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El turno del algodón

Más de 30 distribuidores, confeccionistas y textileros buscan surtir los almacenes del país del norte. La proximidad geográfica y el TLC son los puntos claves para relanzar una relación comercial decreciente.

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David Mayorga
02 de mayo de 2012 - 11:04 p. m.
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Prendas de temporada. Diseños agradables. Colores vivos. Detalles perfectos. Y en la etiqueta un solo origen: Made in Colombia. Ese es el propósito de 30 intermediarios estadounidenses que pretenden, gracias al TLC que entrará en vigor el próximo 15 de mayo, surtir a las principales superficies de su país con maquilas colombianas.

“Mucho de nuestro algodón va para la región. Es un mercado que queremos fortalecer”, dice Vaughn Jordan, directora para el Hemisferio Occidental de Cotton USA, la campaña de mercadeo del Consejo Nacional Algodonero de Estados Unidos. Para lograrlo, la semana pasada convocaron a confeccionistas y textileros latinoamericanos en el hotel Hilton de Bogotá, buscando explorar las diferentes maneras de consolidar una relación que hasta el momento ha sido exitosa: “La región compra un tercio de lo que producimos”.

Pero más allá de la simple relación comprador-vendedor, América Latina se ha convertido en un punto de distribución vital para el país del norte. “La clave es la cercanía. Sus productos nunca van a ser más baratos que los asiáticos, pero queremos aprovechar la geografía, que se conviertan en proveedores confiables y socios a largo plazo. Son cualidades que Asia ahora mismo no puede ofrecer”, añade.

Para los empresarios colombianos, ésta, además de convertirse en una gran oportunidad para ampliar las ventas, puede llegar a ser el salto definitivo hacia Estados Unidos, un mercado que ha perdido atractivo por cuenta de la tasa de la cambio.

“Es un factor que nos ha marginado. Aunque en el pasado realizamos algunas ventas y compramos tanto fibra como hilaza de algodón con Estados Unidos, esperamos desarrollar relaciones más estables con nuestros clientes una vez comience a funcionar el TLC”, expresa Felipe Lozano, gerente general de Hilanderías Fontibón, empresa que, con alrededor de 70 años de experiencia en el mercado local, estudia profundizar sus ventas al norte.

Las cifras oficiales reflejan las consecuencias de la apreciación del peso. De acuerdo con el DANE, aunque textileros y confeccionistas lograron el año pasado ventas sobresalientes en ese país (US$16,5 millones y US$222,1 millones, respectivamente), la tasa de cambio y, en especial, la interrupción de las preferencias arancelarias contenidas en el Atpdea, hicieron que sus sectores registraran progresos discretos frente a los años anteriores.

Recobrar esa confianza no se logrará en los próximos meses. “Toma alrededor de un año desarrollar una relación de trabajo. Trajimos a empresas que nunca antes habían hecho negocios en Colombia y lo que buscamos es que empiecen a contratar servicios en toda la región”, dice Jordan.

Pero las fibras y los tejidos no son el único campo donde Estados Unidos busca revivir los mejores años de su relación comercial con Colombia, pues en el sector de los cereales pretenden reducir la ventaja que tanto Brasil como Argentina les han sacado durante los más de cinco años que el acuerdo comercial padeció la guerra política entre demócratas y republicanos.

“Es un objetivo que estamos trabajando de la mano del Consejo Estadounidense de Cereales”, afirma Michael McKinley, embajador de Estados Unidos en Colombia.

Por David Mayorga

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