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Los inventarios de alimentos, especialmente los de granos, son los más bajos desde los años 70 y el consumo está creciendo más rápido que la producción. En estos mercados emergentes se concentra en las proteínas de origen animal, cuyas materias primas son las mismas empleadas en la elaboración de biocombustibles (maíz, caña, oleaginosas).
Aquí estamos usando los productos más eficientes para la producción de biocombustibles, y su impacto sobre la seguridad alimentaria se ha exagerado; ocuparán solamente 280.000 hectáreas, generando más de 50.000 empleos directos. Pero todos los alimentos están al alza: cacao, arroz, café, bananos, caucho etc.
También los precios del petróleo (sobre US$110) han hecho incrementar los de los agroquímicos, en especial fertilizantes y fletes. El cambio climático; inviernos y veranos más extremos, y las políticas comerciales de los países industrializados distorsionan los precios de los alimentos mediante los subsidios directos e indirectos.
Finalmente, debemos reflexionar si el sector agropecuario tiene ahora precios justos, si ha habido un aumento en la rentabilidad del productor o seguimos subsidiando al consumidor urbano.
Aparentemente, en la mayoría de ocasiones, los alimentos producidos en el país que han tenido reajustes en sus precios, asumidos por los consumidores, en algunos casos, no son trasladados al agricultor colombiano y en otros simplemente reciben un porcentaje ínfimo de estos precios.
En Colombia habrá suficientes alimentos siempre y cuando sea rentable producirlos por los agricultores y ganaderos y así contará con una estabilidad moderada en los precios sin perjuicio de una tendencia al alza de estos.
* Presidente de la Sociedad Colombiana de Agricultores (SAC).