El consumo en pandemia, visto desde las tiendas de barrio
Estos comercios tuvieron un crecimiento importante durante los primeros meses de la pandemia. Debido a las cuarentenas y restricciones, algunos consumidores optaron por mercar en grandes cadenas y dejaron las pequeñas tiendas para compras mínimas. Sin embargo, estos locales continúan teniendo un peso importante en el consumo de las familias y en las dinámicas de una vida que se ejerce ahora más de puertas para adentro.
Lucety Carreño Rojas
“Las ventas bajaron”. Esa es la conclusión de varios tenderos de barrio en Bogotá sobre el panorama durante el primer año de la pandemia. Las tiendas de barrio han sido fundamentales para la provisión de productos básicos de la canasta familiar, medicamentos y elementos de bioseguridad durante las cuarentenas. Y, sin embargo, las ventas en 2020 y en lo corrido de 2021 no han sido las esperadas, pues los comerciantes consideran que los colombianos prefieren las compras al por mayor en grandes superficies y dejaron las compras mínimas y puntuales para las tiendas cercanas.
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“Las ventas bajaron”. Esa es la conclusión de varios tenderos de barrio en Bogotá sobre el panorama durante el primer año de la pandemia. Las tiendas de barrio han sido fundamentales para la provisión de productos básicos de la canasta familiar, medicamentos y elementos de bioseguridad durante las cuarentenas. Y, sin embargo, las ventas en 2020 y en lo corrido de 2021 no han sido las esperadas, pues los comerciantes consideran que los colombianos prefieren las compras al por mayor en grandes superficies y dejaron las compras mínimas y puntuales para las tiendas cercanas.
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Tienda Registrada, una empresa que desde 2012 se encarga de medir con tecnología (y en tiempo real) lo que venden las tiendas de barrio, indica que estos establecimientos permanecen con un tiquete promedio de compra superior a los $7.000, mientras que la firma Kantar mantiene el promedio en $8.067.
“La tienda mantiene estable su rotación en valor y decrece en unidades -14 % en 2021 frente a marzo de 2020, antes del COVID-19”, reporta el boletín de abril de Tienda Registrada.
Lejos de los datos macro, la percepción de algunos tenderos es diferente. Marta Cárdenas, dueña de Frutas y Verduras para Sumercé, una tienda de barrio ubicada en el sur de Bogotá, cuenta que les ha ido mal y están muy afectados. “Las ventas han bajado demasiado. La gente compra en los negocios y almacenes grandes y en las tienditas dejan lo último. Espero que esto mejore rápido, porque nos tienen al borde de la quiebra. Los arriendos no dan espera y los servicios subieron”.
En esa misma línea se encuentran Jorge y Antonio Cuéllar, propietarios de La Economía, quienes dicen que la pandemia los afectó en lo laboral y personal. “En almacenes compran granos, aceite y arroz y aquí compran lo del diario: un tomate, una cebolla o un paquetico”. Eso es lo que más nos afecta”, dice Antonio mientras organiza las verduras. Jorge agrega que, sin embargo, la situación es muy variable, puesto que cuando hay apertura la gente regresa a la tienda de barrio, pero cuando se decretan toques de queda y cuarentenas, como en este momento, “se van a los grandes almacenes para abastecerse”.
Jennifer Álvarez, empleada de la panadería Hifoz, que está en una esquina del barrio San Jorge Sur desde hace cinco años, cuenta que, si bien las ventas no han caído del todo, el alza en los insumos sí produjo que muchos compradores dejaran de comprar. “Se ha vendido bien, pero no tanto como antes. Con la pandemia le subieron a todo, así que nos tocó subirle al pan y la gente dejó de venir, por el precio”.
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Ese comportamiento de buenas ventas al inicio, pero no tanto ahora tiene su interpretación. Camilo Herrera, fundador de la firma Raddar, especializada en medir el consumo en Colombia, explica que al comienzo de la pandemia los hogares hicieron una compra de abastecimiento o de búnker, con el fin de tener los elementos y alimentos necesarios para el período de cuarentena inicial. “Estas compras se comportaron relativamente igual que como venía ocurriendo, en que las grandes cadenas son menos del 20 % del gasto de los hogares en la canasta de mercado mensual y las tiendas, supermercados, panaderías y otros formatos de cercanía son cerca del 50 %”.
Herrera agrega que las pequeñas tiendas son el centro de la dinámica de las compras de los hogares por cercanía, desembolso, productos y servicio al cliente, algo en lo que concuerda Fenalco, gremio que tiene 160.000 tenderos afiliados. En su bitácora de enero, la entidad señaló que en 2020 “la mejor fuerza de venta es el tendero y el farmaceuta. Ellos son la voz de los productores y distribuidores, de la industria de alimentos y de artículos del hogar. La economía de confianza o el llamado fiado, las recomendaciones sobre cómo aprovechar las ofertas y los productos en cosecha, la venta en pequeñas cantidades y la posibilidad de satisfacer las necesidades de abastecimiento sin grandes desplazamientos, han permitido a las tiendas de barrio ser aliadas para los consumidores por la cercanía”.
También están los tenderos que consideran que, como son negocios esenciales y pueden abrir incluso durante las cuarentenas, la pandemia los ha beneficiado. José Navarro, dueño de Tienda la 46, afirma que muchos compradores prefieren evitar los grandes almacenes de cadena, por las aglomeraciones. “Siempre acuden más a las tiendas de barrio. La gente compra más verdura para el diario. Me ha ido bien porque los negocios de comida son una prioridad”
Yuly Caicedo, asesora comercial de los tenderos de Soacha, cuenta que cuando empezaron las cuarentenas estuvo encerrada casi dos meses y trabajaba haciendo televentas, pero asegura que prefiere el trabajo presencial. “Volvimos a salir a las calles a trabajar porque manejamos productos de primera necesidad en la canasta familiar. En 2020 vi que abrieron muchas tiendas porque la gente, al quedarse sin trabajo y no poder salir, montó tienditas improvisadas en sus salas y vendían lo primordial, como arroz, aceite y huevos”.
Sin embargo, los tenderos tuvieron que ajustar sus portafolios de venta para suplir las necesidades de demanda de sus usuarios y sus nuevos hábitos de consumo en tiempos de pandemia. “Es evidente que las tiendas de barrio han registrado contracciones en sus portafolios de venta, generando disminuciones trimestrales entre el -3 % y -6 %; es decir, una tienda de barrio pasó de manejar un portafolio promedio mensual de 950 referencias de producto antes de la pandemia a manejar un promedio mensual de 880 para 2021”, señala un boletín realizado entre Puntored, una plataforma tecnológica que se instala en las tiendas de barrio y permite el acceso a servicios financieros a población no bancarizada, y Servinformación, empresa colombiana que ofrece soluciones tecnológicas.
En cuanto a productos, la canasta de aseo ganó varios puntos de participación en el gasto de los hogares. El valor de la compra promedio de productos de aseo, especialmente en las tiendas de barrio, subió de $10.000 a $14.500 entre febrero y agosto de 2020 y para el final de año se estabilizó en unos $13.000, según cifras de Fenalco.
El 2021, un año complejo
En lo corrido de este año, los números no han sido los mejores para los tenderos de barrio. Según la firma Kantar, la frecuencia de compra cayó 1,7 %; es decir que se presentaron casi dos visitas menos a los puntos de ventas para comprar productos de la canasta de consumo masivo.
“Nos fue bien en 2020, pero en 2021 las cosas cambiaron porque las tiendas que la gente abrió para subsistir las cerraron porque volvieron a la normalidad. También había mucha competencia porque un solo barrio tenía muchas tiendas y si por ejemplo vendían $100.000, con los meses solo vendían $20.000 o $30.000. Entonces cerraron y salieron a buscar empleos”, agrega Caicedo.
Flor Vásquez, su esposo y su hija tienen, desde hace cuatro años, el negocio familiar Surtioriente, una tienda de barrio que ofrece carnes, verduras y confitería. “Las cosas van saliendo y rotando de a poquito, pero las ventas sí se han bajado en un 50 % y nos está haciendo mucho daño. Todo el mundo necesita trabajo y si no hay, ¿quién nos compra? Estamos cerrando a las 8:00 p.m. y nuestras mejores ventas eran de 7:00 a 9:30 p.m., cuando la gente llega de trabajar a comprar el desayuno y el almuerzo”.
Durante el primer trimestre de 2021, de acuerdo con el boletín de Servinformación y Puntored, realizado con información de más de 63.000 comercios de seis ciudades (Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín, Bucaramanga y Pereira), los productos de gran consumo registraron un crecimiento de un punto porcentual en la estructura de ventas en valor del canal tradicional, resultado que en cuanto a canasta de consumo se observa en bebidas, con dos puntos porcentuales, preparados y conservados (+0,5 pp) y tabaco (+0,6 pp). Por su parte, lácteos (-0,7 pp), cereales, granos y legumbres (-1 pp) y productos de limpieza (-0,6 pp) se posicionan como las canastas de mayor caída en el canal.
Camilo Herrera señala que este año la participación de los canales comienza a ajustarse, “dándoles más espacio a las grandes cadenas y reduciendo la participación de los hard discounts (tiendas minoristas con precios bajos) temporalmente. La tienda de barrio sigue con más del 58 % de las misiones de compra y pagos de los compradores”.
Las tiendas de barrio no fueron ajenas al impacto de la pandemia. Los toques de queda y las cuarentenas reducen las ventas de ciertos tenderos, mientras algunos consumidores asisten con menor frecuencia a los establecimientos, por seguridad y economía.
A pesar de los vaivenes del mercado en tiempos volátiles, las tiendas de barrio han mantenido, y en ciertos casos incrementado, su posición como parte esencial de la vida de barrio. Una suerte de ombligo de un mundo que ahora parece suceder en esferas más pequeñas.