Con un caminar lento, la mirada pegada al piso y con la seriedad que lo caracteriza, Jairo Ruiz subió a la arena de gimnasia. Un bullicio se tomó el ambiente del Coliseo Menor en Santa Marta, como si hubiera entrado una figura. Gritos de aliento iban y venían sin cesar. No eran para él, un entrenador más. Eran para uno de sus pupilos, el más avanzado, el de bondad y perfección innatas. Muchas veces la labor de Ruiz se olvida.
No se tiene en cuenta que su trabajo es el pilar para que el deportista brille y potencie cualidades. A su lado estaba su alumno estrella, Jossimar Calvo, quien en la noche anterior había ganado los primeros dos oros para Colombia en los Juegos Bolivarianos. Para él eran los aplausos, para él la algarabía. Mientras tanto, Ruiz observaba fijamente al horizonte y, sin ínfulas de protagonismos, se confundió con la delegación nacional.
Algunas deportistas lo abrazaron y le agradecieron por lo enseñado. Su cara no cambió en ningún instante. Con el ceño fruncido miró siempre al frente, impávido, casi sin gesticular. Y cuando llegó la hora de la premiación, esbozó una sonrisa. El resultado de su trabajo de muchos años está ahí, en lo más alto del podio, y de fondo lo acompaña el himno de Colombia. La gimnasia es la vida de Jairo Ruiz. Ha trabajado por este deporte durante 40 años. Antes la practicaba con dedicación.
Lo hizo en el colegio Inem Colsubsidio Caro de Cúcuta en 1970, bajo la dirección del profesor Rafael Wálter. Él fue su primer instructor y quien le enseñó lo fundamental para tener éxito. Aprendió que, para salir adelante, la clave es la disciplina. Por eso, materializó el sueño de ser entrenador en 1985, después de graduarse en licenciatura en educación física de la Universidad de Pamplona.
Su conocimiento sobre el deporte ha sido clave para que Colombia se destaque a nivel internacional. Ha obtenido títulos en Juegos Suramericanos, Panamericanos, Centroamericanos, Bolivarianos. Además, llevó a Jossimar Calvo a lo más alto, a ganar 14 paradas de copas del mundo, lo que se suma a las dos que ganó con Johnny Muñoz y el subcampeonato de Javier Sandoval.
Todo esto sin contar las posiciones 10 y 11 en All Around en Juegos Olímpicos y Mundial, respectivamente. Convirtió a Cúcuta en un polo de desarrollo de la gimnasia. Y para ir cumpliendo este objetivo compró un gimnasio, lo adecuó y lo convirtió en su cuartel estratégico. “Hay una sala multifuncional para fortalecer el cuerpo, además contamos con un galpón en el que solo se trabaja la parte mental del deportista, en donde se le hacen terapias de relajación, de visualización, entre otras. Me colabora un equipo de cuatro fisioterapeutas, un médico deportólogo, un psicólogo deportivo, seis asistentes técnicos y seis entrenadores”, dice Ruiz.
Gracias a él, este departamento aporta cuatro de los seis integrantes de la selección nacional, entre ellos Calvo, con quien comparte hace 18 años, convirtiéndolo en el campeón que es hoy en día. Cinco generaciones de gimnastas han pasado por sus manos, una mejor que la otra. Ahora vienen dos prospectos que están proyectados para representar al país en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Argentina el próximo año: Marcos Aguilar y Jéfferson Medina. Aparte entrena a Ángel Barajas, el llamado a tomar la posta de Jossimar. Ruiz se aferra a la disciplina para traspasar las fronteras y lograr que Colombia sea una potencia mundial, así como lo es Norte de Santander. El talento lo tiene, la infraestructura también. Sólo es cuestión de tiempo y esfuerzo, como todo en la vida.
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