Primero está la afirmación de Mnuchin acerca del sector minorista. No se equivoca al decir que las ventas de las tiendas minoristas físicas no han mostrado variación (si eso es lo que quiso decir cuando habló de "destrucción"):
Una comparación útil puede ser la manera en que la industria de restaurantes está cambiando el negocio de los abarrotes. Estadísticas del gobierno monitorean "gastos por comer en casa" vs. "gastos por comer afuera". La gente come cada vez más fuera de casa:
Esto no quiere decir que la presión de la industria de restaurantes no tenga efecto en la industria de los abarrotes. Lo tiene y ha forzado una suerte de bifurcación del mercado: en un extremo cadenas como Raley’s o Fresh Market han tenido éxito y en el otro Walmart y Aldi’s también han experimentado crecimiento. Ha sido más difícil para las empresas que están en el medio (el comercio electrónico ha tenido el mismo efecto en el sector minorista).
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Sin embargo no ha habido quejas de que la industria de los restaurantes está destruyendo a la de los supermercados. Se entiende que estas tendencias reflejan decisiones que han tomado los consumidores estadounidenses sobre cómo invierten su tiempo. De modo similar, el ascenso del comercio electrónico -y recuerde que Amazon pese a su dominio solo representa el 5% del mercado minorista- no destruye el sector minorista sino que simplemente responde al comportamiento de los estadounidenses.
La otra afirmación de Mnuchin, que sus colegas en el Departamento de Justicia hacen lo correcto al indagar sobre Amazon, es más debatible y también más peligrosa. Durante casi medio siglo, el fin principal de la ley antimonopolios estadounidense ha sido proteger a los consumidores, no a productores rivales. Si una gran empresa puede ofrecer mejor selección a precios más bajos que las pequeñas empresas eso es una mejora.
Esa no fue siempre la opinión de los tribunales. Durante buena parte del siglo XX los tribunales consideraron que la grandeza misma era un problema. Una nueva ola de activistas antimonopolios, que son objeto de oídos amistosos en el gobierno de Donald Trump y entre los grandes candidatos presidenciales democráticos, intentan revivir esta interpretación.
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Eso sería un error. Como a sus partidarios les encanta señalar, las pequeñas empresas son un motor de crecimiento y dinamismo económico. Presumiblemente, a los dueños de pequeñas empresas les gustaría algún día ser dueños de grandes empresas. Un mundo en que las pequeñas empresas tengan permitido existir solo hasta que se hacen grandes reduciría la cantidad de destrucción creativa que necesita una economía dinámica.
Sí, la creación y el dinamismo de las pequeñas empresas están en declive en EE.UU., pero eso parece ser producto de una sociedad que envejece: el emprendimiento suele verse más entre los jóvenes, mientras que es más probable que los consumidores de más edad sean leales a las marcas tradicionales. Así que no sorprende que el envejecimiento de EE.UU. tienda a suprimir naturalmente la oferta y la demanda de nuevas empresas.
Empresas como Amazon son la mejor respuesta a este tipo de desaceleración. Estas empresas no están destruyendo el sector minorista sino lo contrario, lo están salvando.
Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.