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En Colombia, más de la mitad de quienes trabajan lo hacen sin un contrato formal, sin afiliación a salud o pensión, sin estabilidad ni garantías. Según el último reporte del DANE, son 13,2 millones de personas que, entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, mantuvieron viva la economía desde la sombra. La informalidad laboral, lejos de ceder (aunque disminuya levemente), crece donde más duele.
La tasa de informalidad nacional fue de 56,8 %, apenas medio punto por encima del año anterior. Pero en las ciudades y áreas metropolitanas fue menor: 42,6 %. Y en los centros poblados y zonas rurales dispersas, el dato alcanza más crudeza: 83,9 %. Ocho de cada diez trabajadores rurales viven del rebusque, sin respaldo institucional.
La informalidad tiene, además, rostro de mujer y cuerpo de desigualdad. Mientras que 58,6 % de los hombres ocupados son informales, en el caso de las mujeres la proporción baja a 54,3 %. Sin embargo, esta aparente ventaja es un espejismo, ya que muchas de ellas ni siquiera logran entrar al mercado laboral.
¿Por qué sucede esto? Según el DANE, de los 40,4 millones de personas en edad de trabajar, 21 millones son mujeres. Pero apenas 11,1 millones hacen parte de la fuerza laboral activa. Es decir, casi 10 millones están fuera del mercado. Entre los hombres, solo 4,5 millones están inactivos.
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La participación femenina en el mundo del trabajo está marcada por la exclusión:
- Fuerza laboral: 57,1 % hombres, 42,9 % mujeres.
- Población ocupada: 13,7 millones de hombres (58,7 %), frente a 9,6 millones de mujeres (41,3 %).
- Población desocupada: 1,5 millones de mujeres (56,7 %), por encima de los 1,1 millones de hombres (43,3 %).
Las brechas son aún más elocuentes si se miran las tasas:
- Tasa global de participación (TGP): brecha de 23,6 puntos porcentuales.
- Tasa de ocupación (TO): diferencia de 24,9 puntos.
- Tasa de desocupación (TD): distancia de 5,8 puntos, con mayor impacto en zonas rurales (8,4 p.p. de brecha).
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💼 ¿Quiénes son los informales?
La informalidad no golpea a todos por igual. En las grandes empresas, apenas 3 % de los trabajadores carece de formalidad. En cambio, en las microempresas (el universo donde trabaja la mayoría del país) la tasa alcanza 85,2 %. Un aumento de casi un punto porcentual frente al año anterior. Mientras tanto, en los demás segmentos de empresas la informalidad disminuyó.
Por otro lado, las ciudades más afectadas reflejan la geografía del olvido estatal; en otras, sin embargo, las cifras de informalidad jalan hacia abajo.
| Ciudad | % de informalidad |
|---|---|
| Sincelejo | 68,2 |
| Valledupar | 65,3 |
| Riohacha | 64,7 |
| Tasa nacional | 56,8 |
| Bogotá D.C. | 37,1 |
| Pereira A.M. | 35,5 |
| Manizales A.M. | 34,7 |
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🔩 Lo que hacen ellas, lo que hacen ellos
Las mujeres lideran sectores feminizados, asociados al cuidado y los servicios. En el trimestre analizado, destacaron en:
| Sector | Millones de mujeres |
|---|---|
| Administración pública, salud y educación | 1,66 |
| Actividades artísticas y servicios | 1,32 |
| Alojamiento y comida | 1,2 |
Pero los hombres dominan en sectores clave para la economía formal:
| Sector | Trabajadores hombres | Trabajadoras mujeres |
|---|---|---|
| Agricultura | 2,6 millones | 550.000 |
| Construcción | 1,5 millones | 99.000 |
| Transporte | 1,6 millones | 164.000 |
También existen diferencias en la jerarquía laboral:
| Jerarquía | Trabajadores hombres | Trabajadoras mujeres |
|---|---|---|
| Trabajador por cuenta propia | 6,2 millones | 3,6 millones |
| Empleado doméstico | 60.000 | 646.000 |
| Patrones o empleadores | 367.000 | 181.000 |
| Trabajadores familiares sin remuneración | 171.000 | 311.000 |
En las cifras se ve lo evidente: el país no solo tiene un problema de empleo; tiene un problema de estructura laboral. Y el peso recae con más fuerza sobre quienes menos tienen. Las mujeres, los trabajadores rurales, los informales.
🌾 ¿En qué trabaja la juventud y cómo va el campo?
Tener entre 15 y 28 años puede significar estar parado sobre una cuerda floja: demasiada juventud para la estabilidad, demasiada urgencia para la espera. Y si además se es campesino, la cuerda ya ni siquiera cuelga: se arrastra por el barro.
Vayamos por lo positivo. Entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, el empleo dio señales (tenues, pero claras) de que la cuerda no se rompió. No aún. Una posibilidad permanente en las cifras que arroja el DANE.
El país sumó 141.000 jóvenes más al mercado laboral en ese trimestre móvil frente al mismo periodo del año anterior. La cifra, que elevó la tasa de ocupación juvenil a 46,1 %, significa un avance de 1,6 puntos porcentuales. Paralelamente, la tasa de desempleo bajó 2,5 puntos, ubicándose en 16,8 %. Esto implica que casi uno de cada seis jóvenes que quiere trabajar aún no lo logra, pero al menos, ahora hay más trabajando que antes.
Hay más jóvenes trabajando, sí, pero en empleos más inestables, con menos garantías y con mayores probabilidades de informalidad. Pero como casi todo en Colombia (y sin un pesimismo gratis), las cifras adquieren su verdadero tono cuando se les mira de cerca.
La rama económica que más absorbió jóvenes fue alojamiento y servicios de comida, con 91.000 empleos más; agricultura y ganadería, por su parte, sumó 47.000.
Mientras que en industrias manufactureras y actividades artísticas se evaporaron 43.000 y 29.000, respectivamente.
Por posición ocupacional, la tendencia es aún más reveladora: el grueso del aumento se concentró en el trabajo por cuenta propia. De los nuevos empleos, 158.000 fueron bajo esta modalidad, una figura que, en muchos casos, traduce la falta de oportunidades en emprendimientos de subsistencia. El empleo particular (más estable), por el contrario, se redujo en 10.000 casos.
Por su parte, la cifra de los ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan) bajó 8,3 %, al pasar de 2,9 millones a 2,7 millones.
¿Y el campo...?
Si el empleo juvenil en Colombia camina sobre cuerdas flojas, el empleo campesino marcha con botas enlodadas. Entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, 11,28 millones de personas mayores de 15 años se reconocieron como campesinas (en el periodo de 2024 eran 11,34 millones). De ellas, 7,25 millones viven en zonas rurales o centros poblados.
La tasa de participación apenas ronda el 62,2 %, por debajo de los no campesinos (64,7 %), y la tasa de ocupación es bajísima, a 56,8 %, también menor (en el nacional es de 58 %).
| Mercado laboral | Hombres (%) | Mujeres (%) | Brecha |
|---|---|---|---|
| Participación | 78,9 | 44,5 | 34,4 p.p. |
| Ocupación | 74,3 | 38,4 | 35,9 p.p. |
Pese a una leve mejora frente al año anterior, las diferencias persisten. Las campesinas siguen estando al margen del mercado laboral. Y no por falta de capacidad, sino por las barreras culturales, educativas y de acceso que el sistema no ha querido desmontar.
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Por Alejandro Rodríguez Torres
