional, pero Carlsen sacrifica sus dos torres, y firman tablas. El noruego es el campeón, por tercera vez, y Hikaru se desconecta, tras dedicarle a la cámara una falsa sonrisa.

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Por Juan Diego Forero Vélez

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arturo(92642)23 de septiembre de 2023 - 12:57 p. m.
Buena descripción del match
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