Cartagena: la pobreza que no cesa

El 29,1 % de los cartageneros viven en condiciones de pobreza y el 5,5 % en condición de pobreza extrema.

Jhorland Ayala García* /Adolfo Meisel Roca*
21 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.
En 2016 los investigadores estudiaron 40 barrios en los que el 80 % de la población vive sin acueducto, el 82 % no tiene alcantarillado y el 70 % de los niños en edad escolar no van a clases. / AFP
En 2016 los investigadores estudiaron 40 barrios en los que el 80 % de la población vive sin acueducto, el 82 % no tiene alcantarillado y el 70 % de los niños en edad escolar no van a clases. / AFP

Frida, una joven cartagenera de 32 años, vive en el sector de Santa Rita del barrio Torices. Está reviviendo su propia historia ahora que su hija de 13, Sofía, quedó embarazada. Ella misma había quedado embarazada a los 15 años. La situación familiar se complica aún más pues Jesús, el actual compañero sentimental de Frida, tiene una discapacidad producto de un accidente que tuvo trabajando como mototaxista.

Jesús tiene cinco hijos y vive desde hace nueve años con Frida y Sofía. No poseen vivienda propia, pero cuentan con el apoyo de los abuelos de Jesús, quienes les permitieron vivir en un cuarto de su casa. Sin embargo, tienen problemas para la manutención diaria, por lo que se enfrentan a cortes frecuentes en los servicios públicos de energía, agua y gas.

Al saber que estaba embarazada, Sofía se mudó a la casa de los padres de Manuel, el padre de su bebé. Manuel tiene 16 años y vive en una casa del sector de El Hoyo, también en Torices. La vivienda del padre de Manuel no cuenta con acueducto ni alcantarillado, está en parte construida en madera y las calles del sector no están pavimentadas. El expendio y consumo de drogas ocurren de manera abierta en El Hoyo. Allí los niños no tienen como prioridad asistir a la escuela. ¿Cuál será el futuro que le espera a la bebé de Sofía en este sector olvidado de Cartagena? Tal vez pensando en ese futuro fue que Frida decidió que lo mejor era hacerse cargo de su hija y de su nieta, por lo que al poco tiempo la llevó a vivir nuevamente con ella, pese a su precaria situación económica. Afortunadamente, Sofía está asistiendo desde hace unas semanas a la Fundación Juan Felipe Gómez Escobar (Juanfe), donde recibe capacitación para poder vincularse al mercado laboral. En la Fundación Juanfe apoyan a madres adolescentes brindándoles cuidado psicológico y afectivo y formación para el trabajo. En la actualidad, Sofía no va al colegio debido a que se dedica exclusivamente al cuidado de su niña, quien tiene apenas cinco meses de nacida.

Historias como esta son comunes en los barrios de las faldas de La Popa, la Ciénaga de la Virgen y la Loma de Albornoz de Cartagena, caracterizados por la pobreza y la exclusión. El artículo “La exclusión en los tiempos del auge: el caso de Cartagena”, de Adolfo Meisel (codirector del Banco de la República) y Jhorland Ayala (economista del Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República) documenta la vida de la Cartagena que se acuesta muchas veces sin saber cómo se podrá alimentar al día siguiente. Los autores concluyen que Cartagena es la segunda ciudad con el mayor índice de exclusión social entre las trece principales ciudades colombianas, después de Cúcuta y muy lejos de Bucaramanga, la de menor exclusión social.

Esta realidad social no encaja con el auge económico reciente del Corralito de Piedra, especialmente en sectores como la industria, el turismo y la actividad portuaria. No basta con ser el principal destino turístico de Colombia, contar con el puerto que más mercancía mueve en el país, ni tener un boom industrial sin precedentes para evitar ser una de las ciudades con mayores índices de pobreza y pobreza extrema del país.

Según el DANE, Cartagena fue la tercera ciudad donde más crecieron la pobreza y la pobreza extrema en 2016 entre las trece principales, superada solo por Montería y Villavicencio. El 29,1 % de los cartageneros viven en condiciones de pobreza y el 5,5 % en condición de pobreza extrema. Esta situación contrasta con el impulso económico de la puesta en marcha de la nueva refinería y el crecimiento del turismo inducido por la devaluación del peso tras la caída del precio del petróleo.

Los autores identifican tres zonas en las que se concentran la pobreza y la pobreza extrema de Cartagena: los barrios ya retratados aledaños a la Ciénaga de la Virgen, la Loma de Albornoz y las faldas del cerro de La Popa. En estos barrios también es donde la mayor proporción de afrodescendientes habita y donde se presentan los mayores índices de violencia en la ciudad. Además, coincide esta población con las zonas de mayor riesgo ambiental, pues los barrios alrededor de la ciénaga son afectados anualmente por las inundaciones, y recientemente hemos visto los riesgos de deslizamientos en, de nuevo, el cerro de La Popa, donde también habita una población vulnerable.

Meisel y Ayala trabajan en una segunda versión de su estudio, donde buscan identificar algunas de las acciones necesarias para que Cartagena supere el problema de la elevada pobreza extrema y se ubique, por lo menos, en niveles similares al promedio de las trece principales ciudades. Entre los primeros resultados, Meisel y Ayala han encontrado que en la ciudad hay como mínimo 20.237 personas que viven en zonas de alto riesgo o zonas de invasión, 72.886 personas no cuentan con acceso al servicio de acueducto, 225.906 viven en viviendas sin alcantarillado y 68.350 niños en edad escolar no asistían a la escuela en 2016, de acuerdo con datos del Sisbén. En el mapa se muestran los barrios que Meisel y Ayala consideran como prioritarios y en los que se concentra el 75 % de la pobreza y el 78 % de la pobreza extrema de Cartagena. En estos 40 barrios seleccionados está el 80 % de la población sin acueducto, el 82 % de quienes no tienen alcantarillado y el 70 % de los niños en edad escolar que no asistían a clases en 2016.

Para una tercera fase se busca que un organismo multilateral se comprometa a hacer un análisis detallado de las necesidades de inversión de Cartagena, junto con un estimativo del costo de las obras requeridas en una intervención integral de esas zonas. Pero sobre todo se necesita la voluntad de la dirigencia cartagenera para realizar las inversiones requeridas para acabar con el enorme contraste que hay entre las zonas prósperas y las excluidas de la bonanza, antes de que se llegue a una situación social de difícil solución.

El auge económico actual de la ciudad en industria, puertos y turismo debe permitir la generación de recursos públicos que conduzcan hacia la eliminación de la pobreza extrema y la enorme desigualdad que caracteriza a Cartagena. Este es el reto principal para la próxima década. Para alcanzar este objetivo es necesario establecer un área geográfica de intervención que permita focalizar espacialmente los recursos públicos para poder eliminar la pobreza extrema. Con ese objetivo los autores proponen la selección de 40 barrios que abarcan el 75 % de la población que vive en condición de pobreza y el 78 % de la miseria de Cartagena.

Hay que destacar que existen algunas iniciativas importantes que pueden impulsar buenas estrategias y políticas para la superación de la pobreza extrema de Cartagena. Una de ellas es el consejo consultivo “Alianza por Cartagena”, un espacio donde líderes académicos, políticos empresarios discuten y diseñan acciones relacionadas con las necesidades de inversión de Cartagena. En esta alianza se han identificado tres ejes de gestión social como prioritarios: i) educación, ii) desarrollo integral de comunidades y iii) cultura ciudadana. En esta línea se ha dado la discusión de proyectos como el Plan Maestro de Drenajes Pluviales, la quinta avenida de Manga, paseo turístico de Bocagrande con protección costera, la terminación de la vía perimetral y longitudinal de la ciénaga, entre otros. Este es un paso importante para el crecimiento sostenible e incluyente del Corralito de Piedra.

*Los autores son, en su orden, Codirector del Banco de la República de Colombia y Economista del Centro de Estudios Económicos Regionales de la misma entidad.

Por Jhorland Ayala García* /Adolfo Meisel Roca*

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