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El consumo de café en Colombia —tercer demandante del grano en la región— todavía no despega del todo, pese a que la Federación Nacional de Cafeteros tiene dentro de sus principales objetivos su impulso. Además, el producto que se bebe en la nación continúa siendo importado en su mayoría.
Un estudio liderado por el consultor e investigador Ricardo Avellaneda y respaldado por la organización Viva Café Forever y la Universidad EAN concluyó que Colombia —pese a demandar anualmente 1,2 millones de sacos—, es octavo en consumo per cápita entre países productores. Esto quiere decir que naciones como Brasil, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Haití y Honduras están por encima.
El documento asegura que per cápita se demandan en Colombia 1,5 kilos de café anualmente, mientras que “un brasileño promedio consume cuatro veces más esa cantidad (unos 6,1 kilos de café al año). Asimismo, Costa Rica —octavo productor de café en la región— tiene el segundo lugar en consumo (con 4,6 kilos por persona).
Paradójicamente Costa Rica aumentó en los últimos cinco años su consumo por habitante en un 48% y Brasil en un 12%, mientras que la investigación asevera que “en Colombia fue prácticamente nulo”. Agrega el documento que en el país una libra de café cuesta más que en Costa Rica y 1,6 más que en Brasil (segundo consumidor mundial del grano). “Estos precios reflejan diferencias en las calidades de las mezclas consumidas en cada país”.
Para que el consumo sea menor en Colombia, dice el informe, son condiciones determinantes “mayor precio del grano, un bajo nivel de ingreso por habitante y una inferior capacidad de gasto en alimentos y bebidas de las familias”. “La proporción de la población de menores ingresos, mucho mayor en Colombia comparado con el caso de Brasil y Costa Rica, no tiene la misma capacidad adquisitiva para responder a campañas de mercadeo tradicionales”, asegura el documento.
Al hablar del incremento de consumo en Colombia, el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Luis Genaro Muñoz Ortega, comentó que “copiamos el modelo brasileño y nos hemos puesto una meta de aumentar el mercado un 30% en los próximos cinco años. Será muy importante ahora que regrese la producción”.
Comentó que “cuando uno produce más, hay que asegurarse de que el mercado consuma más. Segundo, no sólo como consecuencia de la caída en la producción uno encuentra mayores importaciones”.
Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el café importado de países como Ecuador y Perú llegó a US$101,84 millones durante el primer semestre del año. Con el grano que llega se elaboran mezclas que abastecen parte del mercado nacional. “Se importa café, se procesa para solubles y se exporta. Eso no es malo y no debemos entender las importaciones como perversas”, comentó Muñoz.
“Si Colombia quiere tomar buen café, hay que pagar por él”, agrega el gerente de la Federación de Cafeteros, quien señala que a los tostadores colombianos no se les puede subsidiar la materia prima. “Colombia vende el 95% de su cosecha a casi el doble del precio en el exterior que adentro”.
Cálculos de la Federación indican que la cantidad de cafés inferiores que salen a la venta en el mercado es 2% menor a lo que antes se registraba (había el 7% de pasillas —grano de menor calidad—).
Guillermo Botero, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), percibe que en Colombia se consume más café en este momento, aunque señala que la población más joven no tiene la cultura de demanda del producto. “Del otro lado, hay un aumento significativo de la población en Colombia y un incremento en la demanda se vería reflejado”, comentó.