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Es miércoles, día de El Espectador le explica. El inminente aumento en el precio de la gasolina y las elevadas facturas que venimos pagando generaron un necesario debate nacional sobre las razones de fondo que expliquen el por qué está sucediendo esta situación. Y es preciso pues el escenario actual no está fácil: la inflación va creciendo sin techo, hacer mercado se está volviendo una tarea difícil de cumplir por falta de plata porque los alimentos están muy caros; el dinero que se recibe en la quincena o la mensualidad ya no alcanza para pagar las mismas facturas y son cada vez más los colombianos que hablan de pedir prestado para poder llegar a fin de mes. Incluso registramos la posibilidad de un racionamiento de energía, como aquel que vivimos millones de habitantes en los 90 cuando era necesario hacer tareas y trabajar a la luz de una vela por cuenta del llamado “apagón” en el gobierno de César Gaviria. ¿Y por qué nos debería importar a todos esta discusión? Porque, usando ejemplos concretos, la cosa se va a poner más dura de lo que ya está: si el transporte público que usted usa necesita gasolina para movilizarse, pero la gasolina está más cara, existe la probabilidad de que le cobren más por ese servicio. Si allí se transporta comida, pasará algo similar en el restaurante cuando le pasen la cuenta. Piense en el arroz, los huevos, la carne.
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