El mundo entero está atento sobre cómo evoluciona la batalla arancelaria entre Estados Unidos y China, sobre todo si se materializan los miedos y las discusiones se convierten en una guerra comercial. Y, por supuesto, Colombia comparte el nerviosismo que tienen decenas de naciones, pues es un jugador pequeño que puede quedar en el fuego cruzado entre dos colosos del comercio mundial. (Lea Guerra comercial sería más dañina para Estados Unidos que para China)
Las discusiones tienen una escala de decenas de miles de millones de dólares. Tan sólo los aranceles que anunció EE. UU. a China sumarían más de US$50.000 millones, y el lunes pasado el país asiático respondió con la imposición de aranceles a 128 productos estadounidenses. Y otro de los puntos más sensibles son los impuestos que impuso Trump a las importaciones de acero (del 25 %) y de aluminio (10 %), que aplicarían para la mayoría de países incluyendo China y Colombia (aunque el Ministerio del Comercio está en diálogos para salir de la lista).
Tanto Estados Unidos como China son importantes socios comerciales de Colombia. En 2017 las exportaciones a la potencia norteamericana sumaron US$10.540 millones (creciendo 3 %), la tercera parte de las ventas externas del país (Colombia). Y aunque los envíos al coloso asiático sólo sumaron US$2.000 millones, fue el destino en el que más crecieron las exportaciones colombianas con un incremento del 71 % respecto a 2016.
Y la telaraña se enreda aún más al analizar las relaciones comerciales entre ambas potencias. En efecto, como dice Trump, hay un importante déficit, pues mientras que Estados Unidos le mandó a China US$130.000 millones en 2017, importó de este país más de US$505.000 millones. Lo que deja una balanza comercial negativa estadounidense del orden de los $375.000 millones (es más grande que el PIB de Colombia).
“¡Una guerra comercial no le conviene a nadie!”, fue la respuesta más recurrente cuando El Espectador consultó varias fuentes sobre los efectos de las disputas entre estos países. Para el efecto puntual sobre Colombia, Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior, explica que “el comercio mundial viene creciendo precisamente gracias a China y Estados Unidos, y este conflicto frenaría esta dinámica. Y nuestro país se verá golpeado, pues depende en gran medida de la demanda internacional, la cual sería menos fuerte en caso de una guerra comercial. Además, se podría producir un debilitamiento del dólar, lo cual no les favorece a los exportadores locales”.
Por su parte, María Claudia Lacouture, exministra de Comercio y actual directora ejecutiva de la Cámara Colombo-Americana (Amcham), explica que “los empresarios están muy atentos a lo que pueda pasar, pero no han cambiado sus flujos comerciales. Tan sólo han tomado una postura de cautela, pero siguen apostándole al comercio exterior productos como el aguacate. Además, todavía hay varios recursos y espacios que pueden mejorar las relaciones entre China y Estados Unidos, por lo que todavía se puede evitar una guerra comercial”.
Uno de los sectores colombianos más preocupados por los cambios arancelarios es el metalmecánico, pues Juan Manuel Lesmes, director de la Cámara de Fedemetal, explica que “los impuestos a las importaciones de acero implicarían que habría 12 millones de toneladas que ya no ingresarían a Estados Unidos y que buscarían como fuera un nuevo destino. Y uno de los lugares en los que podría entrar fácilmente sería Colombia. Esa cantidad de acero es más de seis veces la producción nacional, por lo que si llegan afectaría en gran medida a un sector (metalmecánico) que genera más de 90.000 empleos directos”.
Esta situación implicaría que no sólo los productores de acero se les dificultaría exportar a Estados Unidos (en 2017 se exportó US$213 millones en acero), por los aranceles del 25 % que por el momento todavía tiene el país, sino que existe el riesgo de sufrir por el exceso de acero que está buscando un nuevo mercado y que podría llegar a Colombia. La situación ha motivado a los diferentes gremios de acero a pedirle al Ministerio de Comercio que busque formas de proteger la industria nacional ante esta coyuntura.
Sin embargo, hay que esperar qué pasa con las discusiones entre China y Estados Unidos, y ver si el Gobierno colombiano logra salir de la lista de países con el arancel del 25 % al acero. Y ojalá la tensión baje, pues como dicen todos los consultados, “una guerra comercial no le conviene a nadie”.