Abriendo caminos para la discapacidad en el mundo empresarial
La activista europea Caroline Casey está por cumplir un año desde que lanzó ‘The Valuable 500”, una campaña global para lograr que las empresas con mayor reconocimiento en el mundo incluyan, como parte de su estrategia institucional, a personas con algún tipo de discapacidad.
Lorena Arboleda Zárate / Inglaterra
Aunque nació “legalmente ciega”, Caroline Casey no se enteró de su condición médica sino hasta cuando cumplió 17 años. En una visita que hizo al oftalmólogo el mismo día de su cumpleaños, sus padres le confesaron que habían decidido ocultarle la discapacidad con la que había nacido y que ella se rehusó a aceptar por poco más de 10 años. “Para ese entonces, el mundo no estaba listo para incluir a personas con algún tipo de discapacidad”, cuenta esta activista irlandesa a El Espectador. “Pero, además, ellos sabían que tenían que hacer de mí una persona fuerte y por eso tomaron la decisión de ocultarme la discapacidad que tengo. Ahora, estoy segura, usarían una estrategia distinta”, relata Casey, hoy de 48 años.
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Aunque nació “legalmente ciega”, Caroline Casey no se enteró de su condición médica sino hasta cuando cumplió 17 años. En una visita que hizo al oftalmólogo el mismo día de su cumpleaños, sus padres le confesaron que habían decidido ocultarle la discapacidad con la que había nacido y que ella se rehusó a aceptar por poco más de 10 años. “Para ese entonces, el mundo no estaba listo para incluir a personas con algún tipo de discapacidad”, cuenta esta activista irlandesa a El Espectador. “Pero, además, ellos sabían que tenían que hacer de mí una persona fuerte y por eso tomaron la decisión de ocultarme la discapacidad que tengo. Ahora, estoy segura, usarían una estrategia distinta”, relata Casey, hoy de 48 años.
Casey fue diagnosticada con ceguera legal –término médico con el que se le conoce a esta enfermedad- a los seis meses de nacida, cuando le fue descubierto albinismo ocular, una condición genética que causa pérdida de visión permanente a pesar de que use gafas o lentes de contacto para corregir el defecto visual. Así lo hizo durante varios años, incluso después de que se enteró de su condición. Eso no implica, sin embargo, una pérdida total de la visión pues todavía puede reconocer las formas de los objetos que la rodean, los rostros de las personas cuando están cerca de ella –su visión le permite hacerlo hasta a 60 centímetros de distancia- pero más lejos de eso, según ella misma lo describe, es un mundo dibujado con vaselina.
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Pero reconocer su discapacidad no fue una decisión fácil de asumir. Sólo al cumplir 28 años buscó ayuda, comenzó a hablar de su discapacidad y se convirtió en la activista que es hoy, y que la ha llevado a los escenarios que, dice, son los más importantes para comenzar a replicar un cambio en la sociedad en torno a la forma en la que es tratada la población discapacitada: el área empresarial. Por eso, este año decidió lanzar The Valuable 500, una campaña mundial que busca posicionar la desigualdad en la agenda global de los líderes más importantes en el mundo de los negocios. “Los negocios son la fuerza más poderosa del planeta”, señala Casye. “Si uno solo de ellos dice ‘me importa, me comprometo, soy consciente y creo en este proyecto’, pueden construir una cultura en su organización alrededor de la discapacidad”, agrega.
Especialmente, porque según cifras aportadas por ella, la población con discapacidad tiene 50 % de probabilidades de experimentar la pobreza y 50 % menos de posibilidades de acceder a un trabajo. El 90 % de la población infantil, por ejemplo, no accede a educación. En tal sentido, cuando visitó el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) este año –y del cual espera resultados en el siguiente, convocado para enero de 2020- aprovechó para hablar con los representantes de las empresas más reconocidas a nivel mundial y tratar de convencerlos de que incluir a población discapacitada en sus empresas podría significar, incluso, un valor agregado para las mismas. “He visto cómo cientos de empresas como Microsoft, Channel Ports, Barclays, Bloomberg, Procter and Gamble, o Unilever, cuando invierten en la discapacidad como parte de su estrategia de inclusión, las cosas realmente cambian”.
Su mayor preocupación radica en que, siendo el 20% del total de la población mundial, el 90% de las compañías prioriza la diversidad por encima de la discapacidad. Sólo el 4% de ellas lo hace. Por estos días, Casey estuvo visitando Londres (Inglaterra) a propósito del One Young World, evento que reúne a los jóvenes con mayor liderazgo en cientos de países de los distintos continentes. Según dijo, “creo fielmente que son nuestras futuras generaciones la más grande oportunidad que tenemos para hacer escuchar nuestra voz en ese mundo empresarial. He visto cómo defienden la inclusión del ser humano, en su todo, en escenarios de negocio”. Casey tuvo la oportunidad, por ejemplo, de hacer escuchar su voz en Colombia hace ya dos años, cuando Bogotá fue la sede de esta cumbre de jóvenes.
Fue en Colombia, de hecho, donde lanzó la campaña #Valuable, con el objetivo de expandir una especie de “revolución” para posicionar la igualdad de la discapacidad como un asunto a tratar en la agenda global. Para hacerlo, logró materializar uno de sus sueños de infancia: ser una vaquera. Desde Cartagena, emprendió un recorrido hasta Bogotá a caballo, haciendo 25 kilómetros diarios hasta llegar a la capital del país; un viaje que le tomó cinco semanas y en el cual logró conocer a personalidades como Juan Pablo Salazar, activista internacional de los derechos de las personas con discapacidad, fundador del primer club de rugby en Colombia y creador, entre otras cosas, de la campaña contra las minas antipersonal “Remángate”. “Él es uno de los más extraordinarios ejemplos de inclusión de discapacidad en el plano empresarial”, resalta Casey.
Al recordar su paso por Colombia, a donde espera volver pronto, agrega que “lo que me sorprendió fue darme cuenta de que quienes hacen parte del sector empresarial no están tan atrás como me había imaginado respecto a la inclusión de personas con discapacidad en sus negocios, lo cual fue gratamente sorprendente”. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, alrededor de 7 % de la población colombiana enfrenta una condición de discapacidad. Pero según Casey, no hay necesidad de tener algún tipo de discapacidad para enfrentar una situación de exclusión en la vida real. “Estoy exhausta de intentar explicarle a la sociedad por qué vivo de forma diferente. Lo que creo es que la sociedad es la que me ‘incapacita’ y que es la sociedad la que tiene una discapacidad. Yo, sencillamente veo el mundo de forma distinta. Por eso, es realmente importante darnos cuenta de qué está pasando en el mundo de los negocios, frenar la discriminación y buscar que nos traten con humanidad”.