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Un Mundial que dejará huella

Con la nostalgia por la ausencia de Colombia, y a pesar de las críticas a la FIFA y al país organizador, comienza el evento más importante del planeta en 2022.

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Luis Guillermo Ordoñez
20 de noviembre de 2022 - 02:00 a. m.
Un grupo de personas se toman fotos en la zona de Corniche de Doha en el día previo al inicio del mundial de Qatar 2022.
Un grupo de personas se toman fotos en la zona de Corniche de Doha en el día previo al inicio del mundial de Qatar 2022.
Foto: EFE - JUAN IGNACIO RONCORONI
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Con el Mundial de Catar 2022, que comienza hoy, se completa un “plan maestro” que se gestó por allá a medidos de 1974, cuando Joao Havelange fue elegido presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). El dirigente brasileño se propuso convertir a la entidad, a como diera lugar, en una multinacional con inmenso poder político y económico.

De la mano de su discípulo y luego sucesor, el suizo Joseph Blatter, logró alianzas comerciales con grandes compañías que tenían presencia e intereses en todos los rincones del planeta y comercializó los derechos de transmisión por televisión de la Copa del Mundo. Con el pretexto de la masificación, convirtió ese torneo en la joya de la corona, su mina de oro.

Toda la información del Mundial de Catar en un solo lugar, encuéntrela aquí

La adjudicación a Colombia del Mundial de 1986 fue la última que se hizo sin pensar exclusivamente en el dinero. En el mismo congreso en el que los directivos de la FIFA eligieron a Havelange, dos colombianos, Alfonso Senior Quevedo y León Londoño Tamayo, a punta de lobby, don de gentes y buena prosa, consiguieron que nuestro país fuera elegido como sede, para que el gobierno renunciara a ella ocho años después.

El caso es que desde entonces el fútbol es uno de los negocios más lucrativos e influyentes del planeta, por lo que su destino depende tanto de los dirigentes deportivos como de líderes empresariales, políticos, militares y hasta religiosos.

Con la idea de la rotación intercontinental, el Mundial se disputó en países sin tradición futbolera, como Estados Unidos (1994), Corea-Japón (2002) y Sudáfrica (2006). Por eso solo era cuestión de tiempo que se hiciera en una nación como Catar.

Catar 2022 se escucha: El Espectador a rueda, un pódcast en el que le seguimos la pista al Mundial

La sede se adjudicó hace 12 años, al igual que la de Rusia 2018, bajo la complicidad o el desconocimiento de la mayoría de los medios de comunicación y la opinión pública, que apenas en las últimas semanas han manifestado con vehemencia su rechazo al evento en un país en el que se violan los derechos de las mujeres, los trabajadores y la comunidad LGTBI.

Pero la suerte está echada. Sonará hoy el pitazo inicial del partido Catar-Ecuador y el mundo comenzará a hablar del juego, como pasó hace cuatro años en Rusia. Eso sí, algo cambiará en esa sociedad, pues se visibilizaron la discriminación y el autoritarismo camuflados históricamente en autonomía religiosa y cultural.

“La pelota no se mancha”, aseguró el astro argentino Diego Armando Maradona el día de su despedida, en 2001. Una frase icónica que, sin embargo, ahora más que nunca se puede debatir. Desde el caso “Fifagate”, que estalló en 2015, cuando se comprobaron sobornos para la adjudicación de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 y 2022, está claro que la dirigencia del fútbol juega (todavía) con sus propias reglas.

El boicot a Catar 2022 de algunos exfutbolistas, celebridades y artistas como Shakira y J Balvin es un llamado de atención para la monarquía de ese Estado árabe, una razón para seguir hablando de su problemática, como en los dos artículos que acompañan el especial de deportes en El Espectador.

Le invitamos a conocer Disparos a gol, la relación entre los Mundiales y la política.

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El último baile de Messi

Ajenos al impacto social y mediático, una competición en el Golfo Pérsico, los futbolistas, excepto contadas excepciones como la selección de Dinamarca, han evitado opinar sobre temas diferentes al fútbol.

En los días previos al inicio del torneo han alabado las instalaciones, tanto los sitios de entrenamiento como los ocho espectaculares estadios, al igual que la infraestructura hotelera, logística y de transportes del país, el segundo en el mundo en renta per cápita y uno de los más ricos gracias a la producción de petróleo y gas.

Entre las 32 selecciones participantes no hay una superfavorita, aunque sí dos que parecen llegar un escalón por encima de las demás, Brasil y Argentina. Eso, lejos de ser ventaja, puede ser contraproducente, sobre todo en un torneo de un mes, en el que una mala tarde, una expulsión o un gol en contra pueden cambiar el rumbo de un partido definitivo.

Entre las europeas, Francia, defensora del título, tiene la mayor responsabilidad, pero nunca se puede sacar de la baraja de candidatos a Alemania. Bélgica, Inglaterra y España, mientras que alguno de los equipos de África, Asia y Concacaf podría sorprender con una gran actuación, pero no tanto como para ser finalista o salir campeón.

No se pierda: Los favoritos de un Mundial manchado

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Lionel Messi, el mejor futbolista de los últimos tiempos, tendrá la última posibilidad de ganar el trofeo que lo separa de Pelé y Maradona, los más grandes de la historia. Un Mundial juvenil, el oro olímpico, cuatro Champions y 28 títulos más no son suficientes para sus detractores, que le exigen levantar la Copa Mundo para estar a la altura de El Rey y El Pelusa.

Su posible heredero, Kylian Mbappé, ya conquistó la Copa y con apenas 23 años tiene la oportunidad de confirmar por qué es el futbolista más caro del planeta. Seguro aparecerán nuevas figuras, pero será difícil que brillen más que los consagrados, sobre todo por el respaldo que les puedan brindar sus equipos.

Será un torneo particular, a final de año, cuando la mayoría de las ligas apenas van por la mitad; con temperaturas promedio de 30 grados Celsius e hinchas locales disfrazados de extranjeros, además de visitantes con el poder adquisitivo suficiente para pagar tiquetes, hospedajes, alimentación y boletos costosos, gente que nada tiene que ver con la que cada domingo asiste a fútbol en las ligas nacionales de los diferentes países.

Para Colombia, además, será un Mundial de nostalgia, sin protagonismo. Retrocedimos 35 años. Volvimos a las épocas en las que tocaba hacerles barra a otros países o consolarnos con el árbitro (Nicolás Gallo en el VAR), el entrenador (Luis Fernando Suárez y su asistente John Jairo Bódmer con Costa Rica), el cantante (Maluma actuará en la inauguración del “Fan Fest”) o los jugadores con raíces nuestras (Jesús Ferreira con Estados Unidos y Jonathan Osorio con Canadá).

Mire nuestro especial: ¿A qué jugamos?, la identidad del fútbol colombiano

La ola amarilla es la de los ecuatorianos, que han llegado por miles a Catar y se han tomado las calles de Doha. Duele ahora más que nunca esa derrota 6-1 en Quito que cambió el rumbo de una selección que con grandes talentos careció de hombres que le pusieran el pecho a la brisa en los momentos definitivos de la eliminatoria. Estarán contentos quienes creen que si no se va a un Mundial a ganar, mejor no ir. Pero para un fútbol como el nuestro, al que criticamos por su calidad, infraestructura y organización, llegar al Mundial es ya un logro enorme. Eso sin hablar del impacto económico que habría significado en todos los sectores el tener a Colombia en Catar 2022. Rueda el balón y aquí en El Espectador, único medio impreso del país presente en todos los Mundiales desde 1970, podrán enterarse de los detalles de un evento que dejará huella en el país organizador y que ojalá, en lo deportivo, sea tan disputado como promete.

🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador

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