El fútbol femenino en Colombia es uno de los que más ha evolucionado en Suramérica durante las últimas décadas. Sin embargo, para que hoy el país tenga a jugadoras que compitan como profesionales en la élite, como Mayra Ramírez, Linda Caicedo y Catalina Usme, antes hubo otras que tuvieron que luchar por condiciones dignas y el simple hecho de competir. Una de ellas fue Myriam Guerrero.
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Nacida en Bogotá (1963), Guerrero fue una de las pioneras de este deporte en el país. Lideró en los 90 al equipo de la capital en los torneos de la Difútbol y en 1998 capitaneó a la tricolor en su primer partido oficial. Ese mismo año estuvo en la primera participación de Colombia en el Suramericano Femenino. Para la edición de 2003, ya como entrenadora de Colombia, llevó al equipo a un histórico tercer lugar.
A pesar de los logros, Guerrero guarda recuerdos de frustración por las limitaciones con las que tuvo que competir tanto en la cancha como desde el banquillo. “Asumir y enfrentar un torneo tan importante como es el de nuestro continente, y tener 18 y 23 días de preparación, no nos daba muchas ventajas”.
Hoy el panorama es distinto. Ángelo Marsiglia, técnico de la selección, cuenta con un plantel que es profesional. 19 de las 23 convocadas juegan en ligas del exterior. Se destacan casos como Mayra Ramírez, figura del Chelsea (Inglaterra), y Linda Caicedo, una pieza clave del Real Madrid (España).
Las diferencias en la preparación respecto a la época de Myriam son notorias. “Colombia ha tenido una disposición técnica y táctica muy especial, pero lo que sí se ha mejorado es esa parte de acondicionamiento físico. Se ha podido organizar mucho mejor el trabajo en el componente de fuerza, de resistencia, de potencia, y eso ha marcado diferencia”.
La tricolor viene de un debut difícil frente a Venezuela, que terminó sin goles. Sin embargo, recuperó la confianza tras golear 4-1 a Paraguay. Esta tarde se mide con Bolivia, la cenicienta del grupo, en un partido que parece más trámite que reto. El verdadero desafío sigue siendo Brasil, rival al que enfrentará el próximo viernes. “Alcanzar un triunfo con Brasil, creería que ya sería el detonante más grande para que Colombia fuera con mucho más ímpetu y con mucha más confianza y convicción a futuras Copas del Mundo, futuros Juegos Olímpicos”, afirma Guerrero.
Para ese objetivo ha sido fundamental la recuperación de Catalina Usme, ausente en el debut por una molestia física. La máxima goleadora histórica de la selección es la jugadora favorita de Guerrero. Su experiencia, liderazgo y capacidad ofensiva son activos esenciales para el equipo.
Sobre ella, Guerrero asegura: “Definitivamente para mí es una jugadora insignia de nuestra selección (…) la formación personal, los valores, las virtudes y los principios que tuvimos nosotras fueron heredados no solamente por Catalina, sino por muchas jugadoras de esta generación”.
En este certamen extrañó a Manuela Vanegas, habitual titular en la defensa, quien viene de sufrir una lesión delicada. “Es una jugadora que empuja mucho al equipo, que le da mucha salida y contención por la zona izquierda. Pareciera que eso no afecta, pero créame que tanto en el interior del grupo como en el campo de juego se notan esas diferencias”.
Guerrero sabe de lo que habla: fue defensora y vistió la camiseta número 2, un homenaje a su ídolo Andrés Escobar. “Lo tuve cerca en el 94 en un curso de fútbol que estaba haciendo y nos llevaron a El Campín a seguir el entrenamiento. Fue muy querido conmigo. Lo único que me faltó fue ser zurda, y de resto creo que era tan calidosa como él”.
De regreso al presente, Guerrero considera que esta selección tiene la presión de conseguir el tan anhelado título de la Copa América Femenina. Pero no es una presión exclusiva de este grupo. En otras categorías, las selecciones de Colombia también llegan a instancias finales, pero siguen faltando cinco para el peso.
La bogotana destaca del proceso actual, liderado por Marsiglia, su apuesta decidida al recambio generacional. Muchas de las jugadoras que hoy integran la selección no comenzaron su carrera en un entorno aficionado, sino en la liga profesional que existe desde 2017. Tienen una formación más completa que antes no existía en el país.
Guerrero se siente orgullosa de lo que lograron ella y sus compañeras hace casi 30 años. “Una sola golondrina no hace verano, y nosotras fuimos muchas jugadoras, quienes podemos levantar la frente, henchir el pecho y decir que valió la pena”. Sueña con que el espacio para las mujeres no sea solo en la cancha. “Que puedan tener la oportunidad de dirigir más clubes profesionales y, por qué no, que haya nuevamente una mujer dirigiendo la selección. Ese es mi anhelo”.
Esta tarde la tricolor enfrenta a Bolivia en un partido clave. La diferencia de calidad entre ambos equipos obliga a pensar en una victoria holgada, sobre todo si se tiene en cuenta que el combinado del altiplano ha recibido 16 goles en tres partidos. Perder puntos sería catastrófico.
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