Polémicas finales de fútbol playa dejaron a Sucre sin medalla

En las gradas todo estaba preparado para una fiesta. Sucre, el local en Coveñas, iba a jugar la final de fútbol playa contra Magdalena, después de remontarle a Huila un 4-0 en contra en las semifinales. Un resultado histórico para un equipo prácticamente amateur, que ahora iba a pelear el campeonato de unos juegos nacionales. Nadie lo esperaba antes de empezar el evento y ahora estaban para ganar la de oro.

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Sin embargo, ese partido nunca sucedió, la final no se jugó. Y la gente se enteró este mismo sábado, el último día de actividades en el Golfo de Morrosquillo. Cuando el público llegó al escenario para ver las definiciones de la medallería les dijeron que Sucre había sido descalificado de la final por un error en la inscripción de jugadores y que ahora tendría que pelear por el bronce con Antioquia.

“¿Qué pasó?”, preguntaba la gente. Exigían respuestas, se sentían robados y había incertidumbre por el partido, que parecía que no se iba a disputar. Había gente del público que amenazaba con boicotear el evento y durante dos horas se enfrascaron en discusiones inútiles con los oficiales del evento. Sucre estaba eliminado, no había nada que pelear.

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Había molestia. Se reclamaba que a Sucre le hacían siempre lo mismo y que los jugadores se habían ganado en la cancha el derecho de estar en la final. A los funcionarios de la alcaldía, que intentaban mediar para que se disputara el encuentro, les gritaban que ellos estaban cuidando los intereses de los equipos de afuera y no los de los sucreños.

Al final, tuvo que ser María Isabel Urritia, la presidenta de los Juegos, la que calmó los ánimos. La medallista olímpica les explicó a los asistentes lo que había sucedido y les pidió que les permitieran a sus jugadores disputar la medalla de bronce. Los que no aceptaron finalmente tuvieron que irse porque el problema se escaló tanto que la organización tuvo que llamar a la policía.

12 jugadores, pero debían ser 10

Sucre fue descalificado porque Huila demandó la alineación indebida de dos jugadores en la semifinal. Los sucreños usaron 12 jugadores, aunque las reglas, que ellos no sabían porque nunca habían jugado de forma profesional, específican que solo se pueden usar 10. Y lo habían hecho en todo el torneo, pero fue Huila el que se dió cuenta y lo aprovechó.

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Tuvieron que hacerlo porque después de tener una ventaja de cuatro goles se dejaron empatar en las semifinales. Errores aparte del árbitro, los huilenses no supieron mantener la ventaja y el escenario, a reventar y en favor de los de casa en Coveñas, fue demasiado para ellos. Por eso, cuando acabó ese partido, todo el equipo se le lanzó al árbitro para pegarle.

Por la gracia, seis jugadores fueron expulsados y cuando se confirmó que ganaban los puntos desde el escritorio quedó sembrada la duda: ¿si sabían que Sucre había hecho la alineación indebida por qué provocaron que les expulsaran más de la mitad del equipo? ¿Autosabotaje en la final?

El resultado: un partido atípico. Las expulsiones obligaron a Huila a jugar con un jugador menos durante todo el partido. Y lo que es peor, los huilenses no tenían posibilidades de hacer cambios. Dar esa ventaja, corriendo en la playa y bajo el calor del Golfo de Morrosquillo, no podía tener otro descenlase que la derrota.

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En las gradas la gente celebraba los goles de Magdalena e insultaba a los jugadores de Huila, que aguantaron lo que pudieron antes de caer lesionados y de abandonar el partido. Magdalena se llevó el oro y Huila, la plata.

El bronce fue para Antioquia, que era el gran favorito, y que fue eliminado por el campeón. Sucre, al final, tras perder goleado por los antioqueños por 6-1, se quedó sin nada. Por un error, una decisión tomada desde el escritorio, se dañó la fiesta de los locales.

El último partido, que prometía cerrar con broche de oro los Juegos de Mar y Playa, terminó siendo un duelo con sabor a nada. Magdalena si terminó celebrando, con justicia, un campeonato en el que dieron la sorpresa y en el que sumaron la única presea dorada que coronó su departamento.

En las gradas todo estaba preparado para una fiesta. Sucre, el local en Coveñas, iba a jugar la final de fútbol playa contra Magdalena, después de remontarle a Huila un 4-0 en contra en las semifinales. Un resultado histórico para un equipo prácticamente amateur, que ahora iba a pelear el campeonato de unos juegos nacionales. Nadie lo esperaba antes de empezar el evento y ahora estaban para ganar la de oro.

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Sin embargo, ese partido nunca sucedió, la final no se jugó. Y la gente se enteró este mismo sábado, el último día de actividades en el Golfo de Morrosquillo. Cuando el público llegó al escenario para ver las definiciones de la medallería les dijeron que Sucre había sido descalificado de la final por un error en la inscripción de jugadores y que ahora tendría que pelear por el bronce con Antioquia.

“¿Qué pasó?”, preguntaba la gente. Exigían respuestas, se sentían robados y había incertidumbre por el partido, que parecía que no se iba a disputar. Había gente del público que amenazaba con boicotear el evento y durante dos horas se enfrascaron en discusiones inútiles con los oficiales del evento. Sucre estaba eliminado, no había nada que pelear.

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Había molestia. Se reclamaba que a Sucre le hacían siempre lo mismo y que los jugadores se habían ganado en la cancha el derecho de estar en la final. A los funcionarios de la alcaldía, que intentaban mediar para que se disputara el encuentro, les gritaban que ellos estaban cuidando los intereses de los equipos de afuera y no los de los sucreños.

Al final, tuvo que ser María Isabel Urritia, la presidenta de los Juegos, la que calmó los ánimos. La medallista olímpica les explicó a los asistentes lo que había sucedido y les pidió que les permitieran a sus jugadores disputar la medalla de bronce. Los que no aceptaron finalmente tuvieron que irse porque el problema se escaló tanto que la organización tuvo que llamar a la policía.

12 jugadores, pero debían ser 10

Sucre fue descalificado porque Huila demandó la alineación indebida de dos jugadores en la semifinal. Los sucreños usaron 12 jugadores, aunque las reglas, que ellos no sabían porque nunca habían jugado de forma profesional, específican que solo se pueden usar 10. Y lo habían hecho en todo el torneo, pero fue Huila el que se dió cuenta y lo aprovechó.

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Tuvieron que hacerlo porque después de tener una ventaja de cuatro goles se dejaron empatar en las semifinales. Errores aparte del árbitro, los huilenses no supieron mantener la ventaja y el escenario, a reventar y en favor de los de casa en Coveñas, fue demasiado para ellos. Por eso, cuando acabó ese partido, todo el equipo se le lanzó al árbitro para pegarle.

Por la gracia, seis jugadores fueron expulsados y cuando se confirmó que ganaban los puntos desde el escritorio quedó sembrada la duda: ¿si sabían que Sucre había hecho la alineación indebida por qué provocaron que les expulsaran más de la mitad del equipo? ¿Autosabotaje en la final?

El resultado: un partido atípico. Las expulsiones obligaron a Huila a jugar con un jugador menos durante todo el partido. Y lo que es peor, los huilenses no tenían posibilidades de hacer cambios. Dar esa ventaja, corriendo en la playa y bajo el calor del Golfo de Morrosquillo, no podía tener otro descenlase que la derrota.

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En las gradas la gente celebraba los goles de Magdalena e insultaba a los jugadores de Huila, que aguantaron lo que pudieron antes de caer lesionados y de abandonar el partido. Magdalena se llevó el oro y Huila, la plata.

El bronce fue para Antioquia, que era el gran favorito, y que fue eliminado por el campeón. Sucre, al final, tras perder goleado por los antioqueños por 6-1, se quedó sin nada. Por un error, una decisión tomada desde el escritorio, se dañó la fiesta de los locales.

El último partido, que prometía cerrar con broche de oro los Juegos de Mar y Playa, terminó siendo un duelo con sabor a nada. Magdalena si terminó celebrando, con justicia, un campeonato en el que dieron la sorpresa y en el que sumaron la única presea dorada que coronó su departamento.