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Carolina Múnevar: “Siempre es válido volver a empezar”

Carolina Múnevar brilló en la pista y la ruta del paraciclismo mundial, y fue nominada a mejor para atleta de las Américas.

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Angie Valentina Suárez Moreno
19 de diciembre de 2022 - 03:57 p. m.
Carolina Munevar, Deportista del Año paralímpica para El Espectador. //Nelson Sierra
Carolina Munevar, Deportista del Año paralímpica para El Espectador. //Nelson Sierra
Foto: Nelson Sierra Gutiérrez
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En una vereda del municipio de Cucaita (Boyacá), a 153 kilómetros de Bogotá, en una casa llena de medallas, trofeos y fotos sobre la bicicleta, Carolina Munévar, una de las deportistas más destacadas en el ciclismo paralímpico, nos recibió con una sonrisa contagiosa.

“Siga, siéntense”, dice. Hace sonar las muletas que la sostienen, son su soporte cuando no tiene la bicicleta, pues luego de un accidente tuvieron que amputarle la pierna izquierda. Se sienta y comienza a hablar de la vida y de sus logros.

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Resalta lo importante que fue para ella conseguir la medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Pista. ¿Y cómo no? Si quedó entre las mejores del mundo en la competencia: “Creo que cada día va subiendo mucho más el nivel en el deporte paralímpico”.

Su constancia la llevó a competir en dos especialidades: pista y ruta. Este año ganó la medalla de plata en el Campeonato Mundial de Paraciclismo en Canadá. “Para mí fue un orgullo y también para mi familia”, dice orgullosa, mientras se muestra seria.

Aunque no todo es lo que parece. Detrás de esa adusta deportista que concede entrevistas a los medios de comunicación, se esconde una traviesa niña que, junto con sus primos, vivió una infancia inolvidable en medio de naturaleza. “Yo siempre les seguía la cuerda a ellos para hacer cosas. Una vez hicimos una hoguera y quemamos una manguera con la que mi papá regaba, nos regañaron”, cuenta jocosa.

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Orlando Munévar es su papá, un hombre alto, moreno, con las arrugas características del campesino y las manos arraigadas a la tierra. Insiste en que a ella “todavía le gusta el juego”. Incluso comenta: “se va para un resbaladero y allá pone cartones con los primos”.

Y es que nadie la detiene. Diariamente entrena entre 50 y 80 kilómetros, a veces en compañía de su papá y otras veces sola. Aunque lo primero que se ve en su casa es su palmarés, sus retos van más allá de las medallas. “Cada una representa la berraquera que he tenido”. Y no es para menos, ella volvió a caminar sobre las ruedas.

Nunca dejó el ciclismo, incluso después de que fuera embestida por un camión mientras entrenaba. Cuando era pequeña salía a hacer los mandados en bicicleta, luego entró a la Escuela de Ciclismo del municipio y comenzó a entrenar. Hoy también hace mandados, pero ahora es al revés, va en bus porque la bicicleta es para entrenar. “Es complejo porque a veces las personas no esperan a que uno se suba al bus, sino que van es arrancando; a veces no hay respeto”, dice Carolina sobre su día a día.

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Sin embargo, la rutina no es algo con lo que ella simpatice. A veces sale a entrenar por la mañana y otras en la tarde. Suele apoyar con las tareas del hogar, pero otras veces prefiere ayudar a recoger los cultivos de cebolla cabezona para que sus papás los lleven a la plaza, dónde los comercializan. Aunque tiene aplazada su carrera como ingeniera ambiental, espera retomarla algún día porque es lo que más le gusta. Así como le gusta, como buena boyacense, la papa. “Me gusta, sí, la papa, pero también la mazorca, es muy rica. Ah, y el ajiaco”, responde entre risas.

Carolina cuenta que el deporte le ha abierto muchas puertas y le ha permitido conocer varios países. Pero también la ha retado mental y físicamente para llegar a ser como Mariana Pajón o María Luisa Calle, las deportistas que más admira; “ellas fueron una inspiración para mí”.

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Es crítica. Cree que también le hace falta más reconocimiento al deporte paralímpico y más patrocinadores, como en el deporte convencional. “Las capacidades que tenemos los deportistas paralímpicos también son muy grandes y somos resilientes”, dice esperanzada con el objetivo de que las apoyen más empresas.

Carolina representa a la mujer en el ciclismo paralímpico colombiano, a aquella persona que se repite una y otra vez que se cayó pero que se volvió a levantar, y con una sola pierna. Ahora está enfocada en los Juegos Paralímpicos de París 2024 para que, al igual que su película favorita, pueda regresar a Colombia Volando alto.

Angie Valentina Suárez Moreno

Por Angie Valentina Suárez Moreno

Comunicadora Social y Politóloga de la Pontificia Universidad Javeriana interesada en temas de política, género, medio ambiente y construcción de paz. Ha colaborado con el proyecto de Las Igualadas.angievalensuaasuarez@elespectador.com

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