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La Misión prevé que el crecimiento bajará a cerca de 3,5% en 2015, lo cual sigue siendo favorable comparado con los demás países de la región. Esta desaceleración es reflejo de una menor inversión privada, especialmente en el sector de los hidrocarburos; de la ralentización del consumo privado y la moderación prevista del gasto público.
El fuerte crecimiento económico de Colombia en los últimos años, que se encuentra entre los más altos de América Latina, es resultado de un marco de política sólido y una prudente gestión de la política macroeconómica.
El fuerte crecimiento económico de Colombia en los últimos años, que se encuentra entre los más altos de América Latina, es resultado de un marco de política sólido y una prudente gestión de la política macroeconómica.
El PIB real aumentó en 4,6%, gracias a la gran expansión de obras civiles en el sector de la construcción. Un crecimiento de la mano de políticas macroeconómicas moderadamente coadyuvantes.
La Misión prevé que el crecimiento bajará a cerca de 3,5% en 2015, lo cual sigue siendo favorable comparado con los demás países de la región. Esta desaceleración es reflejo de una menor inversión privada, especialmente en el sector de los hidrocarburos; de la ralentización del consumo privado y la moderación prevista del gasto público.
El crecimiento mejorará gradualmente, situándose cerca de 4,5% en 2019 gracias a la inversión en infraestructura y a ciertas mejoras en el precio del petróleo y la demanda externa.
Un período prolongado de crecimiento más lento en los mercados avanzados, especialmente en socios comerciales de la región, reduciría las exportaciones colombianas.
Si el crecimiento se ralentiza más de lo esperado, existe un campo de maniobra para relajar la política monetaria, siempre y cuando las expectativas de inflación sigan ancladas.
Como resultado del fortalecimiento del marco fiscal, Colombia está en una posición fiscal fuerte para navegar el choque de precios del petróleo.
En materia tributaria se deben movilizar los ingresos de tal manera que se simplifique la estructura actual, se aumente la progresividad, se amplíe la base tributaria y se facilite la inversión privada al asegurar la competitividad internacional. Entre las opciones está reemplazar la tributación corporativa tradicional con la estructura de exenciones simplificadas del CREE, sustituir el impuesto a la renta tradicional con un IMAN extendido, e incrementar la tasa del IVA. Si se obtienen suficientes ingresos de estas fuentes, esto podría ayudar a reducir los impuestos no convencionales aún vigentes (ej. el impuesto al patrimonio personal, el impuesto a las transacciones financieras o el IVA sobre bienes de capital) para promover la inversión y el crecimiento.
Por Redacción Negocios
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