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“Conservación y desarrollo económico no se oponen”: Roberto Troya

Roberto Troya asegura que los gobiernos y los inversionistas deben pensar en el largo plazo antes de iniciar actividad industrial en zonas protegidas. No hacerlo amenaza las futuras generaciones y otros renglones de la economía como el turismo.

María Alejandra Medina C.
26 de abril de 2016 - 04:15 a. m.
Según WWF, 50 % del patrimonio natural está amenazado. El parque de Los Katíos, en Colombia, no figura en riesgo por actividad industrial. / Fredy Gómez
Según WWF, 50 % del patrimonio natural está amenazado. El parque de Los Katíos, en Colombia, no figura en riesgo por actividad industrial. / Fredy Gómez

El patrimonio mundial natural son aquellos sitios que por su valor excepcional van más allá de las fronteras nacionales y son protegidos para que sean herencia de toda la humanidad, como el Gran Cañón en Estados Unidos o el Parque Nacional Natural Los Katíos, en Colombia. Sin embargo, según un estudio publicado por la organización conservacionista WWF, la mitad de ese patrimonio está amenazado por actividades dañinas de la industria.

En entrevista con este diario, Roberto Troya, director para América Latina y el Caribe de WWF, afirma que las prácticas que indiscriminadamente echan mano de los recursos naturales protegidos son cortoplacistas, pues ponen en riesgo no sólo actividades económicas más sostenibles como el turismo, sino el agua y los recursos en general que garantizan la vida de las comunidades.

El tema no es de poca monta, teniendo en cuenta las discrepancias que se han generado a partir de la reciente aprobación y posterior revocatoria de la licencia ambiental para exploración petrolera en la serranía de La Macarena. Menos, cuando hay claras posturas como la de Fred McMahon, investigador del instituto Fraser de Canadá e invitado a la pasada Cumbre Minera en Cartagena. Según él, la inestabilidad de la regulación y las determinaciones del Gobierno y las cortes (como la prohibición de la minería en páramos) desincentivan la inversión y casi siempre son dicientes de flácidos pisos técnicos en las decisiones.

¿A qué se debe el fracaso de la protección de gran parte del patrimonio mundial natural?

Utilizamos un criterio que se llama responsabilidades compartidas, pero diferenciadas. Los gobiernos, los generadores de políticas, los tomadores de decisión, quienes están encargados de aplicar la ley, tienen una importante responsabilidad en la conservación de los sitios de patrimonio. Pero también el sector privado, inversionistas que pueden aplicar una visión menos de corto plazo y más de mediano y largo plazo, en la que la extracción automática de recursos y la obtención rápida de rédito sean cambiadas por una visión en la que la conservación de los recursos y de aquellos factores que les permiten la actividad se mantengan. También participan la sociedad civil, los gobiernos locales y los líderes de opinión. El desbalance en esos factores ha determinado que en muchos sitios de patrimonio mundial haya un incremento de las amenazas y que éstas sean evidentes y permanentes.

La Declaración de Budapest de 2002 dio a entender que patrimonio y desarrollo económico no son necesariamente contradictorios. Se pueden presentar situaciones ilegales como las que evidencia el estudio, pero también otras perfectamente aceptables como el turismo alrededor del patrimonio. ¿Cómo lograr el equilibrio entre conservación y la acción humana en busca del desarrollo económico?

En 2002 las Naciones Unidas adoptaron la Declaración de Budapest como parte del comité del patrimonio mundial o expresión de lo que el comité pensaba. Lo que planteamos luego de haber hecho el estudio de los sitios de patrimonio natural a nivel mundial es que puede y debe lograrse ese equilibrio, porque por ejemplo las dos terceras partes de esas áreas brindan servicios ambientales claves como el agua. Es interés de las poblaciones, de los gobiernos, de la industria, de la agricultura que el agua siga fluyendo en cantidad y calidad. En otras áreas marinas los servicios turísticos se deben a la calidad del paisaje, a lo que ofrecen esas maravillas naturales de los arrecifes, por ejemplo en Belice, donde se ha planteado una actividad petrolera en el sitio de patrimonio y la respuesta de Belice ha sido que no se hace actividad petrolera en ese sitio, pero se deja abierta la posibilidad de hacerlo en otras áreas aledañas. No es compatible esa actividad en el sitio siendo tan prístino, porque las condiciones que generan recursos para casi la mitad de beliceños corren riesgo. Entonces, es un tema de valoración del capital natural, de cómo vemos el largo plazo, las decisiones de inversión y la gobernanza están velando no sólo por el inmediatismo sino por las futuras generaciones.

¿Qué alcance tiene la acción de la Unesco para detener las amenazas de origen ilegal en contra del patrimonio?

La acción de la Unesco es muy importante. Pero pensamos que es uno de los elementos claves al revisar cómo están los planes, cómo están los compromisos de los países, etc., dentro del marco de su alcance de acción es absolutamente importante. Insistimos que el valor de esas áreas no es por sí misma, sino por la conexión que tienen con las personas. Entonces, aparte de la Unesco, gobiernos, sector privado, sector civil, distintos estamentos de los países deben tener conciencia e involucrarse en la conservación de lo que llamo zonas de la gallina de los huevos de oro.

En Colombia se desató polémica por la licencia para exploración petrolera cerca a Caño Cristales, que si bien no es patrimonio, es un parque natural. ¿Conoce el caso?

Por supuesto conocemos el caso. Nuestro equipo en Colombia ha hecho un trabajo de seguimiento y de opinión alrededor. Como saben los colombianos, la serranía de La Macarena, donde se planeaba hacer el proyecto de explotación petrolera es ciertamente uno de los sitios más biodiversos de Colombia, quizá de Latinoamérica. Este es un corredor que conecta los Andes, la Orinoquia y la Amazonia, es decir, tres regiones importantes, y dentro de esa región ya existen cuatro parques nacionales naturales. A pesar de que ese no es un sitio de patrimonio refleja lo que está ocurriendo con otros sitios maravillosos del planeta: están siendo afectados y amenazados por entidades industriales que no se compadecen con los servicios ambientales que representan y, por supuesto, con las políticas de los Estados de pensar en la manutención de vida en estos sitios.

¿Cree que los gobiernos ante la difícil situación económica actual en su afán por conseguir ingresos se pueden ver presionados a permitir la explotación o exploración sin los cuidados necesarios?

Hemos observado que con crisis o sin crisis existe la tentación de distintos gobiernos de echar mano de los recursos naturales. Si usted analiza el crecimiento de América Latina en los últimos diez años, el gran boom se ha dado por la extracción masiva de recursos naturales en distintos sitios y eso ha representado, por supuesto, mayor presión sobre las áreas protegidas. Con crisis la tendencia posiblemente se incrementará, porque hay necesidad de explotar más, porque hay necesidad de alcanzar más mercados, etc. Pero también pensamos que las crisis pueden ser oportunidad para revisar cómo entendemos el capital, cómo valoramos aquellas cosas que nos están permitiendo brindar servicios de largo plazo a las poblaciones. Vuelvo a sacar el ejemplo de los servicios turísticos. Si por una actividad petrolera o minera que se va a realizar en un área dañamos la zona, hay que pensar en lo social, en lo ambiental y lo económico al mismo tiempo.

Por María Alejandra Medina C.

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