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Los tiempos de turbulencia son la mejor oportunidad para que los líderes demuestren su carisma y temple. Es en ellos que debe aparecer el guía con su equipo, como ocurrió en Alquería, donde Carlos Enrique Cavelier, desde su cargo de coordinador de sueños, asumió la dirección de la compañía cuando se necesitaba a alguien con su visión empresarial. Era el momento final del siglo XX, el país afrontaba una grave crisis financiera con la quiebra de numerosos bancos y empresas. Cuando los caminos parecían cerrados y la ley de quiebras parecía el principio del fin, supo cómo defender y consolidar un patrimonio empresarial reconocido en Colombia.
Con la consigna de innovar en medio de la crisis, Alquería gestionó un crédito de $30.000 millones para implementar la tecnología de la conocida bolsa de leche larga vida. El producto revolucionó el mercado y arrasó en ventas. Según Cavelier, “el éxito fue tanto que al mes tuvieron que importar dos máquinas más”. Después vinieron más dificultades, pero desde que asumió la empresa entendió que tenía dos opciones: creer que se podía seguir adelante o abandonar el barco. Cavelier, que creció viendo a su padre y su abuelo trabajando mano a mano con la gente, sabía que con ella salía adelante.
Para lograr el propósito de estabilizar y fortalecer la empresa fueron determinantes la transparencia y la comunicación. Balance en mano, cuenta por cuenta, Carlos Enrique Cavelier hizo cuentas exactas sobre cuánto se debía, a quién y cómo sanear las finanzas de la compañía, como lo recuerda Ernesto Wilhelm Pfeifer, director de negocios de Alquería. Muchos renunciaron porque no querían correr riesgos. El reto siempre fue crear confianza y en medio de la tormenta involucrar a la gente. El sueño se concretó acompañado de una reestructuración interna basada en tres pilares: identificar oportunidades, trabajo en equipo e innovación.
Antropólogo y sociólogo, Carlos Enrique Cavelier estudia cada situación, identifica las herramientas adecuadas para enfrentarla y propone estrategias. Así que en el momento crítico, junto con sus colaboradores, investigó el mercado y se arriesgó a lanzar avena en caja y leche light. Invirtió también en publicidad para acercar al consumidor y desmentir la idea de que estaban desapareciendo. Pero lo esencial fue el esfuerzo colectivo. Los resultados llegaron. “El flujo de caja fue creciendo y en menos de cinco años salimos de la ley de quiebra”, dice hoy el principal gestor de estos logros.
A partir de ellos se creó una nueva historia. Aumentó la distribución a nivel nacional, se rediseñó la imagen de la empresa, se invirtió en tecnología e investigación, se lanzaron nuevos productos. En 2008, Alquería concretó una alianza con la multinacional francesa de lácteos Danone que ha permitido logros importantes. Ya pasó una década desde los tiempos difíciles y los sueños no se agotan. Ahora el desafío es la internacionalización de sus nuevos productos. Seguramente con una planta en el extranjero operada por colaboradores dispuestos a salir del país a enfrentar ese nuevo sueño.
Si todo sale bien “estaremos conquistando otros corazones con calidad y compromiso. De la crisis aprendimos a luchar por nuestros sueños, a confiar en el talento del equipo, a inspirar a través del ejemplo”, sintetiza Cavelier, quien sabe que fue el motor del cambio, aunque no el único. Decenas de hombres y mujeres de su compañía inspirados en su ejemplo también fueron artífices y sacaron adelante una compañía láctea en la que Colombia confía y que ahora busca consolidar en los mercados del mundo con la convicción de que sus productos son la sumatoria de un buen equipo.