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En los últimos días el dólar ha mantenido una sostenida tendencia hacia la baja. Parte importante de esto obedece al avance en las relaciones comerciales internacionales que ha tenido Estados Unidos.
El país norteamericano, tras anunciar la elevada imposición arancelaria, ha tenido encuentros con China y el Reino Unido, de los cuales han surgido señales positivas para el mercado.
El viernes, el dólar cerró en $4.152, cifra que se encuentra distante a los $4.420 que alcanzó el 8 de abril, cuando el mayor mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la arremetida de lo que hoy se califica como “guerra arancelaria”.
Según lo explicado por Jonathan Torres, quien es banquero de la firma Values AAA, se espera que en los próximos días este conflicto comercial siga impactando al billete verde, así como las previsiones en torno a las tasas de interés, la demanda del dólar y los datos de inflación.
“Teniendo en cuenta la guerra de aranceles y nuevas imposiciones a fabricantes fuera de Estados Unidos, el precio del dólar es muy volátil. Un dólar caro incrementa los costos de las importaciones, un dólar débil hace que los productos colombianos en el exterior (exportaciones) sean más atractivos para el consumidor final”, explicó Torres.
Diego Franco, jefe de Inversiones de Franco Capital Asset Management, explica que en los próximos días el dólar podría seguir bajando, incluso llegando hasta los $4.080.
La divisa también podría mantenerse en un margen relativamente estable. Todo depende de cómo evolucionen las variables anteriormente descritas, pero también otros elementos importantes, como la decisión que tome la OPEP sobre su cuota de producción, y el eco que genere en los mercados el tránsito de las reformas que avanzan en el legislativo.
Expertos también señalan que, para el cierre de mayo, se tendrán datos macroeconómicos de Estados Unidos que darán mayores insumos a los mercados sobre el futuro que pueda tener ese país en lo que resta del año.
Uno de los más vigilados es el de la inflación pues, hay que recordar, pues es el que la Reserva Federal constantemente busca mantener a raya por medio de las tasas de interés. Si la carestía sube, es más probable que aumenten los intereses y, por ende, se desestimule la inversión.
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