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En los últimos meses de 2024, los hogares colombianos han comenzado a mostrar signos de recuperación económica tras un periodo de ajuste que se extendió por casi dos años. Con un gasto total de $93 billones en noviembre, según cifras de Raddar, se registra un crecimiento anual del 5,91% en términos corrientes y del 0,67% en términos reales.
Aunque modesto, este cambio de tendencia refleja una recuperación que, aunque aún frágil, empieza a estabilizarse, impulsada por el crédito y una leve mejora en el poder adquisitivo.
Sin embargo, esta mejoría no ha sido homogénea. La inflación en arriendos y bienes básicos sigue pesando en los bolsillos de las familias, limitando el dinamismo del consumo.
A pesar de ello, las temporadas comerciales y las mejores condiciones crediticias han jugado un rol central para mitigar los efectos de un panorama económico aún desafiante, evidenciando un reacomodo en las prioridades de gasto de los colombianos.
Una recuperación desigual impulsada por el crédito
En noviembre de 2024, el gasto de los hogares colombianos alcanzó los $93 billones, un incremento de 5,91% frente al mismo mes del año anterior en términos corrientes. En términos reales, el aumento fue de 0,67%, consolidando un leve repunte tras 23 meses de contracción.
Este crecimiento, aunque modesto, encuentra su motor en la colocación crediticia, que tuvo un alza anual de 12,4%, especialmente en el crédito hipotecario, con un notable incremento de 28,3% respecto al año pasado.
El salario mínimo real también mostró una mejoría en su capacidad de compra, con un aumento anual de 6,53%. Sin embargo, este avance contrasta con una caída de 2,9% en el ingreso real por ocupado, lo que refleja tensiones persistentes en el poder adquisitivo de las familias.
¿Qué influyó?
El último trimestre del año marcó un punto de inflexión para el gasto de los hogares. Desde septiembre, los indicadores comenzaron a mostrar señales positivas, impulsados por las temporadas comerciales que promovieron un adelanto en las compras. Sin embargo, este dinamismo se presenta con una asignación más diversificada del gasto, alejándose del tradicional enfoque en la época prenavideña.
Pese a ello, la variación mensual entre octubre y noviembre de 2024 fue menor al promedio histórico, lo que indica que el consumo aún enfrenta barreras estructurales, como la persistencia de costos altos en arriendos y bienes básicos.
El impacto desigual en los niveles de ingreso
El repunte del gasto no ha beneficiado de igual manera a todos los niveles de ingreso. Mientras que los hogares de ingresos altos lograron un leve crecimiento interanual, los de ingresos bajos y medios muestran una dinámica más débil.
Este panorama responde a la inflación sostenida en servicios básicos y arriendos, que ha afectado a todos los segmentos, aunque en mayor medida a los de menores ingresos.
Los ingresos altos se vieron impulsados por una mayor disposición de compra en bienes durables y semidurables, típica de las últimas semanas del año.
Por su parte, los hogares de ingresos bajos comenzaron a recuperar terreno gracias a la desaceleración de los precios de los alimentos básicos, aunque su crecimiento sigue siendo limitado por otros factores estructurales.
La inflación: un obstáculo persistente
La inflación, especialmente en arriendos y almuerzos, ha sido un factor determinante en la recuperación del gasto. Desde 2023, estos rubros han mantenido incrementos significativos, limitando la capacidad de consumo de los hogares, especialmente en los segmentos de ingresos bajos y medios.
Este comportamiento inflacionario, aunque menos agresivo en 2024, continúa siendo una barrera importante para una recuperación más robusta, ya que afecta rubros esenciales dentro de los presupuestos familiares.
El panorama del gasto de los hogares en Colombia refleja luces y sombras. Si bien los indicadores muestran una mejora en el cierre de 2024, los retos estructurales como la inflación persistente y las desigualdades en la recuperación del ingreso plantean desafíos para un crecimiento más inclusivo.
Las temporadas comerciales y el acceso al crédito han sido fundamentales para este repunte, pero garantizar su sostenibilidad requerirá políticas más profundas que equilibren las cargas económicas entre todos los niveles de ingreso.
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