:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/lytp2eR4jdOToomOJS4D7ix67zs=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/CFEPUDTED5GQLDXRKJHYGVPGCE.jpg)
En una entrevista para El Espectador en 2010, Antonio Tabucchi, el más portugués de los escritores italianos, me dijo que le gustaba la honestidad con que jugaba Cristiano Ronaldo y que odiaba la deshonestidad del fútbol representada por el magnate y entonces presidente de Italia, Silvio Berlusconi. (Lea la charla).
La honradez de CR7 la comprobé en Brasilia, durante el Mundial de Brasil 2014, viendo el juego en que Portugal derrotó a Ghana y aun así quedó eliminada. Me concentré en su talento con el balón, en sus movimientos tácticos, no en su narcisismo.Le sobró técnica y voluntad, a pesar de la tendinitis rotuliana que sufría en la rodilla izquierda por el cansancio de una temporada con récord de goles en campeonatos europeos y el trofeo de la Champions League.
El médico José Carlos Noronha, el mismo que operó a Radamel Falcao García, le había advertido que la lesión podía agravarse. Sin embargo, él pidió jugar hasta el último minuto; salió con una faja, no se quejó, no se disculpó con partes médicos, trató de ratificar su capacidad. De las cinco clarísimas oportunidades de gol que tuvo, apenas metió una. Cabizbajo asumió la realidad con la cara triste que se había dibujado en el cuero cabelludo con una rasuradora. Y se fue de otro Mundial sin demostrar por qué era el vigente mejor jugador del mundo. Saliendo de la cancha Mané Garrincha le vi una sonrisa resignada de “por lo menos vine a Brasil”. Fracasó, porque en Sudáfrica 2010 Portugal había llegado a octavos de final. (Le puede interesar: El Egipto que ora por Mohamed Salah).
Las posibilidades de Ronaldo en una Copa del Mundo eran mínimas mientras el fútbol de su país a nivel de selección no mejorara. Ahora tiene una nueva oportunidad con un Portugal crecido, campeón de Europa y capaz de empatarle a España en Rusia 2018 con tres goles suyos. Impuso su calidad y liderazgo del primero al último minuto. Sabe que puede ser el último Mundial que juegue y que debe brillar como en el Real Madrid cuando este superatleta alcanza el estado de gracia. Ojalá.
No cumplió el miércoles 30 de enero de 2013 durante el empate 1-1 con el Barcelona por la semifinal de la Copa del Rey, en el Santiago Bernabéu. Esa noche le vi buena voluntad y poca efectividad. Nada de “la velocidad de guepardo y la elegancia de gacel” que los diarios madridistas le atribuyen. Él mismo había advertido: “Tenemos que jugar bien porque el Barca es un equipo fantástico”. Pero fue Varane, el francés, quien salvó la dignidad del equipo local con un golazo de cabeza cuando ya Ronaldo se había dado por vencido ante un Barça con un Messi también desdibujado. ¿Cuál de los dos aprovechará mejor este Mundial?
(Siga los detalles del Mundial en el especial de El Espectador).