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Mayerli Buitrago: arriesgarse y dejarse convencer

Tenía miedo de abandonar su trabajo para tomar el sendero del deporte, como tantas veces se lo pidió su sobrino, el nadador Carlos Daniel Serrano. En 2017 aceptó y no ha dejado de acumular medallas.

Sebastián Arenas
15 de septiembre de 2021 - 02:00 a. m.
Mayerli Buitrago se colgó la presea de plata paralímpica en la categoría F41 del lanzamiento de bala.
Mayerli Buitrago se colgó la presea de plata paralímpica en la categoría F41 del lanzamiento de bala.
Foto: Getty Images - Buda Mendes

Aunque cuando era niña le gustaba ir a una pista de atletismo de su natal Bucaramanga, fue 18 años después cuando comenzó a tomarse el deporte en serio. A los doce corría por la adrenalina que sentía al hacerlo, por intentar imitar a los otros soñadores que observaba lanzar objetos que le parecían raros. “Siempre tuve ese amor hacia el atletismo”, confesó Mayerli Buitrago en diálogo con El Espectador.

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Ese constante amor por el deporte lo conocía su sobrino, el nadador Carlos Daniel Serrano, siete veces medallista paralímpico. Por eso, después de sus tres preseas en los Juegos de Río de Janeiro 2016, le insistió a su tía Mayerli para que tomara el sendero del deporte. “Tía, métase a natación. Yo sé que el deporte le puede cambiar su vida”, le dijo.

No fue fácil convencerla. Mayerli continuó trabajando en una zapatería junto a sus hermanas. Entre ellas la mamá de Carlos Daniel, quien aprovechaba el hecho de ir a visitarla para seguir insistiéndole en que practicara alguna disciplina deportiva. “Empezando 2017, más o menos en febrero, volvió y me insistió. La situación en la zapatería estaba difícil, así que tomé la decisión. Por motivos económicos, le dije que iba a practicar natación poco tiempo, porque el trabajo no me lo permitía”, relató Buitrago.

La santandereana comenzó a nadar, buscando perfeccionar los diversos estilos, a intentar emular los movimientos prolijos de su sobrino. Pero su mayor potencial estaba en otra disciplina. Carlos Calderón, entrenador de Carlos Daniel, le pidió a Mayerli que le permitiera a Anderson Calderón, técnico de paratletismo, guiarla. Ella, recordando su infancia en medio de las pistas, aceptó.

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“Carlos me decía que yo podía ser muy fuerte con los brazos, pero que con las piernas era muy lenta. Así que, con Anderson, su hermano, comenzamos el proceso en febrero de 2018. Me fui acercando a las primeras del mundo, me mostraban los videos de cuando competía y me decían que yo podía llegar a ser la primera del planeta. Fui trabajando poco a poco”, expresó la mujer que desde que dejó la natación se dedicó al lanzamiento de bala.

Lo primero que hizo Anderson Calderón fue comprarle una bala y le manifestó: “Este es el peso con el que lanzan ellas (las mejores del mundo). Te la voy a regalar y te voy a llevar a donde unos entrenadores que te van a explicar cómo se lanza y una técnica específica”. Mayerli se colmó de emoción y se fue dando cuenta de que era posible alcanzar la cúspide de esta disciplina. También hizo algunos lanzamientos de disco y jabalina, pero “siempre me quedé con la bala, que es con la que me he hecho fuerte”.

Y fue a los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019: se colgó el oro en la categoría F40-41. Tres meses después compitió en los Paranacionales y obtuvo tres medallas doradas en representación de su amado departamento de Santander. Logró clasificarse para los recientes Juegos Paralímpicos de Tokio. Llegó a la capital japonesa a conversar con otros deportistas colombianos. Era su primera experiencia de ese nivel y quería saberlo todo. Como siempre hace, escuchó reguetón, merengue y vallenato, y se llenó de orgullo recordando los parques de Bucaramanga y a quienes son su mayor inspiración: su esposo, José Piñeros; y sus hijos, Jhoan y Brandon.

Con ese cúmulo de fuerza interior salió a la pista la noche colombiana del jueves 26 de agosto, mientras en Tokio ya era la mañana del día siguiente. Se impulsó y en el sexto lanzamiento puso la bala a una distancia de 9,94 metros, logrando así un récord suramericano y medalla de plata paralímpica en la categoría F41. Cuando supo que la presea era suya, buscó una bandera de Colombia y corrió con ella, como la niña de doce años que se enamoró del atletismo en una pista de Bucaramanga.

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Fue la segunda medalla colombiana en dichas justas y la número 25 en toda la historia. En la existencia de Mayerli fue la primera. No obstante, ella es consciente de que puede alcanzar más en París 2024. “Vamos a seguir el proceso. Son sesenta centímetros los que nos separan de la mejor marca, así que vamos a trabajar más duro y a mejorar la técnica para seguir entre las mejores el mundo y alcanzar en Francia ese objetivo, pero primero hay que pensar en lo que viene: un Mundial, Parapanamericanos, los Paranacionales…”.

Esa ruta de triunfos ya la conoce Mayerli Buitrago Ariza, quien no deja de agradecerle a su sobrino, otro ganador, porque le abrió los ojos de la gloria deportiva.

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