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EE.UU. cierra su gobierno

Los desacuerdos de republicanos y demócratas por la deuda obligaron a la Casa Blanca a ajustarse el cinturón.

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Richard McGregor, James Politi (WASHINGTON) /Financial Times
01 de octubre de 2013 - 10:03 p. m.
Sitios turísticos, como el Monumento a Lincoln, fueron cerrados al público a partir de ayer.  / AFP
Sitios turísticos, como el Monumento a Lincoln, fueron cerrados al público a partir de ayer. / AFP
Foto: AFP - PAUL J. RICHARDS
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Aproximadamente 800.000 empleados federales fueron puestos en suspensión sin paga, al tiempo que muchos programas y servicios del gobierno suspendieron operaciones.

Entre las instituciones afectadas sobresalen la Smithsonian, que administra 19 museos además de galerías, y el Zoológico Nacional, además de las direcciones de parques, de atención a veteranos de guerra y hasta la Estatua de la Libertad. Por otra parte, el Departamento de Salud tuvo que enviar a sus casas a casi la mitad de sus empleados, mientras que el Departamento de Estado retrasará la expedición de pasaportes y el procesamiento de visas en el exterior.

El presidente Barack Obama culpó de esta situación al pequeño grupo de republicanos apoyados por el Tea Party en la Cámara de Representantes, por insistir en que se debería aplazar la implementación, o recortar los fondos, para su principal ley de salud, como un precio por haber aprobado el nuevo presupuesto a corto plazo.

“Ustedes no pueden pretender obtener una recompensa por simplemente hacer su trabajo. Una facción de un partido no puede tener la posibilidad de cerrar todo el gobierno tan sólo para luchar de nuevo por los resultados de las elecciones”, dijo, pero sus palabras tuvieron poco impacto inmediato.

Luego de que el Senado de Estados Unidos, controlado por los demócratas, hubiera rechazado una ley de la Cámara de Representantes que incluía un aplazamiento de un año para la ley de salud de Barack Obama (aprobada en 2010 y conocida como ‘Obamacare’), la Cámara votó 228 contra 201 a favor de una nueva ley que todavía ataba la financiación del gobierno a la reforma sanitaria.

El Senado luego rechazó esta ley, al igual que una oferta de John Boehner, líder republicano en la cámara baja, para realizar negociaciones en conjunto para resolver las diferencias, lo cual hacía del cierre del gobierno una plena certeza. Obama habló con el representante durante cerca de 10 minutos en la tarde del lunes y llamó a otros líderes del Congreso.

“El vocero le dijo al presidente que ‘Obamacare’ estaba costándole empleos a Estados Unidos y que a las familias se les está negando la justicia básica, mientras que las grandes empresas están recibiendo exenciones que no benefician a los ciudadanos”, dijo un vocero de Boehner.

Los mercados financieros ya estaban comenzando a sentir el impacto del cierre, con caídas en las acciones mundiales, mientras que el dólar marcó mínimos en su transacción. Los títulos de empresas de consumo, financieras, energía y defensa lideraron los declives en Estados Unidos, mientras que los inversionistas se tornaban ansiosos de que un cierre prolongado del gobierno podría golpear los prospectos para el crecimiento económico del país.

A pesar del drama que rodea un posible cierre, el impasse es el preludio a lo que probablemente sea una confrontación mucho más dura en torno a la necesidad de que el Congreso aumente el techo de la deuda antes del 17 de octubre, para permitir que asuma nuevos préstamos. Durante meses, Boehner ha procurado evitar un cierre del gobierno, pero las curules de su partido, que están dominadas por el Tea Party, lo forzaron a asumir una línea más dura hacia la Casa Blanca.

Muchos de los miembros del Partido Republicano han dejado claro en privado que votarían de inmediato por una ley que financie el gobierno, sin recortar la financiación a la ley de salud de Obama, pero temen las represalias del Tea Party.

La última vez que Estados Unidos afrontó una situación similar fue en enero de 1996, causada por diferencias partidistas en torno a las cifras presupuestarias empleadas por el entonces presidente Bill Clinton. Esa decisión le costó a la economía US$1.400 millones.

 

Por Richard McGregor, James Politi (WASHINGTON) /Financial Times

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